miércoles, 16 de julio de 2014

El cojo (5)



El borrico 

      .- a comer
         .-ya vamos
     .- ¿qué tal la mañana?
         .-bien, hemos estado hablando con el tío Cayo y nos ha dicho que quiere arrancar aquellos almendros que tiene en la tierra del Cipero.  Todos los años se le hiela la flor y nunca recoge ni una almendra
    .- ¿y cuanto os va a pagar?
       .-hemos quedado en hacerlo por nuestra cuenta, la  leña es para nosotros, y luego,  podemos vender los troncos al aserradero y las ramas quedárnoslas como leña para el invierno
              .-jolín padre, si nos quisiera vender Don Esteban el borrico nos vendría de perlas
    .-ya, ¿y cómo lo pagamos?
             .-le podemos dar de entrada los troncos  de los almendros y el resto a plazos
        .-no creo que esté dispuesto, pero se puede hablar
.-dejarme hacer a mí el trato con él
         .-si consigues que acepte y sacas un buen precio, te libras del castigo
.- ¿pero de qué castigo?
        .-del que te va a caer como armes alguna, que fijo que la armas
.-bueno yo me encargo, pero eso sí, ni una palabra ni de los almendros ni del borrico a nadie
    .-verás como al final tenemos otro burro en casa
              .- ¿otro?
    .-sí,  cuatro, el de las orejas grandes y vosotros tres
               Felipe, bajaba por las tardes al aserradero para aprender.     Don Esteban no le dejaba estar cerca de las maquinas cuando estaban arrancadas. Sentado no muy cerca, solo mirar y aprender su funcionamiento, luego ya paradas, ayudaba a limpiar el serrín y engrasarlas, al tiempo que el encargado le explicaba cómo solucionar cualquier tipo de avería de poleas o engranajes, como la mejor manera de cambiar o afilar las sierras con el menor riesgo de cortaduras.
    Por las tardes, nadie merodeaba por las cuadras. 
       Él, sentado en un cacho de tronco gordo a modo de taburete, frente a una de aquellas máquinas, pasaba el rato y se entretenía, sacando punta a un cachito palo con la navajilla que normalmente llevaba en el bolsillo.
     Sin llamar la tención, salió al patio, se acerco hasta la cuadra sin ser visto. El pobre borrucho, estaba tranquilo comiendo en el pesebre.  Se aproximó despacio y clavó con fuerza el palitroque en su parte posterior, justo en un sitio que cada vez que movía el rabo este le rozaba en un saliente nada visible, al tiempo que daba un gran salto hacia tras, para evitar el recibir un par de coces.
         Volvió a la nave y se sentó de nuevo a ver como el operario hacía tablones en aquella maquina, sacándole de nuevo punta a otro palo de los caídos por el suelo.
     El revuelo de las caballerizas, hizo que Pascual fuese hasta allí para ver qué pasaba.    Aquel pequeño burro, parecía haberse vuelto loco, no dejaba de dar coces y alborotar al resto de animales.
         .-Don Esteban, Herminia, llamen a los hombres de la nave, a ver si somos capaces de sacar a este animal y llevarlo a otro sitio.
    Algunos trabajadores intentaban dominarlo, pero era imposible poder agarrar a aquel bicho.    Mientras en la nave trasera, Felipe y el hombre seguían tan tranquilos escuchando únicamente el infernal ruido que producía aquella gran sierra.
     .-llamar a Felipe, siempre tuvo mano con este burro
      .-Felipe ven
.-que pasa
      .-que dice Don Esteban que vayas a las cuadras, a ver si tu eres capaz de dominar a esa bestia
    .-mira a ver si a ti te hace caso este desgraciado
.-cualquiera se arrima
   .-ir a por un par de sogas para atarlo por las patas y sacarlo de aquí aunque sea arrastras
      Una vez las patas cogidas con nudos corredizos, de un fuerte tirón el burro cayó al suelo. En ese momento se acercó Felipe y en un descuido, con saña, clavó otro palitroque entre la pata delantera y el pecho del animal que del tirón casi arrastra a los que sujetaban las sogas.
   .-vamos tirar con fuerza y arrastrarlo hasta el almacén de los sacos de serrín.
   Era un tipo de cobertizo cerrado, para mantener secos los sacos, protegidos de la lluvia y la humedad. 
    Al día siguiente, todo seguía igual, pese a estar atado nadie podía acercarse a él, parecía embrujado, estaba poseído por el mismísimo diablo.
        .-habrá que llamar al veterinario
    Don Esteban que no era un señor de medias tintas:
    .-de eso nada, vale más la visita y la cura que el burro, vete y avisa al matarife y que lo sacrifique, muerto el perro, se acabó la rabia
.-espere Don Esteban, antes de sacrificarlo, ¿Por qué no me lo regala a mí?
    .-tú estás loco muchacho, si te da una coz, te termina de desgraciar para toda la vida
.-hagamos un trato. Si en una semana, yo soy capaz de montar en él, me lo llevo a casa y si no lo sacrifica
    .- ¿y yo que gano en el trato, si no eres capaz?
.-le doy una idea para qué este animal le reporte un buen dinero
    .- ¿Qué dinero vale un burro muerto?
.-si lo quiere saber, tendrá que esperar una semana
   .-trato hecho
        .-conociendo al chaval, este lo monta y come en su mano
    El primer día era imposible acercarse al animal. Cogió dos herraduras viejas que había por allí tiradas y pidió a Pascual, que por favor le afilase en fino las puntas, para poderlas clavar, luego entro en el almacén y golpeando con un guijarro, clavó cada una de ellas en un poste de madera de los que sujetaban las paredes.
