sábado, 23 de diciembre de 2017

Deseo



                 Junto a una tarta sin velas (serían demasiadas) a la hora de comer, soplé un encendedor para pedir un deseo.
 Algo yo creía sencillo de realizar. Un sueño, tan solo eso, un sueño.

         Durante la tarde, vino a mi cabeza ese pensamiento varias veces, sí, incluso me llegué  a sentir ilusionado por algo tan simple como grandioso.    También pasó por mi mente, cuál sería mi reacción ante la situación.
     ¿Me sentiría reconfortado o renegaría más de todo? No me importaba, pues un deseo solo tiene un simple fin: conseguirlo, sin reparar en lo que venga después.

Esa noche a la hora de dormir, no me tomé la pastilla.
        Quería estar con mis sentidos expectantes a la que pudiera ocurrir. Sentir ese fragmento de tiempo como nunca había sentido y guardarlo íntegramente en mí ser.

Yo, que me duermo en el filo de un cuchillo, no era capaz de conciliar el sueño.  Puse los brazos sobre mi pecho e intenté de nuevo flotar y deslizarme hasta la habitación de al lado, pero fue imposible  ¿porqué no acurre cuando yo quiero? De todas formas me consolé pensando…
-         Hace tanto tiempo, que olvidé como –

        Cerré los ojos para dejarme llevar, quería dormirme y provocar mi ilusión.   Imaginé esa silueta alta y delgada allí, frente a mí  –aunque fuese inmóvil- mis ojos llenaron de esperanza y noté como las lágrimas en su luminosa y fría transparencia se deslizaban progresivamente hasta posarse en mi almohada.

¿Por qué era incapaz? La “llamémoslo FE”  me hizo abrir los parpados, esperando recibir el regalo tan deseado.  No, no estaba allí. La tristeza me hizo volver a la realidad.  
      Mi primer pensamiento fue:  Esta vida es una mierda, pero ni eso, al menos la mierda huele.

      La verdad es que es algo a lo que hace tiempo no le tengo ningún aprecio.    Debo aferrarme a ella por mis padres y mis tres amores  – yo me entiendo-

     Ante la imposibilidad de dormir – tal vez por no haber tomado las pastillas-  me baje al sofá.  
       Allí me tapé con la mantita con la que siempre cubro las piernas de una de mis princesas y las mías cuando nos ponemos frente al ordenador para escuchar radio cada noche y juntos escribimos lo que se nos viene a la mente.

        Aburrido me levanté de nuevo. Pensé en ponerme a escribir, ¿para qué? Así que me fui a la cocina a fumarme un cigarro con el pretexto de calmar mi ansiedad y luego  me volví a acomodar bajo esa suave manta.

         Por fin,  con las primeras luces del día entrando por las rendijas de la persiana, sin ilusión ninguna, me quedé dormido    ¿He soñado?   Sí, los sueños de siempre, esos sueños que es mejor ni tener, esos que a diario intento evitar medicándome, esos que me hacen retornar a los problemas cotidianos y no me permiten rodearme de fantasía apetecible para el alma y el descanso.

     Lo que podía haber sido la noche de cumpleaños más idílica, se ha convertido en una pesadilla más.    Intenté elevarme a las alturas y de un pescozón, me pusieron de nuevo pies en tierra. Iluso de mí, al creer que los deseos se cumplen y que me podía permitir el lujo de pedir algo, sin ofrecer nada a cambio.   Pero soy así, siempre intento no prometer, lo que aunque pueda cumplir, sé que no voy a realizar por propia convicción.

Pues sí, llegan ya las navidades y después el año nuevo, muchos al igual que yo, mostrarán su careta de madera e intentarán que en su alrededor reine la felicidad.   Nadie tiene la culpa de sus frustraciones, todos tienen derecho a un abrazo, con el que siempre trasmitirá lo mejor, lo poquito decente que queda en su interior.

Siempre se dijo, que para que un deseo se cumpla, no se puede desvelar. Lo guardaré para mí y cada noche esperaré. Quizás algún día, pueda convertirse en una realidad.  Bueno ¿realidad? No, simplemente en un ilusionante sueño.

Ironías de la Vida, les desea:
FELIZ NAVIDAD









1 comentario:

  1. Querido Carlos: Me preocupas. Ahora entro menos a esto de las redes sociales, así que si alguna vez contesto con retraso, ya sabes. La vida: pues eso, caótica, anecdótica, extraña, injusta, maravillosa... depende no ya del día, sino del momento. Pero también de la perspectiva, del estado de ánimo... del "color" del cristal con que se mira. Y mi sensación es que cuando escribiste esto llevabas gafas de sol... y además había nubarrones y llovía a cántaros.
    A veces nos falta feedback, retroalimentación, respuesta. No sé si te servirá de mucho, pero suelo estar en casa a menudo, así que, si un día tienes ganas, te apetece, o lo necesitas, dame un toque telefónico y nos echamos unas risas.

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