lunes, 15 de diciembre de 2014

15.-El diario nunca escrito


Historias repetidas

      A mi padre, lo han puesto en nomina en la empresa.
      Gracias al contrato fijo, les han dado un crédito para comprar un monovolumen (de 2ª).      La silla de tanto abrirla y cerrarla para que entre en el maletero del coche, está cogiendo holgura.        Muy bonita y cara pero las piezas plegables, son casi todas de plástico.
      Mi madre le está haciendo una funda nueva, porque esta ya está un poco fea y en la tienda se pasan.
     Para afrontar los gastos, se ha buscado un trabajo, es un kiosco de chuches, muchas horas para poco dinero, pero no hay más remedio, porque así mi padre cuando está libre también puede ir y echarle una mano sin que nadie diga nada.
            Debido al horario, es complicado recogerme a las cinco en el cole.  Mi padre se ha acercado hasta la junta a solicitar un centro, para unas horas algunas tardes.
            Resulta que solo hay uno pequeño y es exclusivo para mayores.           Ha subido arriba y le han dicho que estaba el señor reunido, que si quería pedir cita.  Solo le ha dicho a la secretaría: .-haga el favor de pasar y dígale que soy yo.    
   Ni reuniones, ni citas, ha salido enseguida.  -Tranquilo, ¿qué pasa?  Después de exponerle el caso.  - algo podré hacer, pero dame unos días.
     A pasado una semana, una ambulancia adaptada me recoge en el colegio y me lleva a la llamada casa cuna.
        Allí estoy hasta que mis padres pasan a recogerme un poco más tarde.
    Al mes la superiora llama a una reunión a mis padres.
    Quiere que me lleven todos los días, porque así, ellas cobran como atención a un menor más de los que están internos por problemas familiares.
           Salíamos todas las tardes de paseo y si hace malo, nos ponen alguna película en la tele.   Nos conocen muy bien y la monja que me da la merienda es seria y  súper mandona.    Aunque cuando se da la vuelta le guiña el ojo a las otras y se ríe.
      Mi hermana que va al colegio en el pueblo, come en casa de mis abuelos, pero los cuatro siempre dormimos en casa, menos mi padre cuando está de viaje.
            Se me ha vuelto a salir el fémur.  Ahora, antes de cumplir los diez años, tienen que volverme a operar de nuevo, para deshacer la obra anterior.
     Esta vez han decidido que mejor directamente cortar la cabeza del hueso y dejar loca la articulación.
       Ya lo podían haber pensado de la otra vez.   Me han vuelto a escayolar de nuevo como antaño.     Pero no se entiende para qué.
     En el hospital, pasan todo el día con migo.   Mamá es muy cabezona, pero le han obligado a ir a dormir a casa de mi prima una noche sí y otra no.
   A ella le duele la espalda y no descansa.  Papá duerme en el filo de un cuchillo.   Pone medio cuerpo encima de la cama, se abraza a mí y así los dos tan contentos hasta que llegan las enfermeras por la mañana.
      Antes de darme el alta, mi madre ya me tiene llena de algodones por todos sitios y en el mismo hospital ya me ha recortado la escayola y poder meterme el pañal por dentro para que no se me irrite el culito.
   De muevo el mismo suplicio unos ratos malos y otros peores.
     Han pasado dos meses.
         Cuando me han quitado la “armadura”, mis padres se han quedado blancos.    Me habían puesto un clavo a la altura de la rodilla, para que los tendones no tirasen hacia arriba del hueso.
    En su poco entender han pensado que esta gente son unos inútiles. Si la articulación se va a quedar loca, pues que corten los tendones y pasen de poner escayolas y clavos.  Más cómodo para todos y el mismo resultado.

Todo niño debería
mirar en la casa cuna
para poder apreciar
esa, su inmensa fortuna.
Hay niños desamparados
a los que nadie visita
no tienen fin de semana,
ni tienen un cuentacuentos
cuando se van a la cama.
Otros tan abandonados
que tienen que recoger
para proteger de esos
que los debería querer.
Y alguna que otra injusticia
llena de amor y dolor
también se puede apreciar,
a quien por falta de medios
en vez de prestar ayuda
algún juez ha decidido
la custodia retirar.
Vosotros privilegiados
de estar con vuestra familia
no miréis para otro lado,
y cuando llegue su otoño
cosechen todo el amor
que en primavera sembraron.



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