A su “avanzada” edad,
Gorgonio al final descubrió el placer de la blanca leche. Pidió encargarse del
ordeño y siempre iba acompañado a todos sitios por la párvula mocosa.
Andrea, ya se había
cansado de rezongar y los había dejado hace tiempo por imposible. Siempre regresaban hechos unos cirios. El pelo, rubio y sedoso, más bien
parecía un estropajo. A Primavera, le
encantaba beber directamente de la teta de la vaca y su padre, no tenía más
capricho que retirársela de la boca y rociarla con el pezón de la ubre. Ella no se lo tomaba a mal, todo lo
contrario, era el juego diario, antes de acurrucarla bien tapadita, ya desayunada sobre los montones forraje.
Lucro, sabía que no debía
hacer mucho ruido cuando se acercaba con los mulos a recoger los cantaros
llenos.
Mientras Gorgonio los cargaba
en los serones, él, con el gesto sonriente, siempre cruzado de brazos y con los
ojos como platos, embelesado, quedaba
mirándola.
Lucro.- pero que guapa que es esta
niña
Gorgonio.- desde luego que si
Lucro.- esta no puede ser tuya, con
lo feo que tú eres
Gorgonio.- a ver ¿y de quien va a ser?
Pues mía
Lucro.-que era una broma
Gorgonio.- el llamar guapa a mi niña,
porque es guapa y los ojos con que la miras a diario, es suficiente para mi,
¿Cómo puedo yo enfadarme? Si eres todo cariño hacia ella.
Lucro.- Pues eso digo yo; pero es que, eres muuu feo
Gorgonio.- vamos, espabila, que llegas
tarde y te está la señora Celsa esperando.
Y luego va diciendo, que soy yo quien te entretiene.
Una vez a partido Lucro
con el mulo, él, aprovecha unos minutos, para echarse al lado de su
pequeña. Sin despertarla, coge sus
manitas y las acaricia suavemente hasta que ella parece estirarse para luego
cruzar sobre su pecho los brazos, al tiempo que esboza un primoroso apretar de
labios.
Y de nuevo a la faena,
hay que dejar a los animales comida y agua, el tiempo anda revuelto y estas
noches es mejor tenerlos a cubierto.
Cuando la sombra
del nogal, empieza a cubrir el techo del chamizo de las herramientas, es hora
de irse a casa.
En un saco con cinchas para
que cuelgue sujeto de sus hombros, pone a la chiquilla. Apoyado el pecho contra su espalda, piernecitas colgando por huequecitos que Andrea, ha forrado con tela rellena de
lanita para evitar rozaduras, vuelven con tranquilidad. Llegarán justo a la hora de la cena.
Gorgonio.- hola hijos ¿qué tal habéis
pasado el día?
Octavio.- bien padre
Andrés.- ¿Y usted?
Gorgonio.- como siempre
Leopoldo.- verás madre, cuando vea a la
niña…
Andrea.- a cenar…
Gorgonio.- no digáis nada, a ver si no
se da cuenta
Andrés.- pues anda, que usted viene…
Como siempre entrar riendo
y jugueteando hasta la cocina.
Gorgonio.- mi paloma, ¿Qué hay de cena?
Andrea.- hasta que no te laves, nada. Trae a la niña, que viene hecha un
tizón. Un día de estos.
Ante la mirada complaciente
de los hijos, Gorgonio, la abraza para hacerle rabiar.
Andrea.- quita, que me manchas
A la mesa solo falta
Bernardo. Cuando llega se sienta con gesto serio, malhumorado como cada noche.
Gorgonio.- ¿Qué tal hijo?
Bernardo.- usted no es mi padre
Todos agachan la cabeza y
callan.
Andrea.- ya estoy harta de tanta
tontería. Entonces… ¿quién es tu
padre?
Bernardo.- eso lo tendrá que decir usted.
(Andrea, echando mano
de su sentido del humor para no crispar más el ambiente).
Andrea.- por tu genio retorcido y… tal vez el parecido en tu mirada revirada… yo diría que puede ser el señor Tercio, así
que vete para su casa y ya tienes un padre y de paso has encontrado a una
hermana, eso sí, bizca y sin nombre
Bernardo.- vamos, no me joda madre (con
una media sonrisa en sus labios)
Andrea.- ¿pero no querías un padre?
(Bernardo de nuevo perdió la
sonrisa)
Bernardo.- ¿Por qué no pudo usted,
formar una familia como todas?
Andrea.- porque soy muy exigente. He
estado todo este tiempo esperando a que alguien tocara mi corazón, ese hombre que fuera capaz de hacerme feliz cada
día, uno que quisiese a mis hijos como si fueran suyos y diera la vida por
ellos si hiciera falta y ese hombre es Gorgonio, eso sí. Si crees
que esto no es suficiente, entonces tú, tienes razón. No es tu padre.
Pasada la media noche,
Gorgonio se despertó al oír el ruido de unos pies deslizándose despacio hasta
llegar a vera de su cama. En la
oscuridad, las jóvenes manos cogieron la suya y unos labios temblorosos
susurraron:
.- vengo a pedirle perdón
Gorgonio.- ¿perdón? ¿Por qué?
Empujando con la
espalda, poco a poco movió a Andrea
contra la pared.
Bernardo.- por ser tan desconsiderado
con usted
Gorgonio.- anda, anda, calla y
acuéstate aquí a mi lado, que vas a coger frio
Bernardo.- pero es que yo…
Gorgonio.- no pretendo que me llames
padre, tan solo que me permitas llamarte hijo
Bernardo.- si yo lo comprendo y…
Gorgonio.- Sssss, calla, duerme, que
como se despierte tu madre, vamos a tener cantares. Hasta mañana hijo
Bernardo.- hasta mañana padre
Los tres durmieron en la
misma cama; por fin los siete, formaban parte de la misma
familia, había sido duro ese tiempo permaneciendo
callado, con los labios mordidos, pero había merecido la pena.
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