lunes, 7 de julio de 2014

El cojo (2)


Torreznos

   Después de la caída del sol, casi nadie andaba por las calles oscuras de aquel pueblo, excepto algún borracho de camino a casa, después  que el dueño de la cantina lo hubiera echado de allí cansado de aguantarlo.
      Alguien llamó a la puerta de aquella casa.    Estaban junto a unas pobres llamas a punto de acostarse.
      .- ¿quién llamará a estas horas?
         .-como sea el borrachín de Isaías, se va a enterar
     No era ningún borrachín, si no uno de los criados del dueño del aserradero.
   .-buenas noches Artemio, perdona que te moleste a estas horas, pero Don Esteban quiere que vayas a verlo mañana a primera hora
         .- ¿pero pasa algo?
    .-la vedad, que no tengo ni idea, porque como tiene ese tono que parece que siempre está enfadado
        .-gracias, mañana iré a hablar con él a ver que se le ofrece.
       (Nada más cerrar la puerta)
         .-te voy a moler a palos, ¿qué has armado ahora?
.-padre que yo no he hecho nada
      .-vale de voces, mañana sabrás lo que pasa, ahora todos a dormir
     Justina, pocas veces le hablaba así, mirándole fría y fijamente a los ojos, pero cuando lo hacía, mejor hacer caso, más si en la mano tenía el atizador de la lumbre.
    Todos se fueron a dormir menos ella que se quedó allí sentada, dando golpecitos  con un palo a aquellas brasas rojizas, observando sola cómo daban saltitos al tiempo que chisporroteaban las chustas bailarinas que se desprendían.
   Nada más levantarse el padre, salió al corral, entro en el cobertizo donde tenían unas herramientas y empezó  a rebuscar en una caja llena de hierros.
       .-Felipe sal pá fuera, que vas a aprender a obedecer
    En la mano tenía el extremo una cadena oxidada, un candado y su llave. A un poste, ya estaba sujeto el otro  extremo de la misma.
        .-te voy a atar aquí como a un perrucho, hasta que entiendas las normas
 .-guau, guau, guau
        .-deja de reírte que no tienes gracia
.-no me rio padre, como soy un perro ladro, guau, guau
        .-no me calientes.     Te iba a rodear por la cintura, pero como sigas ladrando, te doy dos vuelta de cadena al pescuezo.
     .- ¿pero qué dices salvaje?
         .- nada este cambia o tiene cadena para rato, se la he dejado larga para que llegue a limpiar las jaulas
    .-si en parte le está bien empleado
        .-pero la llave me la llevo yo, que a ti, te camela y lo sueltas
.-guau, guau
         .-me voy a ver a Don Esteban, porque va a colmar mi paciencia y todavía le pongo un bozal
.-guau, guau
     .-cállate no sea que te lo ponga yo
    El padre,  tomó una taza de achicoria y marchó hasta el aserradero.
         .- ¿da su permiso?
   .- pasa Artemio
      Entró y se quedó al lado de la puerta de pie, recto, mirando hacía frente, con las manos unidas en la parte delantera a la altura de la pelvis. Símbolo de educación y respeto al caballero don dinero.
    .-te he llamado para ver si  puedes hacer un trabajo para mí
         .-lo que mande, estoy a su disposición para lo que me necesite
    .-antes de que llegue la época de verano, quiero que me limpiéis entre tú y tu hijo, el encinar que hay en la parte de la peñita, para así evitar posibles incendios; el resto está limpio del año pasado pero si nos da tiempo pues le damos un repaso de todas formas
      A ojo de buen cubero,  podía estar hablando de dos meses de jornal como poco.
         .-pues cuando diga empezamos
    .-haber como te parece: de lunes a sábado 40 pesetas diarias para ti y 25 para el chaval, total: 390 a la semana aparte, podéis traeros una gavilla de leña cada tarde al terminar para casa y la comida por mi cuenta
       .-por mi parte estoy de cuerdo
    .-por cierto que tal de vivo es el cojo
        .- ¿vivo?, es más listo que el hambre
   .-pues si te parece que pase por aquí todos los días  y que os lleve él la comida con el burro nuevo que tengo y así de un viaje, puede traer la gavilla para que vengáis tranquilos.
