jueves, 27 de agosto de 2015

VALDELUNA Cap.- 2º



          A su “avanzada” edad, Gorgonio al final descubrió el placer de la blanca leche. Pidió encargarse del ordeño y siempre iba acompañado a todos sitios por la párvula mocosa.
       Andrea, ya se había cansado de rezongar y los había dejado hace tiempo por imposible.  Siempre regresaban hechos unos cirios.       El pelo, rubio y sedoso, más bien parecía un estropajo.   A Primavera, le encantaba beber directamente de la teta de la vaca y su padre, no tenía más capricho que retirársela de la boca y rociarla con el pezón de la ubre.       Ella no se lo tomaba a mal, todo lo contrario, era el juego diario, antes de acurrucarla bien tapadita,  ya desayunada sobre los montones forraje.
    Lucro, sabía que no debía hacer mucho ruido cuando se acercaba con los mulos a recoger los cantaros llenos.
    Mientras Gorgonio los cargaba en los serones, él, con el gesto sonriente, siempre cruzado de brazos y con los ojos como platos, embelesado,  quedaba mirándola.

Lucro.- pero que guapa que es esta niña
Gorgonio.- desde luego que si
Lucro.- esta no puede ser tuya, con lo feo que tú eres
Gorgonio.- a ver ¿y de quien va a ser? Pues mía
Lucro.-que era una broma
Gorgonio.- el llamar guapa a mi niña, porque es guapa y los ojos con que la miras a diario, es suficiente para mi, ¿Cómo puedo yo enfadarme? Si eres todo cariño hacia ella.
Lucro.- Pues eso digo yo;   pero es que, eres muuu feo
Gorgonio.- vamos, espabila, que llegas tarde y te está la señora Celsa esperando.   Y luego va diciendo, que soy yo quien te entretiene.
        Una vez a partido Lucro con el mulo, él, aprovecha unos minutos, para echarse al lado de su pequeña.  Sin despertarla, coge sus manitas y las acaricia suavemente hasta que ella parece estirarse para luego cruzar sobre su pecho los brazos, al tiempo que esboza un primoroso apretar de labios.
         Y de nuevo a la faena, hay que dejar a los animales comida y agua, el tiempo anda revuelto y estas noches es mejor tenerlos a cubierto.

              Cuando la sombra del nogal, empieza a cubrir el techo del chamizo de las herramientas, es hora de irse a casa.
   En un saco con cinchas para que cuelgue sujeto de sus hombros, pone a la chiquilla.    Apoyado el pecho contra su espalda,   piernecitas colgando por huequecitos  que Andrea, ha forrado con tela rellena de lanita para evitar rozaduras, vuelven con tranquilidad.  Llegarán justo a la hora de la cena.  

Gorgonio.- hola hijos ¿qué tal habéis pasado el día?
Octavio.- bien padre
Andrés.-  ¿Y usted?
Gorgonio.- como siempre
Leopoldo.- verás madre, cuando vea a la niña…
Andrea.- a cenar…
Gorgonio.- no digáis nada, a ver si no se da cuenta
Andrés.-  pues anda, que usted viene…
       Como siempre entrar riendo y jugueteando hasta la cocina.
Gorgonio.- mi paloma, ¿Qué hay de cena?
Andrea.- hasta que no te laves, nada.  Trae a la niña, que viene hecha un tizón.   Un día de estos.
     Ante la mirada complaciente de los hijos, Gorgonio, la abraza para hacerle rabiar.
Andrea.- quita, que me manchas
       
      A la mesa solo falta Bernardo. Cuando llega se sienta con gesto serio, malhumorado como cada noche.
Gorgonio.- ¿Qué tal hijo?
Bernardo.- usted no es mi padre
       Todos agachan la cabeza y callan.
Andrea.- ya estoy harta de tanta tontería.      Entonces… ¿quién es tu padre?
Bernardo.- eso lo tendrá que decir usted.
            (Andrea, echando mano de su sentido del humor para no crispar más el ambiente).
Andrea.- por tu genio retorcido y…  tal vez el parecido en tu mirada revirada…         yo diría que puede ser el señor Tercio, así que vete para su casa y ya tienes un padre y de paso has encontrado a una hermana, eso sí, bizca y sin nombre
Bernardo.- vamos, no me joda madre (con una media sonrisa en sus labios)
Andrea.- ¿pero no querías un padre?
  (Bernardo de nuevo perdió la sonrisa)
Bernardo.- ¿Por qué no pudo usted, formar una familia como todas?
Andrea.- porque soy muy exigente.   He estado todo este tiempo esperando a que alguien tocara mi corazón, ese  hombre que fuera capaz de hacerme feliz cada día, uno que quisiese a mis hijos como si fueran suyos y diera la vida por ellos si hiciera falta y ese hombre es Gorgonio, eso sí.   Si crees que esto no es suficiente, entonces tú, tienes razón.  No es tu padre.
    
        Pasada la media noche, Gorgonio se despertó al oír el ruido de unos pies deslizándose despacio hasta llegar a vera de su cama.     En la oscuridad, las jóvenes manos cogieron la suya y unos labios temblorosos susurraron:
      .- vengo a pedirle perdón
Gorgonio.- ¿perdón? ¿Por qué?
            Empujando con la espalda,   poco a poco movió a Andrea contra la pared.
Bernardo.- por ser tan desconsiderado con usted
Gorgonio.- anda, anda, calla y acuéstate aquí a mi lado, que vas a coger frio
Bernardo.- pero es que yo…
Gorgonio.- no pretendo que me llames padre, tan solo que me permitas llamarte hijo
Bernardo.- si yo lo comprendo y…
Gorgonio.- Sssss, calla, duerme, que como se despierte tu madre, vamos a tener cantares. Hasta mañana hijo
Bernardo.- hasta mañana padre
      Los tres durmieron en la misma cama;   por fin  los siete, formaban parte de la misma familia,  había sido duro ese tiempo permaneciendo callado, con los labios mordidos, pero había merecido la pena.



            

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