jueves, 11 de diciembre de 2014

04.-El diario nunca escrito


Captaciones sensoriales

      Este, mi primer verano, mamá ha dejado de ir con la orquesta donde trabajaba como técnico de sonido, para estar con migo.
        Por la mañana casi nunca salimos de casa; pero allá a media tarde antes de que empiece a oscurecer vamos dando un paseo hasta casa de mis abuelos, allí pasamos un rato sentados en la puerta al fresco y así aprovechan para echar un parlao.
       Me gusta mucho cuando gente que pasa dando una vuelta, se asoman ligeramente al cochecito y dicen que soy preciosa.      Sobre todo a mi abuelo, se le ensancha todo el cuerpo de orgullo.     Es un llorón y enseguida se levanta con la escusa de ir a beber agua.
     Hay un par de vecinas de esas cotillas, que en cuanto que oigo sus pasos me pongo a lloriquear.
     .- ¿pero qué le pasa a esta niña tan guapa?
     Mira que hasta la voz la tienen de falsas.     Y yo más berreo. Cuando ya se alejan me callo otra vez de nuevo.
       Mi madre las mira con desconfianza:
    .-estas no son trigo limpio.
            Abuela que es muy cumplida:
         .- ¡uy!, pero si la quieren mucho
    .-ya, pero a Raquel no la engañan.
    Mamá sabe que los niños tenemos algo especial, que nos dice solo con oír su voz, o sentir que se acerca, que energía desprende cada persona y a mi estas, nunca me han llenado el ojo.
      Papá, sigue de escenario en escenario ganándose la vida.    No todos los días puede venir a dormir y cuándo lo hace llega de día. Yo espero a que se despierte. Es un bestia, me hace todas las perrerías habidas y por haber, me lanza al aire para volver a recogerme en sus brazos, me muerde la barriga y me hace cosquillas.     Después,  estando sentado, me tumba sobre sus piernas, siempre me dice lo mismo, con su dedo índice recorriendo mi rostro:
      Tiene la cara de luna
      Los ojitos de princesa
      Los carrillos de rosa
      La nariz de conejo
      Los dientes de ratón.
                Y entonces pone cara de malo, me agarra y me zarandea gritando: .- y las orejas de lobo
      Pasamos pocos, pero buenos ratos juntos.    A veces, se queda dormido y cuando nota que se le empiezan a  relajar las piernas con peligro de que se le separen por su flacidez, se despierta en seguida para que  mi cuerpo no me escurra entre ellas.     Vuelve a jugar otro ratito y se vuelve a quedar ceporro de nuevo.
    Este padre mío, es un dormilón.


Podréis falsear al diablo
por muy astuto que sea,
podréis rezarle al señor
para que arrepentimiento vea.
Podéis poner buena cara
podéis fingir la sonrisa,
podéis no emitir saludo
simulando tener prisa.
Pero nunca engañareis
a un alma recién nacida,
a un sabio en su plenitud
ni a un viejo en su despedida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario