jueves, 24 de julio de 2014

El Cojo (7)


Imágenes en la pared

   Los niños jugaban en su rato de recreo.  Don Federico, sentado en una piedra en la puerta del colegio, liaba un  cigarro del cuarterón con esmero, despacito, le gustaba que quedase bien recto y disfrutar, fumándolo relajado antes de entrar de nuevo a clase.    No le gustaba fumar dentro.  Allí en el aula siempre pretendía tener los cinco sentidos alerta, vigilantes ante el menor movimiento de aquellas fierecillas.
        .-soooooooo
      Frente a ellos paró un carromato con cuatro grandes ruedas;   un toldo semicircular bien tenso que hacía que en la lona se marcasen los mimbres gruesos y curvados que lo sujetaban y  daban forma. A cada lado de la larga lanza, una mula marrón de gran envergadura.
       Del pescante se apeó un señor alto, de rostro serio. Un poblado bigote que se le unía con sus largas patillas cubriendo el hueso de la quijada.    Vestía un traje color gris de raya fina que acompañaba  con un sombrero de ala ancha
                .-hola buen hombre, ¿Qué se le ha perdido por estos lugares de dios?
       .-me podría indicar como llegar a la cantina
                 .-cogiendo esa calle, se la topa de frente, justo en la plaza al lado del edificio del ayuntamiento
       .-gracias, espero verlo esta noche
               Volvió a subirse agarrando con fuerza su mano izquierda al respaldo del pescante, cogió las riendas de cuero y agitándolas gritó:
       .-arre mula
             Después de un rato en la cantina, haber tomado un refresco y una vez cerrado el trato económico con el dueño con respecto a su novedoso negocio y ajustar el precio por tener posada para él y sus dos animales esa noche, mandó al pregonero a dar la vuelta al pueblo.
           En esos lugares señalados y tras hacer berrear su distorsionada trompetilla:
                .-se hace saber, que hoy, a las diez de la noche, habrá, una gran sesión de cine sonoro en la cantina.
           La entrada cuesta dos pesetas para adultos y seis reales para los menores de doce años;    con la entrada, tendrán derecho a un refrigerio en el mostrador.
    Atención, gran sesión de cine sonoro esta noche en la cantina.
         Hasta aquel pequeño lugar recóndito y su entorno, a diferencia de los que se encontraban más cerca de la capital, no llegaba nada la señal de televisión, las ondas de radio nacional a veces. Decían que dependía mucho de donde soplase el aire. “por decir algo”
  .-madre, madre, que esta noche hay cine
    .-sí, el de las sabanas blancas
.-que es verdad
    .-claro y cuando lleguen aquí tu padre y tu hermano les dices que hoy no se cena y entonces lo que hay son títeres
.-pero si es después de cenar, a las diez
     .-claro, se acuestan a las tantas y mañana a trabajar
.-pues yo pienso ir
     .-pues a ver de dónde sacas el dinero para la entrada
.-en esta casa, no se puede hacer nada
     .-anda, siéntate a comer
.-no tengo hambre,  voy a sentarme al corral
      .-mejor así mantienes la figura, no sea que engordes
.-ja, ja, me haces una gracia
      .-anda bobo, siéntate, que seguro que sí que vamos
.- ¿te imaginas? cine y ha dicho el pregonero que tiene sonoro
        .-hace ya años vino por aquí un señor que traía un aparato;  un manubrio y todos bajamos a oírlo.  Él señor le daba vueltas a una manivela y sonaba música alegre.      Al principio solo mirábamos como bobos, pero una vez que una pareja se animó a bailar, todos fuimos detrás y nos lo pasamos genial.     Tú eras pequeño y  padre y yo todo el rato bailamos con tigo en brazos, mientras cerca Bernardo correteaba dando guerra.    De vez en cuando dábamos una vuelta y tú te partías a reír.  Como pasa el tiempo
.- ¿entonces esta noche vamos a ir?
     .-pues claro
.- ¿y si padre no quiere?
      .-pues que se acueste y que descanse bien
.-gracias madre, te quiero más
      .-vamos come que tienes que hacer los deberes e ir  al aserradero
       Había un rato, después de la comida en que Felipe dejaba de inventar y  dedicaba toda su mente solo a los quehaceres del colegio, pero una vez que salía de casa, la maquinaría se ponía en marcha.       Calle abajo se le iba ocurriendo una idea que seguro daría una alegría a su familia.
     .-muy buena tarde truhán, que, ¿dispuesto a cargar unos tablones?
.-vale, ¿usted sería capaz de saber que tuerca hay que ajustar para que no vibre la cinta trasportadora?
     .- ¿qué coño sé yo de tuercas?
.-lo mismito, lo mismito, que quiero yo saber de cargar tablones
     .-mira que siempre tienes respuesta para todo
.-adiós, voy a ver al señor Celedonio, que ya me estará esperando con la llave inglesa en la mano
      Efectivamente, cuando entro a la nave, allí estaba aflojando el tensor de la polea para cambiarla.
