La carretera
En la esquina sonó la trompetilla
estridente del pregonero, aquel señor algo faltico de luces, que desde niño
había sido apartado de los demás por lastima, o tal vez por desconocimiento
debido a su deficiencia mental era algo
habitual. Sin haber pisado la escuela,
el pueblo le adjudicó ese puesto nada más cumplir los dieciséis y ahí sigue de
esquina en esquina por unos duros al mes y alguna que otra propina de los comerciantes
que visitan el lugar. Haciendo llegar a todos los vecinos los bandos
de la alcaldía y los recados de quien así lo solicite.
.-Por orden del
señor alcalde, se hace saber, que mañana vendrá a visitar este pueblo, un alto cargo del ministerio. Se ruega a las vecinas que bajen esta tarde
para ayudar a engalanar la plaza y que mañana antes de las doce acudan a
recibirlo todos vestidos de domingo.
Cada mujer aportó lo que
pudo: mantones, colchas, cortinas, etc.
En el balcón del la casa consistorial una gran bandera de España cubría
todo el barandal, en las ventanas lucían los mantones de manila bordados de la
gente de rango y el resto de ventanas y fachadas de la plaza se cubrían con colchas,
cortinas y telas floreadas, cada una de ellas adornada con una pequeña bandera roja
y gualda con el aguilucho, cogida con imperdibles.
A las doce menos cuarto de
la mañana, estaban los vecinos formando una fila todo alrededor de la plaza.
En la puerta principal del ayuntamiento: el alcalde con su bastón, el
secretario, el cura, el maestro, el médico y a cada lado, flaqueando las
autoridades, una pareja de la guardia civil.
Desde lo alto del
campanario, se dio la voz de aviso:
.-ya está entrando en
el pueblo
El largo morro de un coche negro irrumpió
por la estrecha callejuela, en ese momento todos los hombres y mozos de cierta
edad empezaron a aplaudir, los niños y las mujeres, movían banderitas de papel
con su mano derecha para darle la
bienvenida.
El chofer, con su gorra de
plato descendió del vehículo y dando la vuelta al mismo por la parte trasera,
abrió la puerta para que bajase el susodicho cargo ministerial.
Entraron a la alcaldía a
recibir la buena nueva. Al cavo de media
hora, salían sonrientes, volvía a subir al coche y entre aplausos y vítores,
abandonaba el gran coche la plaza.
A recoger y para casa, el
espectáculo y rendimiento de honores a la autoridad había terminado.
El pregonero se puso en
posición de firmes en medio de la plaza. Hizo sonar su trompetilla y anunció:
.-de parte, del señor
alcalde, todo aquel que quiera trabajar en el arreglo de la carretera, deberá
apuntarse en la secretaría, a partir del lunes, para poder entrar en el sorteo
de los trabajadores de la zona para dicho fin.
A
primera hora del lunes, allí estaban los tres para dar sus datos para el
sorteo, a ver si tenían un poco de
suerte y entraban en la lista.
.- ¿y tú, Felipe de que te quieres apuntar?
.-yo de aguador, para llevar el botijo de un lado a otro, ah, y ponga
que dispongo de burro para tal labor.
Por la tarde Felipe, no podía
permanecer callado, era como una chiflata.
Al llegar al aserradero contó a todos que se había apuntado como aguador
para la obra de la carretera. Arreglar
aquello similar a un pedregoso paso de
cabras, para convertirlo en una carretera comarcal que
por fin uniese la capital con el cruce de más arriba, seguro llevaría bastante
tiempo y también dejaría algún dinero a trabajadores y pueblos de esa zona por donde debía
transcurrir. Todos los obreros y maquinas de esa gran obra, provocarían una
inversión necesaria en cada uno de los pueblos por pequeños que estos fueran.
Por distintos motivos, no todos estaban
dispuestos a realizar aquel duro trabajo, pero para los necesitados de pan, era
la posibilidad de sacar adelante a su familia.