        .-bueno, ese domina al animal mejor que nosotros
    .-el lunes empezamos la faena, ya dejo yo dicho en la cocina que preparen rancho para vosotros
     Don Esteban se levantó del orejero y estiró su brazo derecho con la mano abierta para estrecharla con  la de Artemio.    Entonces era así como se cerraban los tratos y ese apretón de manos, era válido que un documento firmado.
    Cuando llegó a su casa no podía disimular la alegría, rápidamente se acercó a Justina y le contó lo que había pasado y la buena nueva.
.-guau, guau
           .- ¿Pero todavía sigue dando la murga?
     .-calla, no digas nada, quítale la cadena que me tiene harta,  así toda la mañana; ya no sé si dejarlo o salir con la zapatilla
.-guau, guau
             .-calla pesao, que tenemos trabajo y tu también
.-ya está liada, el cura con la criada
      .-oye Felipe, ¿dónde te han enseñado hablar de esa manera?
.- ¿y yo que tengo que hacer?
      .-llevarnos todos los días la comida y traerte a casa una gavilla de leña con el burro de Don Esteban
.-ah, ¿pero que me va a acompañar él?
        .-cállate la boca que con tus gracias, cualquier día me buscas un disgusto
.-pero si no nos oye nadie
          .- ¿a qué te quedas encadenado todo el día por listo?
.-guau, guau
     .-quítale de una vez la dichosa cadena que como yo me enfade, no va a poder apoyar el culo para sentarse en unos días;  pesadilla de crio
     El lunes manos a la obra.  Al amanecer cogieron los aperos necesarios  y marcharon andando camino de la peñita a comenzar la faena.    Bien sabía Don Esteban a quien le daba los jornales, cuando aquellos trabajos se apalabraban normalmente a destajo.
       A las doce empunto:
         .-Felipe, deja lo que estés haciendo y andando al aserradero, que tienes que llevarles la comida al tajo
.-voy madre, que me estoy atando bien las botas para que no me baile la calza
       No podía caminar demasiado deprisa y debía parar de vez en cuando para descansar;   pero todo esfuerzo era poco con tal de no volver a coger de nuevo aquellas dichosas muletas.
.-señora Herminia, ya estoy aquí
   .-muy bien, puntual como tiene que ser.  Acércate a la cuadra y dile a Pascual que le ponga una manta al burro mientras te preparo el talego con el rancho
.-señor Pascual, que le ponga la manta al burro, que me lo llevo al encinar
          .-hombre cojo, ¿y las muletas?
.-en casa, mientras me arregle sin ellas
           .-este es muy joven, si ves que se pone nervioso te bajas y vas andando, no te vaya a tirar
.-no se preocupe, ahora hablo yo con él, no creo que tenga que enseñarle la vara
           .-yo, no se la enseñaría no se ponga más nervioso y sea mejor que vayas a pie directamente
       Herminia le acercó una talega de cuadros rojos y blancos con el pan y una fiambrera de aluminio.
        Al animal se portó como si lo conociese de toda la vida, no dio ni una espantada en todo el camino.
 .-padre, Bernardo, a comer, que aún viene caliente
         La ración, era suficiente para comer dos personas trabajadoras, pero un poco escasa para llevar algo de sobra para casa. Tampoco era su obligación dar ración para toda la familia.
     La gavilla de ramas, estaba amontonada pero faltaba atarla debidamente.  En lo que su padre y su hermano comían, aseguraba el haz, con paciencia, sobre el burro, subido a un montículo de piedras.
     Regresó a casa, descargó la leña, fue al aserradero a dejar el burro y la fiambrera vacía. De vuelta, empezaba el estómago a runrunearle, por lo que aceleró un poco el paso.
 .-madre, ¿qué hay de comida?
     .-unas patatas cocidas, con un poco de sal, aceite, un diente de ajo picadito  y pimentón
.-ummm, que ricas
       Cuando se acercó a la mesa descubrió una sorpresa que su madre  había obviado a la hora de enumerar los ingredientes.   Sobre las patatas como adorno, en cada uno de los platos, había espolvoreado media yema de huevo cocido, con su clara en cachitos a su alrededor.