         .-Felipe, mira, esta polea tiene que ser dentada, para evitar que se queme por frotación cuando lleva la cinta demasiado peso
.-pues que no la carguen tanto
        .-estos son como bestias, no piensan ni aunque le ofrezcan un cacho de tocino a cambio
.-digamos, que tienen comido el cerebro por el bicho de la ignorancia
        .-espera, espera Felipe, repítemelo, que esto me lo apunto
.-por favor señor Celedonio, que no  se entere de esto, pero hablando de ignorancia, ¿estará Don Esteban?
        .-sí, a estas horas ya habrá despertado de la siesta. Aprovecha ahora que todavía estará adormilado
.-gracias, ahora vuelvo
       Subió agarrándose a la barandilla, las escaleras por las cuales se accedía directamente desde la nave hasta la oficina
.-Don Esteban, ¿se puede?
         .-adelante
.-soy yo
         .-hombre Felipe, ¿qué tripa se te ha roto ahora?
.- ¿se ha enterado? esta noche hay cine en la cantina
        .-sí, algo he oído
.-pues yo, quería invitar a mi familia, pero no tengo ni una peseta y había pensado,  que si usted me pudiese adelantar siete cincuenta de la soldada, pues ya estaba todo arreglado
        .-aquí siempre se paga todos los día uno de cada mes, puntualmente
.-ya, ¿pero me adelanta siete cincuenta o no?
        .-un momento
            Sacó del cajón un cuaderno de pastas azules, lo abrió hacia la mitad y tras coger el lapicero, empezó a escribir en él, diciendo en voz alta lo que plasmaba en aquellas líneas.
         .-día seis; adelanto a cuenta para Felipe, siete con cincuenta.  Total a descontar a fin de mes, ocho pesetas
.- ¿Cómo que ocho?
        .-claro, esto conlleva unos intereses
       Felipe intentaba pensar algo rápido, lo había cogido desprevenido.      Aquellos cincuenta céntimos parecían salirle del alma, tenía que ver la manera de solucionarlo antes de abandonar aquella oficina.
         Don Esteban entre tanto, disfrutaba viendo la cara del muchacho.    Por fin lo había cogido, dándole donde más le dolía.
.-bueno, pues deme las siete cincuenta
     .-te las doy en monedas grandes si no te molesta. Dos cincuenta, cinco y siete cincuenta
.-gracias Don Esteban
       Según abrió la puerta para salir, dio un giro.
.-que sepa que esto me parece una estafa
      .-a ver Felipe, ¿Qué son cincuenta céntimos?   nada, Lo importante es poder invitar a tu familia a ese cine de la cantina
.-está bien, esta vez se ha salido con la suya, pero…
      .-no seas rencoroso, en la vida unas veces se gana y otras se pierde
 .-tiene razón, no siempre se puede ganar, pero la falta de astucia no justifica las trampas en el juego
        .-mira chaval, si alguien me llamase tramposo a la cara como lo estás haciendo tú, se tendría que marchar del pueblo.  Pero hoy, estoy de buenas,  viendo esa cara pensativa  de sorpresa, no pienso dar importancia a tus palabras, solo a que esta vez has perdido
.-pues así, no me gusta perder
        .-si no fuera por lo que es, ahora mismo te tacharía del cuaderno y te regalaría las siete cincuenta, pero no puedo hacerlo.   La vida es así de cruel y ya tienes edad para empezar a aprender a encajar las derrotas
.-no, si encima me estará haciendo un favor
     .-eso pretendo,  sabes que te aprecio;   algún día te acordaras de hoy y estas palabras y me lo agradecerás
.-nada pues adiós y muchas gracias Don esteban
      .-acuérdate los prestamos siempre llevan intereses
      Salió y cuando iba a bajar la escalera, se dio la vuelta y volvió a entrar en la oficina sin llamar.
.-Don Esteban, me parece que no ha entendido usted a lo que yo venía
       .- ¿Qué pasa ahora Felipe?
.-como usted  ha dicho los prestamos,  tienen intereses; pero yo no le he pedido nada prestado. Le he pedido un adelanto correspondiente a unos días ya trabajados
      .-mira déjalo, piensa lo que quieras, ya no te pienso borrar del cuaderno y ahora a trabajar
.-esta vez los dos hemos ganado
       .- ¿Cómo los dos?
