domingo, 13 de agosto de 2017

Ingenua




Paseaba sonriente, en chanclas y camiseta.
Las gotas de lluvia, cubrían su inconsciencia.
En su mano una tiza.
Frente a ella una pared de ladrillo,
donde plasmar un gran corazón.

Palabras rimadas en forma de soneto
iban escribiéndose, bajo la balconada.
En la soledad de una tormenta de verano.
En el anonimato fingido y a sus espaldas
unos ojos escondidos tras el cristal.

Criterio artístico deslucido, por caligrafía delirante.
Renglones inclinados y alguna que otra falta de ortografía.
Un inapetente sentido, del saber que nunca seria leído,
por el ser al que iba dirigido.

El ultimo terceto inacabado.
Su último verso, por unos puntos suspensivos
dejado al azar del viento cambiante.

Su camiseta empapada, serviría como bayeta.
En ella quedaría impregnado el corazón
 y las palabras escritas en su interior.
Arrugada, hecha un guiñapo, quedaría en el suelo.

Ella iluminada por el sol
que se habría de nuevo paso entre las nubes,
volvía a casa luciendo su ropa interior.
Con las chanclas de la mano
como símbolo de su irreverente ingenuidad.





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