.-alá madre, huevo
     .-de alguna manera había que celebrar que vamos a tener un dinerillo extra este mes
.-a ver si se alarga el trabajo un poco y podemos comer lo que nos da el corral en vez de tenerlo que vender
    .- ¿te imaginas el pollo ese colorado, hecho en salsa?
.-no sabes las veces que lo he mirado y  me han dado ganas de retorcerle el pescuezo
      .-no te preocupes hijo, si esto sale bien, para el día de la fiesta, se muere sin querer
.-tranquila, yo me encargo de que parezca un accidente
    .-tú mejor estate quieto, que si no, no llega a pájaros nuevos
      Las comidas no es que cambiasen demasiado, en el fondo, pero se notaba que se condimentaban con más cosas y se encontraba algún que otro tropezón entre el caldo de vez en cuando.
       Pasada la primera semana, el domingo era el día de descanso para todos menos para ellos.   Los tres se levantaban una hora antes, para al romper el alba, estar en la viña para seguir con la faena y estar de vuelta en el pueblo para arreglarse de festivo e ir a misa.
       El lunes de nuevo a la tarea.  D. Esteban se había dado una vuelta con el caballo por el encinar la tarde anterior, para ver cómo iba el trabajo.   Entre toda la maleza, se podía ver un corro bien limpio, unas encinas desmochadas en su punto justo, las ramas apiladas en un lugar y el resto de broza en otro montón junto con toda la hojarasca.
      Allá, a las once, se presentó Pascual allí de nuevo a visitar a Justina.
      .-señora Justina, (voceó desde la puerta)
.-ya salgo
      .-buenos días
.-hay madre mía, ¿qué ha pasado?
      .-nada, no ha pasado nada.   Me manda Herminia a decirle que hoy no haga la comida, órdenes del jefe
                 Era un gesto poco habitual por parte del señor Esteban.    Por costumbre, en aquella casa, los lunes se hacía cocido para todos y como excepción, dio orden de que ese día se pusiesen dos rellenos más y que el zagal, al regreso del tajo se llevase dos raciones a casa para él y su madre.
.-madre, mira, Herminia me ha dado esta fiambrera para que comamos y me ha dicho que es cocido
      .-ya me lo había dicho esta mañana Pascual
    Cuando la abrió, sus ojos no daban crédito.
.-como nos vamos a poner, lo mismo nos dan la comida todos los días
       .-no te caerá a ti esa breva, en esa casa se cuentan hasta las lentejas, es más, no creo ni que la señora sepa nada de esta excepción
.-nosotros como en la despensa casi nunca hay lentejas, ese trabajo que te ahorras
     .-mirándolo de es manera, hasta nos podemos sentir afortunados
     Las semanas transcurrían sin ninguna diferencia que reseñar. Pero de pronto un día, dentro de la talega algo crujía, como papel.  Felipe la abrió y efectivamente era algo envuelto en papel de periódico. No podía esperar a saber lo que era. La curiosidad era mayor que la palabra dada a su padre, de no hurgar en la comida.
     Hizo parar al burro, desenvolvió aquel paquete con cuidado de no olvidar los dobleces para luego dejarlo de nuevo en su estado original, una vez analizado su interior.  Eran dos cachos de cuero de cerdo, con tocino y un poco de beta oscura, con olor y vista irresistible, ya te digo ¿cómo debería ser su sabor? un rato después de andar observándolos:    .-Seguro que un mordisquito en un extremo ni se nota.  Con sus paletos pronunciados, arañó suavemente el lateral del tocino. Cerró los ojos y lo saboreó hasta la extenuación.
     Si que se notaba, habría que arañar los dos cachos todo alrededor para dejarlos iguales. Eso era imposible de disimular, además, se trataba de un delicioso manjar poco apropiado para paladares no educados en el arte culinario  para ciertas delicatesen (como se diría ahora), unos trabajadores exhaustos con la boca reseca que no darían valor a dicha exquisitez, devorándola entre sus muelas como un simple cacho de tocino de cerdo.
     Lo guardó cuidadosamente y después de cargar la leña fue disfrutando de su sabor camino de vuelta a casa, escondiendo la parte crujiente, para comerla a la tarde como merienda.
      Sentado en una piedra cuadrada de mediana altura, situada tras la tapia del cementerio que daba al norte, mirando hacia los campos y fuera de la vista de todas las casas del pueblo, roznaba los cueros con paciencia, pensando en lo que sucedería cuando se descubriese el entuerto.
