Por los anchos paseos de los
jardines, a media mañana paseaban Dñª.
Beatriz de Rio frio, junto a Dñª. Úrsula
de Alcolea, ambas descendientes de familia de alta alcurnia; Siempre con la espalda recta, los hombros erguidos,
la frente altanera y ese andar pausado y prepotente.
Su tema de conversación era
el menú servido como cena la noche anterior.
Vertían quejas del servicio: Que
desfachatez, la ternera era escasa, en la guarnición predominaban los colores
opacos y a la presentación le faltaba homogeneidad en el plato, lo que la hacía poco apetecible. Sobre el postre todo
eran halagos: Su textura, combinación de color y equilibrio en sus cantidades eran los idóneos para un flan con macedonia acorde a la majestuosidad de
aquella mesa.
Un empleado de
mantenimiento que hacía ese día la función de jardinero terminaba de podar unos
rosales y se disponía a recoger el ramaje con una carretilla; procedía a
enfundarse los guantes de lona para proteger sus manos de las punzantes espinas cuando…. El menor de los Acuña a galope
de un corcel, casi lo arroya; él siguió
con su tarea sin darle más importancia al incidente.
Dª. Beatriz, se tapaba los
ojos para no ver el desaliñado que parecía se iba a producir, mientras Dª
Úrsula lanzaba improperios a aquel salvaje y sus modales.
Sentado en un banco, el general
de brigada Luis Castelló dibujaba en la
arena del suelo con una barita, era la estrategia que se llevaría a cavo en la
batalla que próximamente dirigiría para la reconquista del fortín de Sigüenza.
Analizando de cerca el dibujo se hallaba otro militar de alta graduación, pero del ejército enemigo, por lo
que D. Luis, batió enérgicamente de lado a lado rozando el suelo con la
mimbre y dejando hecho unos zorros todo el entramado.
El estanque alimentado por el agua que fluía
de la fuente que estaba situada en el centro, albergaba unos cuantos peces de
colores; cuando estaban todos descuidados, Serafín, sigiloso, se aproximaba
para intentar cobrar alguna pieza entre sus garras, finalizando el evento todas
las mañanas con el mismo y frustrante resultado, marchándose moviendo la cabeza
y relamiéndose como un minino, pensando en que su suerte cambiaría al día siguiente.
Desde la zona superior de la
escalinata doble por la que se accedía al edificio principal, oteaba sin
pestañear un aguerrido caballero controlando que nada perturbara la
tranquilidad, mientras cazaba furtivamente en sus dominios.
Cele, el “paisa barato” se
acercaba a todas las personas para ofrecerles sus productos: alfombras,
collares, relojes y gafas de sol; como las que en aquel momento estaba
intentado vender a Matías, que sin hacer caso, despistado, sentado en su silla
de ruedas, reía al ver semidesnuda, con la ropa hecha jirones a Toñi corriendo
entre los arbustos, dando alaridos, puñetazos y patadas al aire como poseída por el diablo cada vez que
alguno de sus perseguidores conseguía acercarse a ella; había que andar con
cuidado, era grande y fuerte, y ya en alguna ocasión había logrado quedarse
con carne entre sus dientes, pues se defendía a base de dentelladas en el
forcejeo.
D. Aurelio, protagonista
de esta historia, como cada día bien aseado, peinado y perfumado, esperaba
paciente en la puerta de entrada a que algún familiar se dignase a visitarlo. Hace años que su excesivo dinero y lucidez mental, habían hecho que sus
familiares cercanos sobornasen a unos
especialistas para discapacitarlo de por vida. Su pretendida ignorancia de la
situación, le valía para no ser medicado y que nadie prestase el más mínimo interés por su estado,
esperando la posibilidad de deshacer el entuerto con la colaboración de alguna
persona de las que traían mercancías del exterior.
Ya había hablado unas cuantas
veces con alguno de ellos. Esa mañana tenía que venir el frutero; tenía pinta
de estar pasando una racha de penurias a causa de la competencia existente en
el sector. Después de haber oído sus lamentaciones repetidamente, le había dado
datos concretos, para que si lo deseaba, se informase y corroborase que eran
ciertos; saldrían los dos beneficiados, uno recobraría su salud mental a los
ojos de la justicia y el otro salvaría su situación económica.
Entró y se dirigió con su
furgón hasta el muelle de carga próximo a la cocina, antes de terminar de
descargar el pedido, D. Aurelio ya estaba esperando junto al portón.