A los pocos días, Don
esteban mandó aviso, para que bajase a hablar con él Artemio.
.-señor, señor, que
cruz
.- ¿qué te pasa ahora?
.-ya hacía mucho que no
armaba ninguna
.- ¿quién?
.-
¿y lo dudas?, pues este diablo que nos ha tocado tener por hijo
.-bueno tranquilo, que
enseguida te alteras
.- ¿donde está ahora?
.-pues en el aserradero, como
todas las tardes
.-voy a ver que quiere ahora Don esteban y
como la haya vuelto a liar, no dejo de
darle con la correa hasta que se rompa la hebilla
.-Artemio con moderación, que
nos conocemos y yo, también se manejar el palo de la escoba
.-no
si encima voy a tenar que subirlo en brazos y dándole besos
.-tú me entiendes
Se fue refunfuñando,
cerró la puerta de golpe y se apresuro a ver qué pasaba.
.- ¿da usted su permiso?
.-pasa
.-buenas tardes Don Esteban
.-hola, quería hablar
con tigo
.-no me diga más, ¿que ha
preparado ahora?
.-nada hombre nada, tan
solo, es un ofrecimiento que me gustaría hacerle
.-usted dirá
.-hay un trabajo muy
duro, pero muy rentable para la gente que está dispuesta a trabajar y sé que ni
a ti, ni a tu hijo, os da miedo el trabajo
.-espere Don Esteban, si no le importa me
gustaría que el chaval estuviese presente
.-no hay problema, vete a
buscarlo y os espero
En la cabeza de Don
esteban, había una confusión, Artemio a quien iba a buscar, no era a Bernardo,
si no al pequeño.
.-ya estamos aquí
.- ¿pero... y el chaval?
.-aquí está
.-yo me voy a sentar, esto va para largo
.-niño, un respeto
.-deja que se siente y
tú puedes sentarte también, estaremos más cómodos
.-gracias Don Esteban
.-he pensado en
recomendaros, para que entréis a trabajar en la cantera. Es un trabajo duro el
extraer y picar piedra, pero aparte del sueldo, que es un poquito más alto, hay
una pequeña bonificación por los metros cúbicos de grava y esto viene muy bien
a final de mes.
A parte, llegue donde llegue
la carretera, piedra sigue siempre haciendo falta, por lo que hasta la
finalización de la carretera, el trabajo está asegurado
.-gracias, ¿pero... y la
cantera donde está?
.-me he estado
informando y quieren extraer la piedra demoliendo toda la peña que hace la curva
de la garganta del ángel unos quince kilómetros rio abajo. Así pueden dejar
paso para la carretera por la parte trasera del risco evitando el terraplén
.-muchas gracias
.-para, para, ¿y a cambio?
.-perdónelo don esteban,
estos niños
.-vale perdón ¿y a cambio?
.-como me conoces truhán,
a cambio quiero que Felipe se quede por la mañana en casa o en el colegio
durante el curso y por la tarde siga viniendo todos los días para aprender bien
la función de mecánico de las maquinas del
aserradero
.- ¿y cuanto voy a cobrar?
.-un respeto, deberías estar
agradecido. Te libras de una colleja porque estamos donde estamos
.-sí, ¿pero cuanto?
.-es que no me dejas
terminar de hablar. Pensaba darte 300
pesetas al mes
.- ¿y la cantera, dice que está a veintitantos kilómetros por caminos?
.-sí, ¿y qué tiene eso
que ver?
.-mejor digamos 150 pesetas al mes
.-malo ¿qué pasa
ahora?
.- ¿pero es que no puedes
aceptar la generosa oferta de un señor como Don Esteban?
.-por eso mismo, porque respeto mucho su palabra, ¿si podemos ganar todos
llegando a un acuerdo?
.-déjalo, vamos a
saber valorar su perspicacia
.- ¿su qué?
