jueves, 22 de julio de 2010

Mi señora

           Hoy, me he vuelto a quedar en casa por la mañana, y así será durante un tiempo, Ana como siempre tiene razón, son unos días, y ya me noto más tranquilo, con lo que sacaré algún momentillo para publicar alguna historia que otra, para quien esté dispuesto a leer cosas intrascendentes y pasar un ratito un poco más cerca de mí.
       Ana, es mi señora, (que mal suena eso verdad) pero es así. La fatalidad en el amor de adolescentes, hizo que nos apoyásemos el uno en el otro, compartiésemos sentimientos y al final uniésemos nuestras vidas tradicionalmente firmando un papel, (por cierto, que ni ella ni yo firmamos).
     Durante los primeros años, compartimos las 24 horas de todos los días, se convirtió en una excelente técnico de sonido, se sacó el carnet de camión y formó parte activa de la farándula (desde fuera parece sencillo, pero es jodido y duro cuando se está dentro).
     Creo que todo lo hizo por estar más tiempo a mi lado y entenderme un poco más (hay que tener ganas para aguantarme, con lo chinche que soy).
     Yo me sentía y me siento súper orgulloso, aprendí mucho de ella, pero no podía dejar de exigirle cada día un poco más, quería que fuera la mejor y así fue.
       Años más tarde llegó Raquel, durante su embarazo, recuerdo que su cara redondeada, resplandecía de manera especial, de ahí lo de “cara de luna”, la vida se nos torció un poco, pero la compensación a todas nuestras desdichas llegó con algo tan simple como su sonrisa, que aún hoy nos sigue regalando cada día.
         A los cuatro años justos, otra vez esa cara tan espectacular, y de ella salió Lucía, una gota de agua fresca y radiante, que dio un nuevo sentido a nuestras vidas.
       Los dos momentos más importantes de mi existencia, y como no, solo los podía protagonizar ella, esa persona a que un día le dije: Piénsalo bien, que esto es para toda la vida, y aceptó.
         Ahora pasados los años aquí sigue, a nuestro lado, cuidándonos, siendo la primera y mejor en todo, y así será por siempre.

                        Queridísima Ana; Nunca podremos darte tanto como tú nos has dado, pero siempre lo intentaremos.

C.R.L.



No hay comentarios:

Publicar un comentario