UN cuento para:
MAMAITA
Como cada mañana, después de darle el desayuno y alguna que otra
pastilla en la cocina, se dirigían al salón. Se arrodillaba junto al sofá donde
acababa de acomodar a la criatura. Una
vez sin pijama, desnudita solo con el pañal, le gustaba morderla en la barriga
al tiempo que le masajeaba las piernas para que las tuviese relajadas. El
escándalo producido entre las voces y las carcajadas era tremendo. Luego, ya
aseada, vestida y sujeta al asiento trasero, se volvía a dormir en el trayecto,
mientras era vigilado su dulce sueño por el espejo retrovisor hasta llegar al
colegio donde pasaba toda la mañana en sus instalaciones adaptadas, rodeada de
pequeñuelos de su misma condición, profesores, cuidadores y personal de
enfermería.
Desde que nació, se la llevo a todo
sitio donde parecía haber una esperanza de mejora. Cada vez que un nuevo tratamiento,
parecía surtir efecto o sus movimientos iban progresando. Su única opción era
seguir confiando en los profesionales especializados en neurología,
rehabilitación u ortopedia. Al poco tiempo, otro error y otra decepción.
Luego echaron mano de sanadores o curanderos. Una manera más como otra
cualquiera de tirar el dinero, el único clavo ardiendo donde se podían agarrar,
pensando que la esperanza dicen que es lo último que se pierde.
El estado psicológico no mejoraba, se limitaban a aceptar la situación,
incrementando su culpabilidad por no haber omitido las indicaciones médicas y haber seguido su instinto. ¿Pero quién se
arriesga?
Para mejorar “según los que dicen que
saben” su estado físico y corregir luxaciones, llegaron las dichosas
intervenciones quirúrgicas. Ingresos,
incomodidades, sufrimientos y penurias para nada. Pero el pasado no tiene remedio, es pasado y
hay que pensar en el futuro intentando disfrutar del presente.
Por fin, nadie iba a interferir en sus
decisiones. Como siempre se seguiría
jugando como no, al adivina, adivinanza. Medicación y seguimiento personalizado a diario por parte
de los que más la conocían, seguro que daría resultados. La prioridad ya no se
basaba en la mejora, más bien en la estabilidad y calidad de vida. Con evitar molestias producidas por las
contracturas era suficiente. (Y
regresamos al hoy)
Como cada mañana, la rutina no es
aburrida. Al ir a despertarla, ella
siempre les premia con una sonrisa. Al bajarla por las escaleras, acocha su
cabeza sobre el hombro al tiempo que sigue desperezándose y al sentarla en la
silla, hace fuerza por despertarse y disfrutar, volviendo la cabeza hacia tras
indicando la posición del sofá o eso parece.
Domingo
y además en vacaciones. Llegando la hora de al medio día, un sonido le
hace cambiar su cara. Es el agua al caer llenando la bañera, el lugar donde más
feliz se siente, quizás por la libertad que ofrece estar casi flotando en el
calentito liquido elemento. Los masajes de la esponja llena de jabón por todo
el cuerpo, nunca deberían tener fin.
En la sobremesa, aunque ella haya comido
antes con su flan incluido. uuum... la hora del postre y el café. Pero que
golosa, eso sí que le gusta. Pide a gritos desesperadamente que le den más. Las
mandíbulas parecen desencajársele de tanto como abre la boca.
Mira con cara de pícara a su madre, para
que le pregunte por las cosas que hace papá y esperando a que ande el
matamoscas dando a diestro y siniestro, incluso al pequeño perro que se le sube
en las piernas para hacer monerías.
Un pequeño deseo, cada vez se ve más lejano, está asumido que es algo
imposible, ya da igual, solo importa mantener la llama viva que produce esa
preciosa sonrisa.
A última hora de la tarde, antes de acabar
ese día de finales de Diciembre. El veintinueve para ser más precisos. Mientras
le pone el pijama para ir a dormir. En un momento de silencio entre las voces y
las carcajadas, cuando se encuentra de espaldas, cogiendo un pañal limpio del
armario, claramente se puede oír una palabra.