  El segundo día, estuvo toda la tarde trenzando unos cordeles de bramante fino y resistente, hasta que el grosor y largura le pareció adecuado.
       El tercero, cuando se preparaba para atar el cordón trenzado a la soga que sujetaba sus patas traseras, vio que se aproximaba Don Esteban. Con un palo, hurgó en el rabo del borrico, lo que hizo que este diera botes en el suelo con fiereza.
     .- ¿Cómo va la cosa chaval?
.-bien, mírelo
    .-pues si llega a ir mal te come
.-no es tan fiero el león como lo pintan
   .-allá tú, pero no te fíes demasiado, no quiero ningún disgusto, si se entera tu madre de la que estás haciendo nos cuelga a los dos
.-usted tranquilo
   .-hala a seguir hablándole, a ver si se relaja contándole un cuento
.-esto está chupao
     .-si tu lo dices
   Y se marchó sonriendo, ya era hora de que alguien le ganase al mocoso en un trato. Y ese iba a ser él.
    El cuarto, unió las cuerdas y lo sujetó a las herraduras dejándolo estirado e inmovilizado.
    El quinto, después de comprobar que las herraduras, postes y cuerdas, habían aguantado su fuerza todo un día y contando con su flojedad después de varios días sin comer, se acercó con cuidado y le extrajo con unos alicates los palitroques.  Vaya susto, parecía que se iban a caer hasta las paredes donde estaban los postes.
     Se marchó y lo dejo descansar.    Quedó tranquilo y aliviado, al verse libre de aquellos palos.
     El sexto, era el día clave.      Con su pequeño cuerpo invadido por el terror, respiro profundamente y pensó: a por él.      Empezó a mirarlo como pidiéndole perdón, se fue acercando poco a poco, empezó a acariciarlo por el cuello y el lomo.   El burro, perecía agradecerle todas sus caricias.   Fue quitándole las ataduras poco a poco y una vez libre, siguió acariciándolo, hablándole despacio, contándole el porqué lo había hecho.   Luego trajo de la cuadra un barcao de paja para que comiese algo, llenó de agua un esterquero y se lo puso dentro del almacén.
     Y por fin llegó el día.
    .-bueno, que Felipe, ¿estás preparado?
.-si señor
    .-que vengan todos a ver el espectáculo
          Don Esteban, cargó su escopeta con bala de posta para jabalí y la puso bajo su brazo
.- ¿y la escopeta?
    .-si lo veo hacer un movimiento extraño, le salto toda la sesera de cuajo
.-pero si no pasa nada
    .-si te ocurriese algo, no me lo perdonaría en la vida
     Abrió la puerta y lo llamó desde fuera. Era increíble, salió despacio y se fue derecho a él cojeando un poco.
.-ahora aquí quieto bonito
    .- ¿Qué has hecho con él?
.-por favor, que nadie se acerque
           Cogió una escalera de tijera que se usaba para el engrase  de la maquinaria y la puso junto al borrico. Fue subiendo peldaño a peldaño, hasta llegar a la altura del lomo y montó en él.  
 .-Don Esteban, lo he conseguido y el burro es mío. Lo llamaré de nombre Bonito
    .-un trato es un trato, pero bájate ya de ahí
.- ¿se lo dije o no?
    .-por curiosidad, ¿y si llegas a perder?, ¿Qué habías pensado para sacar dinero de un animal muerto?
.-la respuesta queda para el próximo trato
    .-valiente cabroncete, bien me la ha jugado
.-le prometo que pronto lo sabrá, pero no ahora
      Ató al cuello del burro un cacho de soga y se lo llevó andando a casa.
.-madre, padre, mirad lo que traigo, se llama Bonito, ¿a qué os gusta el nombre que le he puesto?
          .- ¿entonces, aceptó el trato?
.-no, no le he dicho nada, mañana empezaré a pactar con él, el precio de los troncos de los almendros
         .-tira y llévale ahora mismo el burro a Don Estaban
.-que me lo ha regalado, es mío, le habré caído bien por algo gracioso, ¿Qué quieres que yo le haga?
        .-yo te mato malandrín, ya puedes contar la verdad
.-vale, se lo he ganado en una apuesta
     .-cuéntame todo hijo, tu padre no sabe lo listo que tú eres.     Es un buen hombre, pero algo bruto, demasiado ha pasado para darnos de comer a diario dejándose el sudor y la vida entre los terrones de tierra trabajando de sol a sol.
.-ahora hay que darle de comer bien a Bonito y dejarle descansar unos días, luego será uno más a trabajar
      Después de contarles todo en la cena:
    .-pero eso no se hace hijo, pobre Bonito
.- ¿y que querías que hiciese?
        .-estás castigado por salvaje, eso no lo hacen ni las bestias
.-está bien, tenéis razón, ya sé que no lo debería haber hecho
    .-en realidad hijo, no me esperaba esto de ti
.-se que está mal, creo que esta vez me he pasado
               .-bueno al fin y al cavo ya tenemos burro
          .-saltó el otro bestia, me dan ganas de soltarte un sopapo a mano abierta
              .-además dijiste que le perdonabas el castigo si lograba el trato y encima lo ha sacado gratis
.-da igual, este castigo me lo merezco
          .-bueno un trato es un trato, quedas sin castigo, pero nunca más maltrates a un animal de esa manera
   .-que te quede claro que me has decepcionado mucho las cosas se logran de otra manera o no se consiguen da igual, nunca, nunca más vuelvas a defraudarme
.-te lo prometo madre
       Pasaron unos días.