.-sí, usted me ha ganado en el trato  cincuenta céntimos y yo me ha quedado a gusto diciéndole lo que pensaba, aunque me haya costado solo dos reales, que dicho así parece menos dinero aún siendo lo mismo
      .-mira que siempre tienes que  quedar tú diciendo la última palabra.   Anda tira, que aún te descuento el rato de ausencia de tu puesto de trabajo
.-hasta luego. ¡Ah! Y gracias Don Esteban
            De vuelta a casa pasó por la cantina y compró las entradas, tres de mayor y una de niño. Allí se entretuvo un rato viendo como el señor ponía sobre una mesa de casi dos metros de alta con patas de hierro un artilugio con dos ruedas grandes, una llena y la otra vacía.  Justo al lado, otra mesa normal con otro aparato también con dos ruedas, pero mucho más pequeñas. Un cable gordo atravesaba el suelo desde el mostrador hasta el centro, justo debajo de las mesas, donde había puesta una caja como la de los músicos pero en pequeño y en la pared, estaban poniendo una sábana blanca, pero de aspecto, más como brillante.
         Eran las diez menos veinte y estaba escondiéndose el sol por el horizonte.        Felipe y su madre picotearon un cacho de pan untado con grasa roja. Dejaron la mesa preparada, para nada más llegar, cenasen rápido y  así llegar a tiempo para la hora de empezar.
      .-por fin, ya están aquí
.-padre vamos, cenar rápido, que nos vamos al cine
           .-vengo yo para cines
     .-oye, cenar deprisita y arreando, que Felipe ya ha sacado las entradas y las ha pagado él para invitarnos
          .-a sus ordenes
                .-coño, cualquiera rechista
          .-caya Bernardo, que cobramos los dos
             En la cantina, habían colocado las sillas haciendo dos  filas en la parte de adelante. Estaban ocupadas por la gente respetable del pueblo y sus señoras.  Detrás de pie, el resto de personal situado por altura, para poder ver todos bien la pantalla.
     Los hombres entregaban su entrada en el mostrador a cambio de una caña de vino, los mozos cada uno con un tercio de cerveza y las señoras, mozas y niños con la botella de gaseosa de sabor naranja.  El refresco que la marca Aguirre, había puesto de moda ese año.
         En la puerta, atrás del todo, la pareja de la guardia civil con su tricornio negro bajo el brazo, para mantener el orden y el silencio durante la proyección.
      Salió el señor; se puso junto a la parez mirando a los asistentes y se quitó el sombrero.
         .-señores y señoras, jóvenes y niños, hoy tengo el honor de presentarles la película más vista en todas las salas de España y parte del extranjero. 
    Dirigida por: Nicolas Ray y protagonizada por: Charlos Heston, Ava Gardner y David Niven.   Espero que sea de su agrado y por favor mantengan silencio.
      Se dirigió hasta el centro de la cantina. 
           .-apague las luces.    Todo se quedo en completa oscuridad.   Sobre la pared, se veían unas rayas blancas y negras borrosas que fueron modificándose, según él, tocaba en la parte delantera del proyector.   Una vez se veían nítidas, en voz alta y expresivamente:
        .-silencio.    Con todos ustedes:
                                          Cincuenta y cinco días en Pekín. 
                  Todos aplaudieron mientras los números iban retrocediendo en la pantalla.
       10, 9, 8,7 6, 5, 4, 3, 2, 1,  entonces de nuevo se hizo el silencio y comenzó el espectáculo.
        Cada cierto tiempo, se dejaba de oír el sonido unos segundos y después se volvía a recuperar.    Las bobinas del  magnetófono,  giraban un poco más rápidas que las del viejo pero bien conservado proyector de cine mudo, por lo que era la única manera de poder sincronizar la imagen con el sonido del doblaje.
             Como habían acordado, a mitad de la película se hizo un descanso al finalizarse el primer royo.
             El público estaba entretenido, lo que hizo que al encenderse las luces, muchos se dirigiesen al mostrador para pedir otro piscolabis.    Mientras el señor cambiaba la bobina, el cantinero ayudado por su esposa, se daban vidilla, para que no quedase nadie sin servir.
          .- a ver según vais pidiendo, me vais pagando, que luego siempre se despista alguien.
              Quince minutos y cada uno a su sitio para seguir disfrutando de la velada.
        Al finalizar la película, todo eran felicitaciones para aquel proyeccionista itinerante.        Nadie parecía tener prisa por marchar.     Aunque hubiese que madrugar  al día siguiente muchos volvieron a pedir otra ronda. Para el cantinero, había sido una gran noche, la de más caja y menos problemas, debido tal vez, a la presencia de la guardia civil.  A algunos, ya un poquito perjudicados,  se les empezaba a trabar la lengua a la hora de pronunciar ciertas palabras, pero sin alzar la voz ni discutir, por una vez estaban de acuerdo,  hacía tiempo que no pasaban una noche tan cordial entre todos los vecinos.
   .-Artemio, Bernardo, pá casa a dormir, que este niño se cae ya de sueño
          .-me termino el vino y nos vamos
    .-deja de terminar nada que por hoy ya has bebido bastante
             .-padre vámonos, acabemos la noche en paz.
       Y así acabó para ellos aquella noche en fraternidad con todos viendo aquella gran película que recordarían y comentarían durante mucho tiempo.

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