martes, 12 de agosto de 2014

El Cojo (13)


Teoría y práctica

         A las ocho en punto, alguien golpeó con fuerza en la puerta.
     .-vamos holgazanes
         .-ya voy, ya voy
    .-vamos. Os quiero ver a los dos en casa lo más tardar en diez minutos
          .-arriba chaval, es tu madre y ¡viene con un genio! que paqué las prisas
.-jolín, me duele la cabeza
          .-pues date prisita o nos va a doler todo el cuerpo de la paliza que vamos a recibir
         La madre les tenía preparados dos vasos de leche con un poco de achicoria (aunque no se lo mereciesen)
    .- ¿qué tal los cuerpos?
          .-bien, (contesto Celedonio con gesto de dolor)
.-a mi me duele un poco la cabeza
    .- ¿como habéis dormido?
             .-él en mi cama y yo en la alfombra
     .-hay Celedonio, que estos cuerpos, ya no están para dormir en el suelo
.-era para estar más fresco
     .-tú cállate y desayuna
             .-habíamos pensado en hacer un turno de noche para el mantenimiento y limpieza de las maquinas, no es una buena idea, pero no hay otra
     .-pues no, no es nada buena, ¿cómo piensas que va a trabajar este crio de noche?
.-hay un par de cosas que he soñado y que podrían dar resultado, pero para eso tengo que pensar yo solo y me tenéis que encubrir vosotros
     .- ¿ya la vas a preparar?
.-madre, esto es por una buena causa
     .-cuando tú pones cara de corderito;   no hay buena causa que valga
.-  Esta noche señor Celedonio, no puede salir de  casa y a ti madre, si te preguntan, estoy con él
           .-ahora vamos a ver a Don Esteban para que nos dé un día más de plazo para pensar
     .-pues que piense él, ¿no es el dueño?
.-ya veré la manera de cobrárselo
     .-sí y caro, las ideas son lo más valioso y él lo sabe, anda que no es listo ni nada el pájaro
              .-hasta luego señora y gracias por el desayuno
.-adiós, ahora mismo subo madre
          Calle abajo:
             .- ¿y ahora qué hacemos?
.-nada, usted sígame la corriente
           La puerta de la oficina estaba abierta, esperando su llegada como agua en mayo.
             .-buenos días
.- ¿nos sentamos?
       .-digo yo, estaréis reventados
.-un poco
       .-a ver, pensadores profundos, ya me he enterado de la fiesta que os disteis ayer tarde en la cantina a mi cuenta
             .-era una manera de pensar
      .-pues explicaros
.-el caso es que aún hay algunos detallitos por rematar
     .- ¿como algunos detallitos?
.-si nos diera usted otro billete, esta tarde podríamos ultimarlos y así poder darle una solución más rentable
     .-pero adelantarme algo, aquí el caso solo es pedir billetes
           .-el caso es que...
.-el caso es que sin esos detallitos de nada, es difícil de explicar la cuestión para que usted lo entienda
      .- ¿qué pasa?, ¿que soy tonto?
             .-no, no, nadie ha dicho eso, bueno, explícaselo
.-si las maquinas parasen invirtiendo el tiempo reducido de parada, como si las agujas del reloj girasen al mismo tiempo en sentido contrario, la carga de trabajo tendría una relación inversa a las agujas del reloj. De esa forma, complementando, el tiempo de mantenimiento de una maquina con el de inicio de las demás, el rendimiento de trabajo subiría exponencialmente
           El señor Celedonio intentaba disimular asintiendo con la cabeza a cada frase que Felipe pronunciaba y en cada respiración decía: .-claro, claro
            .-sí, eso es más o menos
        Don esteban, con los ojos abiertos como platos, los miraba estupefacto sin entender nada.
      .- ¿y eso que quiere decir?
.-ve,  es que se lo he dicho, está claro, no ha  entendido nada
     .-pues no
.-claro porque faltan los detalles
      .- ¿pero qué tiene eso que ver con los detalles?
  .-las cositas más insignificantes, aunque no lo parezca, son a veces las más importantes.      Ahora Imagíneselo, una máquina que funciona perfectamente;  ¿pero si se afloja una pequeña tuerca?
     .-pues se jodió la maquina
.-pues eso es ¿nos da el billete o no?
       .-tomar el billete y a trabajar
               .-lo sentimos mucho;  pero nuestro trabajo hoy es pensar
      .-fuera de aquí, pero mañana a las diez a más tardar, quiero aquí todo con detalles y que yo lo entienda
 .- ¿a las diez?
