viernes, 3 de septiembre de 2010

¿ Angel de la Guarda?

       Empezaré diciendo, que todo son creencias, pensamientos y sensaciones que no tienen por qué ser demostradas, pues no se podría. Yo hasta ahora las he asumido como ciertas, y si alguien pudiera demostrarme que son falsas, le agradecería que no lo hiciese, con ellas, sé que me siento feliz, sin ellas, no lo sé, ni tengo ganas de averiguarlo.   
     En mi infancia, conocí a una persona, según llegó a mis oídos, debía de ser la joven tras la que andaba un hermano mío. Al poco tiempo coincidió, que me apunte a catequesis, no sé muy bien con que motivo, el caso es que ella era mi catequista, siempre muy amable y atenta con todos, la verdad es que se hacía querer.
    Después de un tiempo, no sé en que época del año, tan solo tengo como referencia que mi hermano, creo que estaba en la “mili”, esta persona, se quitó la vida.
    Por la ciudad se pudieron escuchar todo tipo de rumores sobre el porqué del suceso, pero la verdad solo la sabia ella, el resto eran solo eso, rumores, a los que yo, y más a esa edad, no le iba a dar ninguna importancia.
    Un día salió la conversación con mi hermano, me molestó verlo triste, me dolió el alma al ver su mirada perdida mientras me repetía: no lo entiendo.
    Esa noche, solo en mi habitación, arremetí contra ella, culpándola de toda la tristeza y desconsuelo que por la tarde había sentido, hasta que la rabia me hizo quedar dormido.
    A partir de ese momento empezaron a suceder cosas que puede que sean de lo más normal, pero a mí, cuando me ocurre alguna que otra vez, y muy de tarde en tarde últimamente, me siguen dando algo de “yuyu”. De hecho cada vez que pienso en ello, me sigue recorriendo la espalda esa culebrilla en forma de escalofrío que me hace encoger los hombros.
    Las primeras veces, solo eran cuestiones auditivas, me despertaba a media noche, y oía como si alguien estuviese rascando en mi almohada con uñas afiladas, hasta que descubrí que eran mis pestañas rozando contra el almohadón cada vez que abría o cerraba los ojos, por lo que decidí intentar dormir boca arriba; Me acostumbré a ese ruido (en cuanto me dormía, me daba la vuelta).
    Al poco tiempo el ruido cambió, esta vez, estaba boca arriba y eran golpes, arrastrados, graves, profundos y acompasados. Pase un rato pensando en que podía ser, nada, simplemente era la circulación de mi sangre al pasar por los oídos.
       No recuerdo cuanto pasó, mi hermano, el mayor, (este es otro) dibujó a plumilla una cartulina. En ella había unos círculos, en cuyo interior se encontraba una mujer desnuda, como flotando. Creo recordar que estaba en colores negro y rojo sobre fondo blanco; Nada más verla por primera vez, allí la vi a ella, cayendo en el vacío.
    A raíz de ese día, comencé a despertarme con más frecuencia, notaba que podía abrir y cerrar los ojos, pero no mover ningún otro músculo, intentaba levantar el brazo para dar la luz, notaba como el brazo salía, oía el interruptor, pero nada se encendía, mi única solución era pedir salir de ese estado (rezar), hacer fuerza con el estomago y despertar sobresaltado, como un resorte.
     Me “fui acostumbrando a ello” y a reconocer mi entorno, si, podía oír el ruido del frigorífico que estaba junto a la puerta, los días de luna llena, se podía vislumbrar un ligero resplandor entrando por el ventanuco de aquella habitación interior junto a la cocina, sentía el cambio de temperatura al sacar el brazo de debajo de la ropa, pero mi miedo no me dejaba intentar hacer nada más.
    En fin después de muchos años, supe, que ella lo sabía, y me tenía que preparar para la ocasión. Así que cuando me ocurrió un grave accidente y el más allá me reclamó, me limité a hacer, lo que tantas veces había hecho, sabiendo (no sé porqué) que mi recuperación iba a estar asegurada por completo, con las mínimas secuelas.
    Después de esto, he sentido su compañía, (sobre todo conduciendo) en muchas ocasiones, pero no es cuestión de contaros mi vida.
    En mis creencias, hay cabida para la casualidad, que el miedo me hiciera relacionarla, en un primer momento, pensando que eso era un castigo por mi soberbia y no un premio.  Serán experiencias reales, o solo sueños, de todas formas, seas o no quien yo creo:
 GRACIAS por ser mi Ángel de la Guarda.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario