domingo, 7 de mayo de 2017

El nogal apellidado




Rosales que están marchitos, bajo cruz desmoronada.
Maderas del cobertizo, que huelen a cera vieja.
Viento que sopla del norte, ungiendo los pedernales.
 ha dejado de salir. el humo en la chimenea.

La luna sale llorando tras el vaho de los cristales.
Las estrellas apagadas el cielo visten de luto.
Sobre ese frío camastro- el laurel se vuelve ocre.
Acompaña su agonía- una almohada solitaria.
Cabecera de barrotes con pomos de bronce negro.
Las manos llenas de llagas y el corazón con termitas.
Añoranzas de otros tiempos y de ilusiones malditas.

Se subió hasta la colina- a maldecir un nogal.
Bajo el se hicieron promesas que quedaron en olvido.
Una rama de aquel árbol abrazó con una soga.
Al otro extremo su cuello, con un nudo corredizo.
Subido sobre una piedra manteniendo el equilibrio.
Las ultimas oraciones renegando de su ser.
Las alimañas esperan para saciar su lujuria.
Sus pies resbalan de pronto quedando el cuerpo colgado.
En ese preciso instante- el nogal es bautizado.
Por ser testigo presente de promesas incumplidas.
Ahora todos lo conocen como el árbol del ahorcado.







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