.-su ingenio, aunque
mucho me temo que al final me va a tocar salir perdiendo
.-a lo que íbamos, 150 al mes
.-pero eso es la mitad de
lo que te he ofrecido
.-sí, con la otra mitad, usted, compra dos bicicletas para que mi padre
y hermano vayan a trabajar todos los
días
.- ¿tú sabes lo que vale
una bicicleta?
.-de esas negras, que llevan: faro, bomba y trasportín
.- claro ¿y qué más?
.-seguro que le resulta rentable, hablemos de un año, luego volvemos a
hablar. 12 meses por 150, hacen un total
de 1800 pesetas
.-no me cuadran las
cuentas
.-está bien, más sencillo, 400 al mes y yo les compro las bicicletas,
pero no le garantizo el tiempo, puede ser que en la carretera con un poco de
imaginación gane más
El padre, no daba crédito a
la desvergüenza de aquel mocoso y mucho menos a la atención que Don Esteban
prestaba a cada una de sus palabras, un despiste, sabía que distraería ese tira y afloja que existía entre
los dos, por lo que decidió meter baza para distraer un poco la concentración
de Don Esteban
.-pero
a ver, ¿cuánto puede costar una bicicleta?
.-no sé, tendría que
preguntar
.-no se hable más. Yo aquí estoy agusto y sé que usted valora mi
trabajo. Peseta arriba, peseta abajo, las dos
bicicletas y doscientas al mes durante año y medio y no se hable más, ala trato
cerrado
.- ¿como doscientas?
.-claro, la mitad de 400, en mi tierra son 200, ¿o no?
.- ¿pero no era la
mitad de trescientas?
.-no, hemos quedado en cuatrocientas y yo pagaba las bicicletas
.-eso ha dicho Felipe 400 al
mes y nos la regalaba él
.-a ver, pero habrá
que saber el precio
.- ¿para qué?, eso no tiene ciencia, si valen a quinientas pesetas,
pues sale usted ganando
.-claro, ¿y si valen a
dos mil?
.-ala exagerao, incluso así anda
rozando la cuenta. Pero en fin, como usted diga, cuatrocientas al mes y usted
se olvida de las bicicletas, pero es una pena perder por dos duros a un chaval que intenta aprender y
conocer cada tornillo de sus maquinas para el día de mañana
.-a ver, partamos de
cero, quedamos en las 150 pesetas durante un año y las dos bicicletas
.-nada que no lo entiende. Son doscientas al mes y las dos bicicletas
en un año o cuatrocientas cincuenta, en un año y medio y las pago yo
.- ¿de dónde te sacas
ahora las cuatrocientas cincuenta?
.-claro muy listo, y si luego cada bici cuesta más
.-vale, me has
convencido. Última palabra y que
quede claro: doscientas pesetas al mes, durante un año y medio, las dos
bicicletas y la recomendación para que entren a trabajar en la cantera
.-trato hecho
Según iba el padre a estrechar la mano de Don
Esteban, este se levantó y su gran mano abierta se dirigió hasta la pequeña
mano de Felipe. En aquel fiel momento, Artemio retiró su mano hacia atrás, se dotó de
fuerza para darse cuenta que ya tan solo servía para trabajar. Para los tratos, debía confiar en la inteligencia
de aquel mocoso.
Según contaba en casa lo
sucedido, entre la tristeza de su incapacidad y la alegría de tener trabajo,
bicicleta y sobre todo un hijo tan listo. Felipe se levantó, se puso por detrás, se acercó a él y lo abrazó por
los hombros.
.-padre, de mayor, me gustaría parecerme a ti y ser tan trabajador y
tan honrado como tú eres
.-gracias hijo, pero
espero que tu inteligencia, te evite el tener que doblar los riñones todos los
días
.-Hagáis lo que dios quiera
que hagáis, estoy segura que nos sentiremos orgullosos de vosotros dos.
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