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jueves, 20 de octubre de 2011

Anoche soñé con tigo 2

Al sueño anterior, le faltaba de poner una música. 
  

   Este no es un tema al uso;  la primera parte, formada por  36 compases, teniendo en cuenta que los hay, de 2/4,  4/4 y alguno que otro de 9/8, debido a que mi forma de interpretarlo siempre fue un poco caprichosa, la compuse el año en que la conocí, en aquel sótano donde daba clases.
    Nunca me atreví a escribirlo en partitura y siempre lo utilicé únicamente para probar la afinación de los pianos en su último retoque, siempre cuando estaba solo, tal vez tenía miedo de que alguien escuchase algo que era mío, sólo mío y de ella, y por eso ni ella lo debía de saber.
    Los compases siguientes son fragmentos que recuerdo de bocetos inacabados, proyectos que nunca llegaron a tener titulo y que estaban arrinconadas en mi memoria.    Para acabarlos, tendría que estar en el pasado, sintiendo aquellas vibraciones que me hicieron poner las manos sobre el piano, yo sé cuáles eran;  puedo imaginar grupos de acordes, puedo intuir la melodía y el tiempo, pero todavía no he aprendido a inventar sentimientos.
    Puedo interpretar situaciones y manipularlas para crear un escenario distinto, donde la realidad y la ficción se confundan en una amalgama de verdades, mentiras e hipótesis de lo que pudo ser y no llego a pasar, ó de lo que fue y jamás debería haber sido.
    El problema está cuando uno quiere ser sincero con sigo mismo y contarse una alegría o pena, un momento de felicidad o  frustración para entender las sensaciones que se experimentan en ese momento cuando los años pasen, e intentar que los tuyos, los de corazón, los que te importan, esos que se pueden contar con los dedos de una mano, (aunque en mi caso he de dar gracias, al igual que para tocar el piano necesito las dos), lleguen a entender quien eres y te conozcan un poco mejor.
    Hace tiempo que dejé a un lado, lo que ahora intento retomar, es decir ampliar el álbum SERES QUERIDOS; todavía está todo en sus fundas o envuelto en toallas: teclados, mesa, secuenciadores, equipo grabación.   Incluso tendré que echarle horas, para acordarme de cómo le hacía funcionar a todo e intentar modernizarlo, los disketes y cintas de cassete, ya pertenecen al olvido.
    Por eso, esto me ha tocado hacerlo nota por nota, en un antiguo programa de partituras, con la esperanza de que pronto pueda cambiarlo por otra grabación más digna al oído y con la expresión que se merece, mientras tanto nos conformaremos con esto como aperitivo.
    Con este cúmulo de notas, al que no me atrevo a poner final, espero volver a soñar y hacer soñar, a quien un día, encontró una pequeña ninfa en el bosque y jamás la olvidó;   yo además tengo la suerte de compartir la vida con ella.


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