       .-sí
              .-no sé
       .- ¿como que no sé?
.-mejor sería a las cuatro y media de la tarde.   Después de la siesta está la mente más despejada y así usted no sé, podrá  entender todo mejor
      .- ¿pero quién me mandaría?
.-tranquilo, relájese y escuche a su conciencia. Ssss, paz interior
      .-fuera, no quiero saber nada sobre vosotros hasta mañana a las cinco de la tarde.
.-mejor, media horita más para estar despejados 
             .-hasta mañana Don Esteban
      .-pues no dice ahora el mierda este que escuche mi conciencia; y eso de paz interior, ¿a qué habrá venido?  Un día de estos verás;  le doy un coscorrón y se le acaba la palabrería
            .-tú también, con eso de la paz interior, te habrás quedado a gusto
.-por lo menos, ya tiene en que pensar
            .-mañana se lo haces entender tú
 .-Bueno señor Celedonio, con dinero en el bolsillo y el día libre, vámonos a encargar la comida en la cantina
            .- ¿pero y la solución? a mí eso de hacer limpieza y mantenimiento por la noche no me convence, aunque sea le decimos que al medio día, a la hora de comer una máquina y al cerrar antes de ir a cenar otras
.-vamos a buscar a mi madre, comemos los tres y luego déjeme a mí. El truco está en hacerlo de alguna forma que agudice mi ingenio
             .-me veo este mes sin cobrar, ¿y esas palabras tan raras que le has dicho a Don Esteban?
.-nada, me he leído casi todos los libros que tiene Don Federico en su estantería y cuando hay alguna palabra que me gusta como suena, aunque no esté seguro de lo que quiere decir, la memorizo para estos casos
            .-no me extraña que no hayamos entendido nada de lo que has dicho; pero para mañana ya puedes sacar otro rosario de frases, de esta no nos libra ni dios
     Pasaron por la cantina a encargar el condumio, antes de subir por casa a avisar a su madre.
            .-señora, aquí se lo traigo sano y salvo
     .- ¿qué ha pasado?
.-nada, solo que nos ha dado otro billete para invitarnos a comer a los tres.  Ya hemos encargado la comida en la cantina para las dos en punto
     .- ¿entonces?
           .-que no haga comida hoy
      .- ¿pero y Don Esteban?
.-hoy comemos a cuenta suya; mañana dios dirá. Vamos a pensar un pelín al corral, que se está bien a la sombra. Avísanos a la una y media para bajar
           .-menuda siestita que me voy a pegar  esta tarde después de comer
.-y yo
     .-digáis lo que digáis, yo no veo esto con buen final
.-no todo va a salir siempre bien, pero por ahora no va la cosa tan mal
       Como estaba previsto a la hora bajaron a comer.
     La señora de la cantina había preparado un arroz con pollo, una rodaja de pescado de segundo y un gran flan como postre.   La verdad es que en la cuenta se pasó un poco, pero con pólvora ajena bien se dispara.
            Una vez terminaron de comer, durante el café:
    .- ¿y qué?, al final, ¿habéis pensado algo toda la santa mañana tunbadazos a la sombra en el corral?
          .-nada de nada
     .-ahora mismo ya podéis poner a trabajar eso, lo que sea que lleváis encima de los hombros
.-tranquila madre, yo me encargo
            .-no hay otra solución que confiar en él.  Y usted por favor no se queje, que si no sale la cosa bien, al que le descuentan los dos billetes a fin de mes, es a mí
.- ya sabéis el plan;  yo supuestamente estoy esta noche con el Señor Celedonio en su casa, por lo que usted no podrá salir para nada.  Si oye que alguien pasa por la puerta, hable en voz alta, como si estuviese charlando con migo.   Cuando acabe iré por allí, nos acostamos, usted en la cama por su puesto y mañana será otro día.
  Tú madre ahora cuando subamos me dejas las llaves de casa de los abuelos y te olvidas
           .-entonces ¿no puedo salir ni a la puerta?
     .-pero que burro eres Celedonio. Que no leche, no has oído a Felipe.
     Celedonio marchó a casa y se echó a dormir la siesta. Felipe acompañó a su madre, cogió las llaves y se fue a casa de los abuelos.  Aquel lugar deshabitado y solitario conservaba  una agradable frescura.