     El sábado al terminar la jornada como de costumbre, se pasaban por el aserradero a recoger el sobre con la soldada de la semana.
       .-buenas noches
           .- ¿cómo va el corte?
      .-esta semana lo acabamos, debería de mandar a alguien con el carro, para que vaya subiendo la leña, que está muy a la vista y cando terminemos haremos una gran hoguera con todo lo inservible para que el aire no lo vuelva a esparcir
           .- ¿y qué, os gustaron los torreznos que os mandé el martes?
     .- ¿torreznos?
            .-sí, le dije a Herminia que os envolviese un par de ellos en un papel
     .-pues allí no ha llegado nada
               .-hay padre, el cojo
    .-no se preocupe D. Esteban que le van a salir caros y de todas formas, gracias por la intención
          .-déjalo, mejor no digáis nada, que mañana nos lo va a explicar después de salir de misa
      Respetaron lo acordado, eso sí, por la mañana en la viña le dieron una zurra a limpiar hierva, que volvió sin un poco de resuello a casa.
     Terminada la misa, en la plaza se formaban corrillos de gente que charlaban a la espera de la llamada hora del vermut, para entrar en la cantina a tomar un vinito y  luego ir a comer.
      .- ¿qué tal D. Claudio?
          .-ya ves Arsenio, aquí esperando a D. Esteban que me ha dicho que quiere que esté presente en la charla familiar que vais a tener dentro de un rato.
     A Felipe se le abrieron los ojos y se puso detrás de su madre, se imaginaba de lo que podía tratar la  dichosa conversación.
           .-bueno, yo me subo hacer la comida
.-yo me subo contigo
      .-no, Felipe, tú quédate
.-es que estoy muy cansado
      .-tranquilo que ahora en la cantina nos sentamos en una mesa y así descansas
                 .-buenos días, mire señor cura, delante tiene usted a un futuro hombre de bien: Bernardo, trabajador como él solo, ha salido a su padre, no como otros
             .-ya lo sé D. Esteban, lo conozco desde que nació
     .-vamos a la cantina a tomar un vino antes de comer
       Una vez sentados y servidos, empezaron a intentar desenvolver la madeja.
      .-vamos directos al grano.  A ver Felipe, ¿qué sabes tú de los torreznos?
.- ¿torreznos?, ¿qué es eso?
          .- ¿a ti no te dio Herminia unas cosas envueltas en un papel, para que se las dieses a tu padre?
.- ¿en un papel?
          .-sí, en un papel de periódico
.-ah, aquel papel, intente leerlo pero no se entendía lo que ponía, estaba como lleno de grasa
        .- ¿y de donde era esa grasa?
.-de algo raro, como tocino
        .-bueno, ¿y qué hiciste con el tocino?
.-por no tirarlo, me lo fui comiendo por el camino
        .-o sea, que los torreznos fueron a parar a la panza del cojo
.-ah, ¿pero eso eran torreznos? pues haberlo dicho antes, yo que sabía, a mí nadie me dijo que aquello fueran torreznos
     .-cuando lleguemos a casa no se te va a olvidar jamás el nombre
           .-no le hagas nada Artemio, demuestra que por lo menos es ingenioso y hábil
                 .-Y por lo que me ha dicho el maestro, todo lo que tiene de bicho, lo tiene de inteligente y es aplicado en la caligrafía y las matemáticas, aunque aparece poco por clase, siempre tiene alguna escusa
          .-pues como castigo, todos los días a la escuela, y cuando termine el curso, por las mañanas al aserradero con migo para que aprendas un oficio
     .-de eso me encargo yo, le doy mi palabra, al fin y al cavo la culpa la tenemos nosotros.   Siempre está en el campo o en casa ayudando con las tareas
.-entonces lo de los dichosos torreznos olvidado y aquí no ha pasado nada
     .-anda, marcha a casa a ayudar  tu madre, que aún se me va a escapar la mano
           .-espera, MOZO, ponle un mosto al chiquillo, que se lo ha ganado
                .-yo no le daría tanta confianza, esto tiene más peligro
.-no diga eso señor cura, que usted también me invito a merendar aquel día
                .-que contestón, no se calla ni debajo del agua

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