domingo, 8 de octubre de 2017

Miserias




     La tormenta no daba respiro a los canalones sujetos al alero por clavos oxidados.
      Los resplandores serpenteantes que cegaban sus ojos eran contestados por estruendos que hacían temblar su mente desvencijada.   

        El agua que se precipitaba en estado sólido en forma redondeada de granizo golpeaba inmisericordemente la tierra reseca que contenían las macetas que adornaban la balconada, tierra ya solitaria, recuerdos de un pasado florido no muy lejano, pero ya ausente.

    Con viejas maderas pintadas de hartazgo se cubrieron los ventanales acristalados.  Gruesos cortinajes bordados de impotencia amortiguaron los famélicos alaridos y la ausencia de luz hizo estallar la paz y el vacio, provocando terminaran  difuminándose las sombras que bailoteaban  con vestido de volantes y peineta.    Tan solo el perfume penetrante de ozono permanecía acechando, intentando dar una dentellada certera en su yugular, tras la perversa impotencia de ese último zarpazo lanzado al aire con sus afiladas garras.

   La ausencia vestida de nada, desplazó a esa, su soledad disfrazada de melancolía al fondo del gran lago.  El de los sueños irrisorios. Allí donde los tentáculos del putrefacto cenagal, se encargarían de estrujarle hasta terminar de extraer de ella las póstumas entrañas,  sumiéndola en su espectral mansedumbre.

     Encarceló su desesperación entre barrotes de silencio, doblegándola una y otra vez, fustigándola con la brutal indiferencia, hasta terminar convirtiéndola en apatía.

     El maquillaje magistralmente perfecto:
    Colores corseteados llenos de feliz mentira deslucida resaltando sus mejillas.
   Labios pasionales, provocadores, carnosos, elocuentes.
  Pestañas rizadas en parpados cerrados ocultando brillos acuosos.
     Los rasgos más inexpresivos intentando disimular las arrugas del tiempo  y sobre ellos la capa dura y brillante que proporciona el barniz aplicado como noxal al dueño del rostro.






1 comentario:

  1. No hay quien no sea un payaso en la vida,el que debajo del maquillaje y la risa estruendosa, oculta su pena y dolor, no por cobarde,sino porque el sufrimiento humano es algo muy íntimo, que entiende sólo quien lo carga. Muy triste tus letras, agónicas e irónicas. Un abrazo querido amigo Carlos. America Santiago.

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