Luis,“el frutero”, que no
tenía nada que perder, había comprobado que todos los datos eran ciertos.
.- que compañero, ¿Cómo va el negocio?
.-bien, pero tenía usted razón, a partir de
ahora puede que vaya mejor
.-yo nunca miento
.- ya me he dado cuenta, todo es tal y como
me lo contó
.- ¿te apetece un pitillo?
.- tendrá que apetecerme, hoy ya he
terminado el reparto.
.-toma, y quédate con la cajetilla.
No se podía permitir el lujo
de que alguien sospechase nada, siempre había pensado que las paredes oyen y
que nadie guarda mejor un secreto que una boca cerrada.
Dentro de la cajetilla de
tabaco estaba una nota con la dirección de un abogado amigo de toda la vida,
del que estaba seguro no tenía relación alguna con sus parientes, debajo de
esta una nota: --Solo acércate y confirma que
sigue estando su despacho en el mismo lugar, si no es así, busca su número de teléfono e infórmate de la nueva
dirección. Cada día te daré un paquete
de tabaco con nuevas instrucciones.
Cada vez que alguien entraba
en el recinto para descargar algo, lo habitual, era verlo dirigirse hasta el muelle
para hablar un rato y brindar un cigarrillo al repartidor, siempre sin ser
pesado para que nadie se molestase y
que sus acciones pasasen inadvertidas, como una rutina más.
Llegó de nuevo el martes.
.- ¿Qué?, ¿Cómo va todo?
.- bien, muy bien
.- ¿se acercó a aquel sitio?
.-si, allí sigue todo igual. pero... ¿Cómo
puedo saber que se cumple el trato?
.- por lo mismo que yo sé, que no me vas a
traicionar. Toma estos cigarros que me
quedan para que los fumes durante el reparto
Luis guardo el paquete en el
bolsillo de su camisa y se despidió amablemente. Ya fuera, un poco alejado, paró en el arcén
para leer la nota:
--Ve a hablar con el
abogado, hazte pasar por un conocido mío,
que hace mucho que no sabe de mí y haz caso de tu intuición antes de
decirle nada.
Ya, en el despacho del abogado:
.-buenos días, ¿está don Anselmo?
.- ¿tiene usted cita?
.-no, solo venia a hacerle una pregunta
personal
.- ¿de parte de quien?
.-dígale, que soy un amigo de don Aurelio
Barroso
.-un momento por favor
.- pase, don Anselmo lo recibirá ahora.
.-buenos días don Anselmo
.-buenos días, ¿usted es amigo de don Aurelio?
.- sí señor;
hace unos años que no lo he vuelto a ver y nadie me da señas de su
paradero y he pensado que tal vez, usted...
.-yo también hace mucho que no se de él, mis
ultimas noticias fueron que lo habían ingresado en una clínica mental, pero no
se en cual
.- ¿En una clínica? ¿mental? ¿pero?... si
estaba perfectamente
.- eso mismo pensé yo, es más, llegué a
pensar que era una treta de los parientes para poder administrar su patrimonio,
no hiciera testamento y los dejase en la calle.
.- pues sí señor, eso fue
.- ¿cómo?
.- que tiene usted razón. Me manda don Aurelio, está ingresado en la
clínica santa Eulalia, y me va dando paquetes de tabaco con notas como esta,
con instrucciones
.- a ver.
Sí, esta es su letra.
.-Me ha dicho que no hagamos nada por
nuestra cuenta, cree que la familia ha dado orden de que se les informe de
cualquier visita que reciba
.-tranquilo, llévele esta nota, para que
sepa que estoy enterado de su estado y que me pongo enseguida a recoger
información de todo lo ocurrido.
Al fin, se sentaba en el
asiento de su furgón con la esperanza de que todo se resolviese rápido y así
poder aliviar sus preocupaciones.
En su próximo encuentro, nada
más bajarse del vehículo, antes de abrir tan siquiera las puestas traseras,
Luis se aproximó a don Aurelio y le introdujo la nota en un bolsillo de la
americana. Terminó de descargar y don
Aurelio no aparecía, Luis no podía hacer otra cosa que disimular, se agachó y
fue revisando el dibujo de los neumáticos para dar tiempo. .- uf, menos mal que llega.
Don Aurelio, dejo caer por la
ventanilla disimuladamente el paquete sobre el asiento del conductor y sin
mediar palabra continuó caminando cano si nada.