      Nada más llegar, se dedicó a rebuscar en los cajones para encontrar algo que le resultase interesante.  Había fotos antiguas que nunca había visto.      Por sorpresa se encontró escondido bajo unas sabanas en un cajón un libro de cuentos, que le traía muchos recuerdos.
     El hermano mayor de su padre, antes de morir, lo echaba junto a él en la cama y le leía aquellos cuentos para que se quedase dormido.   Hacía tanto tiempo que ni lo recordaba, pero el dibujo de las pastas le hizo ver aquella escena del pasado.
    Sobre la mesa de la cocina se hallaba un decolorado y viejo cuaderno junto a un lapicero.     Allí se encontraba desde que se cerró la casa y aunque su madre limpiase, siempre volvía a dejarlo en el mismo sitio.   Aquel era el momento de que se le diese una utilidad.
       Se sentó y empezó a recordar una conversación que había mantenido con su tío el de Alemania una tarde en aquel mismo sitio.  Este le explicaba que allí las fábricas no paraban ni de día ni de noche, se trabajaban como si fuera una cinta trasportadora  en la que cada uno hacía una cosa diferente.  Después de un tiempo de  intentar entenderlo  dibujando, la teoría parecía funcionar, pero ahora había que llevarlo a la práctica.
                 Cuando estuvieron haciendo limpieza general, observo que amontonados en una esquina del corralón, había una serie de utensilios que quizás podían servirle para llevar a cavo su experiencia.
        Abrió un saco, dentro metió: un par de viejas botas de goma verdes, un mono azul, algunos ladrillos de seis agujeros y un manojo de cuerdas.
    Según pasó por la puerta del señor Celedonio, llamó. Como habían quedado, este en voz alta y clara, empezó a entablar una conversación con nadie.
        .-Un momento, ahora voy
.-tranquilo, soy yo, Felipe
        .-entra
.-voy a hacer un poco de tiempo hasta que anochezca
        .- ¿pero dónde vas? si pareces el hombre del saco
.-a probar una cosa, cuente que sobre la una y media estaré aquí para explicárselo y quedarme a dormir
      .-mejor voy yo con tigo
.-no, usted está mejor aquí, ¿y si viniese alguien?
       .-yo ya me encargaré de preparar algo de cena para cuando llegues
.-no sabe lo bien que me va a venir
       .- ¿pero que llevas en el saco?
.-a la vuelta lo sabrá.  Bueno me voy, recuerde estamos los dos solos pensando
        .- ¿pero dónde vas?
.-se va a enterar aunque no quiera
       .-ya sabes antes de la una y media aquí
.-no se preocupe y usted no se vaya a dormir, cada vez que oiga el mínimo ruido, tenemos que estar hablando
       Allá sobre las doce y pico ocurrió algo con lo que no contaban.      Don Esteban se pasó por allí y se puso tras las persianas a intentar escuchar de lo que hablaban.
   Por suerte el señor Celedonio estaba atento y antes de que llegase a la ventana, él ya  estaba soltando una frase tras otra, cosas totalmente incomprensibles para Don esteban.  Frases que no tenían ni pie ni cabeza, así que a los diez minutos se marchó, harto de oír milongas que no tenían para él ninguna coherencia.
     A la una y cuarto se oyeron unos golpes en la puerta;
.-abra, soy yo
          .-menos mal,  ¿cómo ha ido la cosa?
.-bien, mejor de lo que pensaba
          .- ya tenía ganas de poder abrir las ventanas, aquí hace un calor insufrible
.-pues yo vengo sudando
           .-abre puertas y ventanas, mientras yo pongo la cena en las platos
.- ¿qué hay de cena?
          .-sopas de ajo
.-claro ¿no había nada más fresco?
           .-tranquilo, que frías también están ricas y ahora cuéntame
.-mejor cenamos y luego nos vamos a hablar donde mis abuelos que se está fresquito y de paso nos quedamos allí a dormir que hay camas para los dos.       ¿O prefiere volver a dormir en la alfombra?
        .-tienes razón, aquella casa siempre fue muy fresca, menudas paredes tiene, ¿pero oye no le parecerá mal a tu madre?
.-seguro que no
            Ya en casa de los abuelos, empezó a explicarle su idea y como colocar las maquinas para realizarla.  Ahora todo dependía de la aprobación de Don esteban.
   Ya acostados, El señor Celedonio, siguió dando vueltas a la idea original para subsanar cualquier cosa que solo hubiese quedado hilvanada y poder hallar una posible solución.

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