.-Don Esteban, mi padre y mi hermano van a arrancar unos almendros
     .-pues que los arranquen
.-si pero… ¿a como le paga la madera de los troncos?
     .-pues depende del peso
.- ¿pero a cuanto el kilo?
     .-limpios a 20 céntimos
.-digamos que a 30
     .-yo no regateo, dile a tu padre que a 20
.-a 25 y le digo algo que quiere saber
    .-prefiero no saber nada, con tigo siempre se sale perdiendo
.-que pena, yo le iba a contar como sacar dinero con el sacrificio de un borrico
    .-de acuerdo a 25, pero un animal muerto, ¿Qué va a valer? nada, como no sea el pellejo
.- ¿y quién está hablando de un animal muerto?
    .-ya me estás liando, o haber vendido una fiera viva, ¿Quién lo iba a comprar?
.-escuche: un burro tierno se sacrifica, después se llama al carnicero del pueblo de al lado y despiezado luego él, lo vende como rosquillas. Se lo digo con certeza, seguro créame no será ni el primero ni el ultimo, si lo sabré yo
     .-valiente bastardo de siete padres y nos lo vende como ternera
.- de la más tierna, exclusiva solo para gente pudiente, los pobres, no nos podemos permitir esos lujos
    .-nada, pues hecho, dile a tu padre que a 25 céntimos pero que no diga nada a nadie, el precio es para todos igual, si le preguntan a 20 y el tronco bien limpio
      La familia estaba sentada en el corral.
.-padre, adivina adivinanza, ¿a cuánto nos paga el kilo de almendro Don Esteban?
        .-ya he preguntado, a 12 en bruto y a 20 el tronco limpio
.-ja, ja, esto no lo debe saber nadie pero los tuyos se pagan a 25 en limpio
        .-ya has vuelto a armar alguna, de esta te cuelgo
.-tranquilo, de esta vez solo le he revuelto un poco el estomago, se va a acordar de hoy cada vez que se dé el lujo de comer ternera tierna.

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