domingo, 9 de julio de 2017

Defraudados "15"





        Clavaron sus ojos en un par de mujeres que estaban apoyadas en la barra.   Estas se acercaron amablemente.
                 .- ¿no os apetece pasar un buen rato?
        .- eso mismo me estaban diciendo en este momento. Vamos, que no hay tiempo que perder
.- ¿y usted?
         .- que joven más atento. Yo me voy a la cama, pero solo.   Mi cuerpo lo que quiere es dormir.
     Las dos parejas subieron a las habitaciones del primer piso.  En el pasillo, Weza ya empezó a desprenderse de la camisa,   Samuel esperaba que fuera ella quien le quitase el traje nuevo, sin prisas.      No era algo que estuviese al alcance de su mano todos los días y sabía que pasaría mucho tiempo hasta que se le volviese a presentar una ocasión como esta.
     Pasado un rato, el genio abotonándose el pantalón salía de la habitación   .- vamos zagal que se te va hacer de día.    Te espero abajo
      -De nuevo se sentó en la mesa de al lado del piano-
             De pronto alguien llamó a la puerta y el dueño salió a ver quién era.   Unos indeseables empapados en alcohol, querían entrar para echar la última copa.
       .- lo siento, esto es una fiesta privada    – aclaro el dueño-
           De un empujón la hoja de la puerta lo desplazó cayendo al suelo y dejando la entrada libre.
    Guzmán junto a otros se apresuraron a atenderle.  El resto se pusieron frente a la puerta.
        .- creo será mejor dar la vuelta y marchar- advirtió Abbud –
       .- ¿nos vas a echar tú?  - le contestó en mas farruco de todos-
        A Tayyeb no le pareció nada bien que a su amigo  se le diera aquella contestación.      Dio un paso al frente y lanzó el brazo con tal fuerza que su puño hizo cayese desplomado al bocazas
       Comenzó una bronca y con ella los puñetazos, los gritos y el volar de objetos.    Weza sin saber porqué se puso al lado de la cortina que cubría la puerta por la que se accedía a las habitaciones de brazos cruzados mientras sus compañeros daban y recibían golpes a destajo.
         Al oír el barullo, Samuel  a medio vestir bajó como una centella.    Al abrir la cortina vio como algunos de aquellos individuos echaban mano de sus navajas de gran tamaño.   Sus compañeros se echaron hacia atrás.
.- de aquí no vais a salir vivos – amenazo uno de ellos-
      Samuel echo mano a la parte trasera de su pantalón y sacó una pistola (que había sustraído del cargamento) Weza, estuvo atento. Con su mano izquierda le agarró la muñeca, con la derecha le quitó el arma de entre sus dedos antes de que nadie se percatase de lo sucedido y la guardó en su bolsillo.  Luego solo, sin miedo se abrió paso entre la multitud  y se puso al frente.
     .- guardad las navajas, hoy aquí podría haber muerto alguno de vosotros  – empuñó la pistola y les apuntó – tantos como balas tiene este cargador y os garantizo que tengo muy buena puntería.
           Retrocedieron a regañadientes y se marcharon.
   Se acabó la fiesta.    Sin decir palabra.   Asombrados de que un compañero tuviera un arma, la tripulación del Bahamas  recorrió la calle hasta el embarcadero, montó en los botes y se dirigieron al barco.
       Una vez, todos a bordo, solo se oyó la voz Bronca de Guzmán. 
         .- Señores a dormir. De lo ocurrido ya hablaremos mañana.



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