sábado, 27 de abril de 2013

Depresión 6/6


6.1- Consejos
(Creo que…)

          Hay una serie de enfermedades, de las que uno se avergüenza, entre ellas se encuentran las mentales, son tabú, la palabra loco, como muchas otras, (borracho, jugador, etc.)   Siempre se han utilizado arrojadizamente, por lo que el paciente tarda en reconocer su dolencia.
   Aclarado que es una enfermedad, no lo podemos tratar como otra cosa que un enfermo, intentando colaborar en su recuperación; tal vez pensemos que no le importamos, que no pone demasiado de su parte, pero tal vez, sea que no es capaz de hacerlo por propia iniciativa.
      Me referiré a él como enfermo, ÉL, sea hombre o mujer, con el fin de expresarme con más facilidad.
       Si vemos que actúa de forma poco usual y al preguntar varias veces al cabo de un tiempo ¿qué te pasa?, siempre responde: nada, no sé, evita la mirada, busca alguna excusa sin fundamento o simplemente da la callada por respuesta,   es que no quiere preocuparos, es el momento de no dejarlo pasar. Llama a algún especialista, vete tú a su consulta y si no te convence a otro, comprueba que el sitio y la atención pueda ser de su agrado, para que el primer paso le de esperanza y seguridad, luego coméntale el asistir a ella con ánimo, sin presión, como si fuera un juego en el que nunca pierdes; si hay algo, mejor cogerlo al principio y si no es nada, habréis ganado tranquilidad.
       Si demuestra apatía, no lo trates como a un vago,  no le pidas que se busque algo que hacer, ni le digas que te ayude, (no lo hará) ayúdale a ayudarte, cógele la mano con una sonrisa y dile: ven, haciendo que participe con tigo en lo que estés realizando, aunque esto te dé más trabajo, proponle salir a dar una vuelta, antes de que esté recostado en el sofá, aunque haga mal tiempo o no te apetezca.
      En las conversaciones, saca siempre temas de los que reíros, anécdotas del pasado, haz que florezca la niñez en su interior, aunque para ello te debas comportar como un adolescente quinceañero, haciendo cosas poco acordes con tu edad.
      Da igual que seas: amigo, padre, cónyuge, hijo;  un abrazo de vez en cuando aún sin venir a cuento, en el que no hace falta pronunciar ninguna frase, le demuestra que no pides nada a cambio, que simplemente puede contar con tigo.
        Puedes ir con él a la consulta, pero déjalo entrar solo, a no ser que el profesional te lo pida, y a poder ser, la primera vez nunca;   a la salida un simple.-que tal, sin insistir, él te contará lo que crea conveniente y enseguida se deja el tema y a otra cosa más amena. 
       Es él, quien tiene que hacer partícipe de la situación a su entorno, no tú, es la única manera que lo haga aceptando la realidad con naturalidad, sin miedo al qué dirán o a dar pena;  para que sepa del apoyo de los demás, no hace falta que se le diga, lo mejor es no cambiar de comportamiento con él.
        Habrá veces que saque el tema para desahogarse, dependiendo de con quién esté hablando, intenta entenderlo, de todas formas, después de un rato cambia de conversación, si vuelve a la anterior, intenta cambiarla de nuevo, con suavidad, intenta que no solo quiera hablar con tigo por ese motivo; corres el riesgo de conviértete en su paño de lagrimas, al que al final van todos los problemas familiares, (vulgarmente: el saco de las hostias; hostia pura, hostia santa, no de esas no, de las otras) ninguno de los dos salís beneficiados.
         Como todo en la vida, tiene altibajos, incítalo a arreglarse, que se asee, que se ponga guapo para ti; en estos casos los más convincentes son los hijos, a los que es más difícil negarles nada y con tal de que no den la vara, él lo hará.
        Supervisa que tanto el tratamiento, cómo el seguimiento del profesional, se lleva a cabo perfectamente, como una curiosidad, nunca como un control férreo, de forma que no llegue a sentirse acosado.
         Los mayores, deben sugerirle, que realice actividades con los pequeños y los peques, provocar que preste atención a las demandas de los mayores.
       Si pretendemos que se sienta importante, imprescindible, hemos de procurar que realice alguna actividad en la que sienta necesaria su ayuda; prestarnos ayuda a nosotros, es algo que según él, no necesitamos, la ayuda es él quien la necesita, pero si realiza alguna actividad solidaria como voluntario para gente, que él opina que está en peor situación, entonces se volcará en su labor;   no pensemos que le importan más que otros, NO, simplemente a nosotros no nos ve necesitados y en vez de celosos, nos debemos sentir orgullosos de su acción.

 

6.2 Conclusión
(La mía)

        Aunque se encuentre ya “curado” y con fuerzas, siempre sentirá el miedo a recaer, como pasa en muchas otras enfermedades, es algo que puede permanecer cerca de él toda la vida, una situación que es mejor aceptarla con naturalidad.
            Es como el “vecino del quinto” ese con el que nos cruzamos cada día en la escalera, en el portal, en la calle; lo conocemos y saludamos amablemente, pero sabemos que no debemos salir con él, un trato, más allá de lo imprescindible solo nos puede traer problemas; es un delincuente habitual y al final su compañía, nos hará cargar con la complicidad y responsabilidad de sus actos.

    OJO. Las personas, con los años pueden cambiar, se merecen una segunda oportunidad; las enfermedades mentales (depresión, alcoholismo, ludopatía, etc.) NO.    Querido amigo: si alguna de ellas, vuelve a llamar a tu puerta, intenta no abrirle, se te pueden cerrar todas las demás; si tienes dudas, solicita ayuda urgente, apóyate en los tuyos para vivir y disfrutar el presente y futuro. 

 

V I V E

 

              Espero no haberos aburrido demasiado y gracias por leerme.

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