sábado, 13 de diciembre de 2014

11.-El diario nunca escrito



Mi preciosa muñeca

         Mi madre está empezando a echar tripita.   Su cara está resplandeciente. Van a tener otro bebe.
    Como no puede ser de otra manera están ilusionados y me trasmiten esa sensación tan agradable a mí.
    Me ponen la mano sobre la barriga de ella y me hace gracia, nos reímos mucho los tres.        Ellos me explican que voy a tener una hermana pequeñita y que me va a querer mucho, pero que yo soy la mayor y que esa otra va a ser la pequeñaja, por lo que yo, la tengo que cuidar mucho.
     Mi abuela es una rezongona, no hace más que dar la vara, que si mira que ahora otra, que como se las van a arreglar, que si son muchos gastos…. Me tiene harta.
          Según se va aproximando la fecha, el desasosiego, va invadiendo sus noches y los días se convierten en un puro teatro, para dar un aspecto de tranquilidad.
         Papá se ha empeñado en ponerle de nombre Lía, pero mamá dice que no, que es como llamarse cuerda, por lo que para que quede en un término medio le van a poner Lucía.  Es bonito, a que sí.
       Ya está todo a punto. En sus caras se combina todo un cumulo de contradicciones.    El miedo los atenaza y no les deja disfrutar de tan excepcional momento.
    A mamá la han ingresado un día antes para que estén más tranquilos y tener todo controlado.      Papá, quiere estar allí a la hora del parto. Por suerte la comadrona es amiga de ellos y eso los tranquiliza mucho.
        Hoy es el día de mi cuarto cumpleaños, todos están pendientes de otra cosa, pero eso no evita que a mí me feliciten, me achuchen y me den muchos, muchíiiisimos  besos.       Sé que va a tardar días en venir, pero mi gran regalo (aparte de un peluche) no logro imaginármelo.
      He oído que hablaban, que como aún faltaba mucho para  terminar de dilatar.   Han debido convencer a papi para que se venga a dormir y la matrona ha quedado en llamarlo cuando se aproxime la hora.  Pero mi madre ha dilatado muy rápido, parece que esa mocosa tenía prisa por nacer y cuando mi padre ha llegado allí,  ya estaba  en los brazos de mi madre.
   Ha llamado a mi abuela y le ha dicho que era un bicho feo, pero que estaba bien.  Eso era lo único importante.
   Que mentiroso que es. Cuando la he visto. Guapísima. Como una muñequita pequeña.    La han puesto en mis brazos y de repente se ha movido ella solita y claro me he asustado.  Todos se han echado a reír.
    Ahora vamos juntos los cuatro a todos los sitios y yo soy la más importante, porque soy quien la cuida.    Sé   que lo dicen para que no tenga envidia.  Bueno, pero a mí me gusta que me lo digan.

Como una gota de lluvia
has llegado a esta pradera
a reverdecer las hojas
con la savia amarillenta,
a darle luz a las sombras
de los que tanto te esperan.
A sustituir la sal
de lágrimas derramadas
por elixir de agua fresca
y alegrías olvidadas.
Me gusta tenerte cerca,
verte reír y llorar,
y ver que les das a ellos
lo que yo no puedo dar.
Gracias por venir ahora
sin haberte ido a buscar,
gracias por ser la muñeca
con la que poder jugar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario