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lunes, 4 de julio de 2011

Ferias y fiestas

   Hace unos días han terminado las ferias de S. Pedro, en la ciudad; días de ajetreo, peñas, verbenas, todo tipo de jolgorio hasta las tantas de la madrugada en la plaza mayor.
   La noche del 28, había verbena, el ir y venir de la gente era continuo, entre tanto tumulto, entra una persona a comprar un refresco, sus rasgos faciales, desvelaban una deficiencia psíquica importante, pagó con un billete de 50€ y se fue.
   Nos extrañó, que volviese a los cinco minutos a por otro refresco, con otro billete igual, (y tan igual que tenía hasta el mismo número de serie), más falsos que el beso de judas.
    Lo normal habría sido agarrarlo y llamar a la policía, pues no.  Debido a cuestiones personales, lo acompañé, amable hasta la puerta y le pregunté; ¿quién te ha dado estos billetes? con el dedo me indicó a dos “chavales de 30 años” que había apoyados en el escaparate de la esquina.
   Al ver ese gesto ellos echaron a correr, y yo tras ellos, al separarse, solo podía ir a por uno, y así lo hice; lo atrapé a unos 200 m.  Solo de dije unas palabras mientras lo llevaba agarrado por la manga de la camisa: Si se te ocurre levantar una mano, aunque sea para rascarte, con la cantidad de testigos que hay, no paro de darte ostias hasta el cuartelillo de la municipal.
    Una vez en el cuartelillo, les dije lo que había pasado, nos llevaron en un coche patrulla a la comisaría de la  policía nacional para hacer la denuncia, allí una hora y media, para un simple trámite, lo que me hizo pensar, que tal vez ese era el motivo para no denunciar estos casos; les dejé claro, que el dinero lo daba por perdido, que mi denuncia quería hacerla ante la policía judicial, por utilización de una persona disminuida psíquica para actos delictivos y quedaron en que se me llamarían en unos días, (aún estoy esperando).
  Una vez acabado el papeleo, otra vez en un coche patrulla hasta la plaza mayor, es decir, toda la noche dando escándalo y agradecido de no tener que volver andando.
   En estos días, se ha ido reforzando comentario a comentario, la teoría de que vivimos en un país lleno de temores.
.- A esa gente es mejor dejarla, a ver si luego te va a pasar algo.
.- ¿y no te da miedo esa gente?
.- Ya vi que cogiste a uno, el otro se fue tranquilamente andando hacia la plaza.
        Es decir, que la gente (vecinos)y cuatro terrazas llenas de gente, “muchos conocidos” me ven correr tras uno, que algo me habría hecho, y en vez de coger al otro, se quedan mirando para no tener “problemas”.
  Es normal que esta sociedad sea cada día más racista, intolerante ante lo extranjero, sumisa ante todo aquello que parece estar fuera de la ley, gracias a lo cual gozan de inmunidad todo tipo de delincuentes y si mañana ven que maltratan a una mujer o a un niño, se quedarán igual, cruzados de brazos, hasta que un día la cosa vaya con ellos y verán la pasividad de los demás.  
    Coño, pues ya está bien, hay que ser solidarios con esa buena gente que viene a currar, para intentar sacar a su familia adelante, bastante desgracia es tener que irse de su país, por no tener para comer u otros motivos (la mayoría políticos).  Pero con los que se dedican al arte del mangue y de la estafa, la amenaza o la extorsión, leña al mono que es de goma y al final todos beneficiados.
   Está claro que los primeros interesados en que esto ocurra, son sus propios compatriotas, pero decirles a ellos (muchos sin papeles) que denuncien, sería mucho pedir.
   Señoras y señores, el miedo solo crea más miedo e impotencia;  cualquier animal es lo primero que huele y ve en tus ojos, a partir de ahí, eres presa fácil.
   Intentemos crear una sociedad más justa, es la mejor herencia que dejaremos a nuestros hijos.