viernes, 30 de noviembre de 2012

Mi pequeña mujercita



             Llegó la hora, un momento que puede ser "sencillo" de entender para cualquiera, pero difícil, casi imposible de asumir, sobre todo para mí.
            Pequeña mujercita, mi niña. Te aproximas a galope a los catorce, llega el día en que tienes que actualizar la cartilla de vacunación,
Dentro de poco, muy poco:
Las mariposas empezaran a revolotear por tu estomago, cuando veas que te está mirando,
Pedirás a los demás que digan algo, para que alguien lo escuche
Dejarás caer algo al suelo, solo por ver quién lo recoge
Estará en todos tus sueños, aunque estés despierta
Te sentirás en una nube de algodón, cuando se siente a tu lado
Un escalofrío recorrerá tu espalda, cuando sientas que te coge de la mano
Se te iluminará la cara cuando te pida salir
Dirás que no, cuando quieres decir si
Serás una incomprendida, nadie te entenderá
Se te hará eterno cada segundo, cuando estés esperando
Se aceleraran las agujas del reloj, el tiempo que estés a su lado
Llegarás tarde a casa, por estar un minuto más en sus brazos
Cerrarás los ojos y se hará eterno ese primer beso
Abrirás la ventana para que entre en tu alcoba el duende del amor
y llorarás, si mi niña, llorarás y harás una tragedia de un insignificante conflicto.
Dentro de poco, muy poco:

Ya no seré tu papi, si no el padre represor
No compartiremos experiencias, ni me pedirás consejo
Las redes sociales sustituirán nuestras conversaciones
Cualquier cosa será una escusa, para no venir conmigo

         Yo esperaré impaciente, en silencio a que el tiempo pase, para: que vuelvas a preguntarme, te interese hablar conmigo, te apetezca darme un abrazo, y más tarde, me dediques unas letras, recordando tu infancia.
         De todas formas, a pesar de los pesares, disfruta cada momento que la vida te brinde, no intentes ponerle puertas, ni permitas que nadie le ponga puertas al campo y cada vez que caigas, piensa que lo importante es volver a caer, porque eso querrá decir, que te has vuelto a levantar, piensa que cuando dejes de cometer errores, será porque ya no haces nada, donde poderte equivocar.
        Así que mi pequeña mujercita, extiende tus alas, agítalas con fuerza y vuela alto. Yo siempre estaré aquí, sujetando mi red, por si algún día, en alguna tempestad, decides utilizarla.       
T.Q.

3 comentarios:

  1. No te preocupes, Carlos. Ya verás que luego no es para tanto. Entre otras cosas, porque tú también te harás un nuevo "hombrecito", cambiarás casi sin darte cuenta de perspectiva, crecerás con ella, te enfadarás por otras cosas y de otras maneras. Y aprenderás a quererla y admirarla de formas nuevas. También, como padre, volverás a caer y eso significará que te has levantado previamente de otra caída. La puñetera diferencia, Carlos, es que nosotros no tenemos esas red que tiene ellas (aunque tengamos otras, que a veces no percibimos). ¿Ha llegado la adolescencia a casa? ¡Pues que empiece el espectáculo!

    ResponderEliminar
  2. Muy bonito, sentido, realista poema, tal cual pasa.

    ResponderEliminar
  3. Como la vida misma. Buenísimo

    ResponderEliminar