sábado, 1 de junio de 2013

El coballa, con (LL) parte:5

 
      .-Buenos días dormilón, levanta
.- ¿pero qué hora es?,
      .-las ocho
.- no me digas más, otro día sin desayuno
     .-hoy vas a desayunar, pero a las nueve en punto, empiezan las sesiones de gimnasia, así que arribita.
          Se fue al aseo medio dormido, se lavó la cara un poco, mientras pensaba como lavarse el resto del cuerpo, oyó como alguien entraba
          .-buenos días, mi niño, aquí te dejo el desayuno.
 La reconoció enseguida, por la manera de llamarlo, solo podía se Isa.
.- gracias Isa, que sepas que no salgo a darte un beso porque no estoy visible
     .-menos cachondeo que entro yo
.-quieta, quieta, que te creo
     .-date prisa que en nada llega Miguelón
.- como se entere que lo llamas Miguelón
    .- ¿y no me va a defender mi niño?
.-si claro, pero me parece que va a tener que llamar a un hombre
    .- ¿a un hombre? ¿para qué?
.-coño, para que nos ayude
    .-ja, ja, ala me voy, date prisa.
         Salió enseguida, al final no supo cómo lavarse sin fastidiar algún cable.   Aprovecho que las tostadas estaban aún calientes para untar mejor la mantequilla y luego las comió a mordicos, doblándolas a la mitad y mojándolas en el tazón de café con leche, después de cargarlo bien de azúcar.
             A las nueve, como un clavo, Miguel.
    .- hoy vamos a empezar tranquilitos, lo primero al andador.
          Lo puso en marcha y como tenía suficiente anchura se subieron los dos juntos, lo de tranquilitos se le bebía de haber olvidado, cada cinco minutos, subía un poco la velocidad y allí estuvieron media hora de reloj;  cuando sonó el pitido, se paró la cinta y se disponía a sentarse:
     .- Fran, ¿dónde vas?
.- a sentarme
    .- pues vaya un hombre, anda, anda, ven aquí
.- Miguel, un respiro pequeño, por favor
     .- mientras coloco esto, empezamos por cinco kilos, un rato de unos cuantos ejercicios y lo dejamos por hoy
.- vale
    .- coge una pesa con cada mano y pon los brazos en cruz.         Con distintas posturas y movimientos en veinte minutos ya lo tenía bien zurrado.
    .- bueno creo que ya es bastante
.- me voy a tumbar
     .-quieto nenaza, ahora hay que ducharse lo primero
.- que estoy lleno de cables
    .- y de sudor también, no te preocupes que no te vas a electrocutar, vamos entra que apestas a zoo.
.- ¿pero?
     .-ni pero ni manzano, quítate el pijama, entra ahí dentro, que nos vamos a duchar juntos
.-claro, y un huevo
     .- pasa que te voy a enseñar un truco que veo, nadie se ha dado cuenta de explicarte.    
         Entró, cerró la mampara y se desnudó
    .- primer paso, ponte en el centro mirando a la pared y pulsa el botón más gordo, el de tu izquierda
.- ya
         Empezó a salir agua con espuma, por todo el ángulo que formaban las dos paredes alicatadas, de arriba, abajo
.- ¿como se para esto?
    .-se para solo, y da vueltas, que te vas a lavar solo un lado
.-vale, entonces doy vueltas.    Ya se paró
    .-bien ahora espera un poco a que el jabón entre en la piel
.- ¿como de dentro? (en plan guasa)
    .- ahora pulsa el botón del centro y saldrá agua limpia para aclararte, y sigue dando vueltas
.- no si al final me voy a marear
    .- cuando deje de salir agua, espérate un ratito a que escurras
.- vale lo entiendo y ahora le doy al tercero ¿y qué?
    .- espera, mientras tanto saco del cajón un pijama limpio
.- y una toalla grande, ¿le doy ya?
    .- acuérdate de dar vueltas
.-que pesado, ¿pero le doy o no?
    .- dale.   Al tiempo que soltaba una carcajada
.- oye, ¿no será una putada?
    .- que le des, de una vez
          Empezó a salir aire caliente, creando un remolino en aquellos cuatro metros cuadrados.
.-tío, esto es alucinante, no solo parezco un robot, encima me habéis montado un lavacoches.
     .- ves como te puedes fiar de mí
.-pásame el pijama
     .- he dicho que te puedes fiar de mi, pero no que te hubiese traído el pijama
.- Miguel, ¿qué haces?
     .-hasta mañana Fran.   Ah por cierto, cuando salgas saludas a Andrea, que está en la sala de monitores
        Salió, tapándose sus partes más íntimas con las manos, mientras se acercaba a por el pijama que le había dejado encima de la cama, soltando palabrotas al tiempo que veía como seguían sus movimientos todas las cámaras.
      Cuando se lo puso, miró fijamente a la más próxima:
.- ¿qué? ¿Te habrá hecho gracia?
    .- Que culito tiene mi ruiseñor (por los altavoces)
.- vete a la mierda
    .-no te enfades
            Se echó encima de la cama, hasta la hora de comer, estaba reventado;  después de comer un rato de tele y a esperar a su hermano, luego la cena, internet y a dormir.
       Así con la misma rutina pasaron los diez días siguientes, en los que los investigadores, discutían en la nueva manera de proceder.  
         Los doctores: Prieto y Andreu, ambos neurocirujanos, optaban por seguir con el proyecto tal y como estaba diseñado; la doctora Santos (prótesis e informática) había convencido tanto a la doctora Elvira, como al doctor Benítez, para implantar un nuevo e innovador modelo adaptado de puntos de presión, en el lugar situado en el punto exacto, donde le iban extraer el tumor, y en la misma operación;  el director: doctor Fernández, tenía que tomar la decisión, lo más sencillo era seguir dejando todo igual, el cambiar el proyecto, implicaba modificar el calendario, y el presupuesto, según la doctora Santos, se obtendrían resultados en un menor tiempo, pero la cuantía económica se incrementaría sensiblemente, por lo que debería ser aprobado, en la junta directiva del hospital, dentro de la cual, ya habían encontrado reticencias durante mucho tiempo, para que se llevase a cavo y un cambio, podría echar todo por la borda.
