Y se encaramó a la grupa
De aquella
yegua azabache
Para cabalgar las
noches,
Para ennegrecer
su estirpe
Con melanina
en la piel,
Hacer de dos
razas una,
Que anduviese los
caminos
Recorriendo el
mundo entero,
Y que no
encontrase patria
Donde sentirse
extranjero.
Que decepción observar
El gesto de
los abuelos
En los dos
lados del mundo,
Los negros,
porque era claro
Los blancos, porque
era oscuro.
Qué más dará que el pigmento,
Del cuero sea deslucido,
Qué importancia
ha de tener
De qué mujer
ha salido,
Ni de quien
era su padre
Ni en qué
lugar ha nacido.
Diferente aquí y allá,
Rostro mate de
ojos claros,
Pelirrojo de
cabello,
Vikingo surcando
mares,
Formando caracolillos,
De sabana, estepa
y hambre.
Tan difícil entender
Que el amor no
tiene raza,
Qué los
corazones se unen
Por los
designios del alma,
Que debajo de
la piel
Como simple
peladura,
Se halla una
fruta jugosa
Que solo se
paladea
Cuando la
mente está pura,
Y la entraña
no es sumisa
De prejuicios
ni ataduras.
Dos lenguas,
dos religiones,
Dos razas y
dos naciones,
Dos padres y
un solo hijo
Amalgama de
colores.
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