Se montó tranquilo, arranco el
motor al tiempo que retiraba hacia un lado con sus pies la cajetilla para no
pisarla y se dispuso a seguir la ruta.
Esta vez, la impaciencia le
hizo parar nada más sobrepasar la primera curva. Aparte de un par de cigarrillos, el paquete
contenía una carta cerrada para don Anselmo. Que desilusión, hasta el día
siguiente no sabría cual era el próximo paso.
Había terminado el reparto, no
hacía más que pensar en la dichosa carta y teniendo en cuenta que aun faltaba
un rato largo antes de la hora de comer, se dirigió hasta el despacho del
abogado; por suerte llegó en el mismo instante que este salía por la puerta.
.- perdone don Anselmo
.- ¿como tú por aquí? no te esperaba hasta
mañana
.- la verdad, es que don Aurelio, me ha dado
un sobre cerrado para usted y la intriga me lleva atenazando el estomago toda
la mañana, perdone mi curiosidad, pero seguro que no iba a ser capaz de dormir
y no me quería arriesgar a traer la carta abierta.
.-pues sí, has hecho bien en venir, vamos a
tomar un vermut con una tapita y vemos que dice la carta.
Entraron en una cervecería que había
en la esquina; al fondo de la barra, un biombo escondía un par de mesas a modo
de reservado; se acercó al camarero y le
dijo que por favor les llevase dos rioja y una ración especial de la casa, que
resultó ser ensaladilla rusa con patatas
fritas alrededor, sentados, él abrió la carta de tal manera que Luis no viese
la que ponía, cuando termino de leerla alzó la vista.
.-bueno qué, qué dice
.-don Aurelio siempre fue un buen pagador,
así que por orden suya, mañana a primera hora, me traes un documento donde se
exprese la cuantía necesaria para finiquitar el crédito del furgón, te doy un
talón y al medio día el furgón ya es tuyo.
.-don Anselmo, la verdad es que no sé como agradecérselo
.-a mí no me tienes que agradecer nada, ya
llegará el día en que sea don Aurelio quien te acompañe al bar, para tomar un
vino y poder arreglar cuentas.
A Luis se le salía el corazón
del pecho y su mano temblorosa, no podía acercar la copa de vino a su boca.
.-Tranquilo, que no pasa nada
.- es que... No sé
.-no tienes por qué saber, tranquilízate y
disfruta hoy de este vino
.-es que…. Yo nunca había pensado que me
pudiera pasar esto a mí
.- pues ya ves, puede pasar, y a partir de
ahora, preocúpate de traer y llevar las notas y sobre todo de no levantar
sospechas. Para cualquier duda, toma mi
tarjeta, en el reverso llevas apuntado mi número de móvil personal.
D. Anselmo, estaba preocupado. Para llevar a cavo su estrategia legal, necesitaría como primer paso un poder
notarial, pero claro, tendría que firmarlo don Aurelio en presencia de un notario.
Llamó a un notario de confianza; esa misma
tarde se reunirían para redactar el poder y hacer una lista con todos los
documentos que necesitarían, estos deberían estar listos antes de que el caso saliese a la luz pública.
.- a
ver Anselmo ¿qué es eso que te tiene tan preocupado?
.- ¿necesito un poder notarial de una
persona que está en una clínica mental ingresado para poder firmar en su
nombre, pero legalmente está incapacitado y además la firma sería sin tu
presencia.
.- ¿Cuándo fue la última vez que estuviste
con él?
.-yo no lo he visto, tenemos contacto por
medio de un tercero que va allí a dejar fruta.
.- por lo menos, me podrás decir de quien se
trata
.-por supuesto, es un antiguo amigo; don
Aurelio Barroso.
.-coño, don Aurelio, ya sé quién es, yo
también lo conocía, aunque solo de compartir aficiones deportivas y en alguna
que otra cena del club en que compartimos mesa
.-entonces ¿cómo lo ves?
.- lo primero es el poder notarial, pero sin
un dictamen psiquiátrico favorable que lo acompañe, va a valer de muy poco
.- ¿si pudiésemos estar con él sin que se
enterase la familia?
.-bueno, espera, tú llama a ese contacto
.- de acuerdo
.- ¿Qué día va a verlo?
.- el martes
.- pues queda con él el lunes por la tarde,
que algo se me ocurrirá.
CONTINUARÁ
¡Qué buena trama!
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