        Era martes, como todos los días se levantó pronto, para desayunar tranquilo y esperar a Miguel para sus ejercicios, a las nueve menos cinco, estaba de pie en el centro de la habitación, de pronto empezaron a saltar todas las alarmas, le estaba dando una crisis, era de esperar, nada más ingresar, le habían suspendido radicalmente toda medicación.
   Miguel y Andrés, entraron rápidamente después de recibir las órdenes del doctor Fernández: dejarlo hacer lo que quisiera, aunque destrozase todo, su única misión, era mantenerse cerca y alerta, para que no se autolesionase.
     Tenía la mirada perdida, decía frases sin mucho sentido: déjame en paz, vete de aquí, no se te ocurra acercarte; pero no se las decía únicamente a los auxiliares, se las decía a  cualquier objeto, como si para él, cualquier bulto fuera algo por lo que sentirse agredido, de pronto se giró, se quedó mirando fijamente la televisión, y empezó a gritarle: callaré, que te calles, por favor cállate; cada vez los gritos eran más fuertes y sus puños se apretaban amenazantes, por un momento pensaron que rompería la pantalla de un puñetazo, pero no lo hizo; dejó de gritar, bajó la cabeza y al tiempo que abría las manos, cayó inconsciente al suelo.
     Andrés se acercó y le extrajo una jeringuilla de sangre para analizarla; Miguel siguió allí, a su lado, sin tocarlo, eran las órdenes, fueron los cinco minutos más largos de su vida.
    Empezó a volver en sí, todos estaban pendientes de los monitores, de todas las variaciones que se habían producido durante la crisis, ahora todo se había estabilizado.
.- ¿Qué ha pasado?
    .-te ha dado una crisis
.- ¿te he hecho daño? ¿te he intentado pegar? ¿porqué me duelen tanto las manos? ¿no habré roto nada?
        Miguel, le tapó la boca con su dedo índice:
    .-caya, no, no me has pegado, tu no le has pegado nunca a nadie.
.-pero yo
    .-no, tu no;  la gente te oía gritar y se asustaba, ellos te tenían miedo y tu a ellos, pero pondría mi mano en el fuego, nunca, nunca serias capaz de pegarle a alguien.
    El director lo llamó por los altavoces:
       .-Miguel, sal inmediatamente de ahí, ese no es tu cometido.
          Cruzó su mano con la de Fran, como si fuesen a echar un pulso.
    .-ánimo Fran, me la he jugado, pero no me importa, te he dicho toda la verdad de lo que pienso.
        .- Miguel, sal inmediatamente
   .- ya voy doctor Fernández.
         Cuando llegó a la sala de monitores, el director ya se había ido con todos los demás a analizar las grabaciones de lo ocurrido, se mantuvieron encerrados en el despacho hasta altas horas de la madrugada.
      Entre los auxiliares se respiraba un cierto nerviosismo silencioso, imaginando el expediente a que se enfrentaba Miguel, pero ninguno se atrevía a decir nada, ninguno se fue a casa, todos estaban de guardia, sin influirles la hora que era.
     En la habitación, francisco se metió en la cama pensando en lo que Miguel le había dicho, se tapó con la colcha de pies a cabeza, necesitaba asumirlo, solo, en una extremada soledad, retrotraerse al pasado y pensar porqué.
    No salió de debajo de la colcha, ni para comer, hasta que fueron las cinco, se acercó al cristal, y miró fijamente a los ojos de su hermano, esta vez, no unió las palmas de sus manos abiertas solo dijo:
.- ¿porqué?
    Miguel entró cogió a Luis por el brazo ante la atenta mirada de su hermano y lo sentó en una silla:
   .-me da, que ya no tengo nada que perder, Fran, no le ha pegado jamás a nadie, a nadie, el miedo de los demás, vuestro propio miedo, hizo que el creyese que podía hacer daño a los suyos, y ese mismo miedo fue el que lo juzgó y condenó, por algo que yo estoy seguro que no hizo.
        .-Yo, siempre creí en él, pero no pude demostrar nada,
      Francisco interrumpió la conversación:
.-si Luis, demostraste una cosa, que eras mi hermano, el único que depositó su confianza en aquel, en el que ni yo mismo confiaba.
     Luis se levantó se acercó al cristal y entonces si unieron sus palmas.
.-ahora vete Luis, hoy necesito estar solo
      .-está bien, hasta mañana
.-gracias
       Se volvió a la cama, otra vez se tapó de pies a cabeza y así estuvo hasta la mañana siguiente, nadie quiso molestar su soledad, todos, durante toda la noche, vigilaron el monitor del encefalograma, él tampoco les supo decir nada, estaba tan relajado, que parecía inactivo, aquel cerebro no estaba dormido, ni siquiera estaba, pero no se preocuparon, todas sus demás contantes eran normales.
    Al día siguiente ningún doctor apareció por el hospital;  todos los auxiliares seguían sentados en la sala, sobre las diez, apareció Raquel, una enfermera de neurología:
.-Ha llamado el director, que os valláis todos a casa hasta mañana, las próximas veinticuatro horas, yo sola me encargaré de Francisco, es una orden.

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