lunes, 26 de julio de 2010

Mirada agónica

    Se abrió la puerta, y comenzaron a entrar los visitantes, todos admiraban el interior del recinto, su estructura llena de columnas, arcos, frescos en el techo, sus vidrieras, como no, sus tallas, cuadros e imágenes de santos que por todo él, estaban repartidas, sin olvidarse de ese altar mayor digno de toda admiración.
    Pasada una hora, tan solo quedaban en el interior unas pocas, todas de nacionalidad extranjera por su aspecto, como del norte de Europa, iban poco a poco examinando cada detalle; Con sus gestos suaves, indicaban el sorprendente trabajo realizado en ese lugar en un pasado ya lejano, pero con tristeza también veían el desprecio y desidia que los lugareños habían dedicado a sus obras de arte en un pasado reciente.
    Miraban extrañados como junto a la pila bautismal, alguien con un objeto punzante había dibujado un corazón con una flecha y dos letras, la parte de abajo de las columnas, estaban casi sin forma, probablemente, estas se habían utilizado para apoyar el zapato y así hacer más cómodo el atarse los cordones, en los bancos de madera que llenaban la parte central, las palabras escritas con bolígrafo, eran la tónica general, incluso algunas mal sonantes y prohibitivas para aquel sitio.
    El ruido de unas bisagras oxidadas llamó la atención y desvió la mirada de todos. De la puerta, a un lado del altar, salió un sacerdote, se acercaron a el, con lo intención de que les diesen algún tipo de explicación, sobre cómo, porque y en que época se hizo dicho monumento, como respuesta encontraron un gesto desagradable, y luego volvió a entrar por donde había salido cerrando tras de sí la ruidosa puerta.
    Como por casualidad, todos dirigieron su mirada a los ojos semicerrados de un Cristo agónico colocado en un rincón poco visible, quedaron embelesados unos minutos, como si les estuviese diciendo algo; Bajaron la cabeza y salieron por la majestuosa entrada sin decir nada.
   Todos habían entendido que para muchos lugareños, aquel templo, tan solo era un sitio que representaba a una religión, a la que su representante en el lugar, impregnaba de arrogancia y despotismo hacia todos y todo, por lo que probablemente, ese velo con el que habían cubierto sus ojos, no les dejaba ver, ni sentir el arte tan preciado que en su localidad poseían.

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