Se vuelve para mirarla con los ojos llenos
de lágrimas. Esas que al agacharse para abrazarla le corren por el rostro
cayendo sobre su torso desnudo, disimuladas con un radiante gesto de alegría.
Su grata relajación ha dejado actuar
libremente a sus cuerdas vocales al tiempo que su lengua rozaba la parte
delantera del paladar y los incisivos superiores o tal vez solo ha sido un
sonido gutural involuntario que emergió espontáneamente de su garganta y una
mente esperanzada, interpretó aquello tan deseado. Es lo mismo. No ha pronunciado
ninguno de esos monosílabos tan esperados que les ayudaría. Un simple sí o no,
que les diera la certeza de que estaban haciendo lo correcto. La respuesta tan
improvisada como necesaria a miles de preguntas. Tan solo y por una sola vez,
el silencio fue sepultado por la palabra más preciosa que podía salir de sus
labios. El regalo más hermoso que nadie nunca le podía haber hecho. El corto
nombre de su madre:…..ANNA.
De
Raquelucha
Feliz
cumple mamaíta.
MAMÁ
¿Te acuerdas cuando te casaste? Yo sí.
Me acuerdo que Raquel y yo
juntas las dos, nos asomábamos por tu ombligo, para ver lo que hacíais. Que
jovencita, solo tenías veintitrés años.
Qué risa. Mi padre tan serio,
con aquella barba que le sentaba tan mal. Ahora está mucho más guapo, sin barba
y sin bigote, a que sí. Bueno eso el día que se afeita.
Cuando nació Raquel, me quedé
sola, toda la tripa para mi sola, hasta que me dio por salir a dar guerra y a
alborotar la casa.
La verdad es que no tenía ni
un pelo de tonta y una cara de bicho revoltoso. ¿Te acuerdas? Corría con el
tacatá por todos los sitios, hasta meterme debajo de la encimera y chocar con
el radiador. Pronto empecé a ser la tía saca de la casa, ja, ja y tú deseando
darme todo lo que se podía. A veces te ponías muy seria y me regañabas con
aire, pero yo se que lo hacías para educarme. Nunca te cayeron bien las niñas:
rezongonas, mimadas, tontas y malcriadas. Trabajito te costó, sacarme persona.
Pero lo que peor llevabas, nunca las aguantaste, eran las mentirijillas, aunque
fueran pequeñas. Es que te ponías del hígado, así que mejor, la verdad por
delante y a asumir las consecuencias directamente, que si no luego era peor.
Desde que empecé a ir al
colegio hasta hoy, siempre hemos estudiado la lección y hemos hecho los deberes
juntas. Qué pena que no puedas estar con migo en los exámenes para no ponerme
nerviosa, me sé la lección pero no sé qué me pasa, tu sabes que estudio y por
eso me animas, aunque saque menos nota de la que debiera.
Eres una mamá muy buena, la mejor que pudiera tener, algo gruñona, sí,
pero he de reconocer, que muchas veces te pones pesada con razón. Ya estás
cerca de los ¿????. Pero no los
aparentas, cada día más guapa.
Te quiero mucho.
De Lucía
Felicidades mamá.
AMAMANTÍSIMA
Ay, mamucha. Después de leer lo de Raquel y
Lucía, qué más te puedo decir yo.
¿Que cada día te quiero más? ¿Que eres una
mujer extraordinaria? ¿Que mi mayor deseo es pasar el resto de mis días a tu
lado? Todo eso ya lo sabes.
Lo que tal vez no sepas, aunque
seguro que sí, es que:
Soy quien soy, gracias a ti y
las niñas. Que te considero una valiente. Que con tu empeño eres capaz de conseguir
hacer lo que te propones y además bien. Que podría sentir envidia, pero la vida
ha decidido que estés a mi lado y así convertir ese ruin sentimiento en admiración.
Siempre tuve la mejor familia, solo faltaba
quien cerrase el círculo para comenzar a formar uno nuevo. Esa fuiste tú. No sé si me lo merezco, pero desde luego que
soy un tipo con suerte, mucha suerte y parte de ella es gracias a ti.
Amamantísima y adorable esposa:
¿Te queremos?.........................
...................Un poquino
¿Si tú no estás?......................
..................¿que nos queda?
Feliz cumpleaños
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