viernes, 4 de septiembre de 2015

VALDELUNA cap.- 4



         Un día, cuando llegan al prado, una vaca ha parido un ternero. Debía tener prisa por salir y la naturaleza se lo ha permitido.
        Un juguete para Primavera.   Corre tras el pequeño, bajo la atenta mirada de su padre.    La vaca, que tantas veces la ha amamantado, sabe que jamás hará ningún daño a su cría y sigue rumiando tan tranquila, mirando a Gorgonio de reojo.
   Como pasa el tiempo, hace nada ni gateaba la mocosa y ahora entre tropezones intenta avanzar cual centella, sobre el alfombrado cubierto de hierba.

         Algo extraño sucede.  Gorgonio aprecia con atenta mirada, que a lo lejos, uno de los animales está tendido en el suelo.        Coge a la niña en brazos y se apresura a ver qué le pasa.  El animal, una burra, tiene la tripa muy hinchada;    con sus ojos lastimeros y cansados, lo mira sin poder incorporarse.
          Cerca de allí se encuentra la huerta y allí están sus cuidadores.  Las voces que da Gorgonio llegan hasta sus oídos con claridad.
     .-Nazario, Juanillo…  ir a buscar a la bizca, rápido.
         Juanillo que tiene las piernas bastante más ligeras, se apresura a las casa, mientras Nazario corre al lado de Gorgonio para echarle una mano.

Nazario.- ¿Qué pasa?
Gorgonio.- esto no tiene buena pinta
Nazario.- menos mal que la has visto, de no ser así, esta pronto sería pasto de las alimañas
Gorgonio.- tiene la vejiga muy hinchada, debe llevar sin mear varios días
Nazario.- no sé yo si saldrá de esta. Es una pena, era tan dócil
      Primavera adivina la tristeza en sus miradas y como si entendiera de lo que están hablando, callada, agacha la cabecita.
      Juanillo ha llegado a las casas y se dirige todo lo rápido que el aliento le deja, hasta donde está Genaro con los niños.
Juanillo.- corre sin nombre, en la zona alta, cerca de las viñas,  por donde el mojón blanco,  te espera Gorgonio con un animal enfermo.
Sin Nombre.- ¿pero qué pasa?
Juanillo.- no sé, tu corre
        Tras ella, Genaro, los niños y toda persona ágil.

            Sin Nombre, llega de  malos temples;   normal, el carácter le puede.       Nunca hizo buenas migas con las personas, sin embargo con los animales tiene un  trato especial, debido, según dicen a una marca que lleva en el paladar grabada desde su nacimiento.

Gorgonio.- menos mal que has llegado.
Sin Nombre.-  apártense de mi vista, que no hacen más que estorbar
      Alejados, por no oírla, observan callados.
           Ella con sus manos, acaricia todo el cuerpo de la burra. Parece hablarle para tranquilizarla ante la atenta mirada de Primavera, que por su escasa envergadura y silencio, ha pasado inadvertida a su enfado.
    Pasada tras pasada lenta de sus manos sobre el lomo.
    Susurros a la oreja como versal secreto entre ellas.
    Lagrimas emotivas al apoyar sus labios, para besar su panza. Ruegos desesperados de venga, tú puedes.
         El sudor que le chorrea por la frente, lo retira cada poco pasando la muñeca de lado a lado.  Tras largo rato de masajes, por fin el animal se pone a mear, se levanta sobre sus patas y sigue meando abundantemente. 
   Gracias a la bizca, su mal genio heredado de su padre y su buen hacer cariñoso con los “irracionales”, de esta se ha salvado.
           Entre vítores, se va como ha llegado, enfadada y obsequiando entre dientes improperios a todos.
    .- ¿Qué pasa? ¿No tiene nada mejor que hacer?
        .- ¿no pensamos seguir con las letras?
           .- son todos unos holgazanes,  están esperando cualquier acontecimiento para no hacer nada.
      
               Entre risas, vuelven a sus tareas, comentando dirección a sus quehaceres.
      El buen corazón que tiene la bizca y el genio que se gasta.   Es toda ella una contradicción.


1 comentario:

  1. Una delicia de relato, C.A.R.L. Reconozco algo de mí en el personaje de la bizca, jeje. Muy bueno, amigo.

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