domingo, 6 de mayo de 2018

Sssss.


Ssssss.



     Se dejó coger los hombros por las garras afiladas de la edad, esta, batió sus alas con fuerza y lo llevó más allá de las cumbres nevadas.

              La altura, daba una visión global sin horizontes donde los caminos encontrasen el final.    Entonces la rapaz aflojó sus uñas dejándolo caer.

               El temor no existía, bajo él, esperando se hallaba una gran masa de vapor de agua.       Abrió sus brazos en cruz, se volteó en el aire poniendo su cara mirando al sol y esperó el contacto de su espalda sobre el gran colchón de dulce algodón.       Se hundió lentamente en la nube y como un resorte volvió a emerger a la superficie.

      Una suave y cálida brisa del sur, se acerco a saludarlo.  Una bandada de gansos, le indicaba que volvía de nuevo la primavera. El tiempo corría hacia atrás y recordó como otros también volaron.    El nacimiento de sus hijos,  sus primeros amores,   sus primeros temores,   su infancia en aquella casa de pueblo,  donde siempre el despertar y el acostarse, iban acompañados de un beso.

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               El sol levantó y agitó su mano para decirle adiós, al tiempo que recibía el hola de la luna.     Poco después, con simpatía, una a una, le fueron saludando las estrellas y como suave mantita de felpa,  la vía láctea envolvió su frágil cuerpo cariñosamente, mientras una estrella fugaz pasaba a su lado cantando una nana.

            Cerró sus ojos y se durmió.  Sintió un escalofrió.
      Unos brazos lo apretaron contra el pecho… 
            .-Ssss.      Tranquilo mi niño, soy yo, Mamá.



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