En el edén del amor
mientras paseaba un ángel
se le desprendió un cabello
que al suelo, fue a caer.
El esqueje echó raíces
y alzó sus brazos al cielo
luciendo verde esperanza
en cada una de las hojas
que vio su tallo nacer.
Creciendo se hizo Mujer
y quiso abrazar su entorno.
De su radiante belleza
el diablo se enamoró.
Se agazapó junto a un árbol
y se recubrió de espinas
para proteger el alma
que el Ángel le regaló.
Rodeada de serafines
bellos retoños espera.
bebiendo olores de ozono
por brisas acariciada,
sabor a tierra respira
de rocíos impregnada.
Envidia siente la luna
Al ver sus flores brotar.
la libertad de los cielos
el deseo
del rosal.
alaridos de tormenta
al reventar el capullo.
quiso brotar de la nada
un trueno de soledad.
Brillante y fina cuchilla
cortó la sabia en silencio,
pétalos color de cera
y sangre lloran los cielos.
Espiando agazapada
la sombra de la guadaña,
las espinas sollozantes
se incrustan en las entrañas.
Los olores se disipan
y envueltos en celofán
con un lazo a media altura
le robaron el mañana.
Llena de polvo y sin agua
en un jarrón del rincón
al olvido desterrada.
Va cogida de su mano
una letra del pasado
sobre un pañuelo bordada.
Sobre el pecho reposando
las manos adormiladas,
sintiendo el gélido invierno
una caricia pretenden
que el firmamento tranquilo
de su letargo despierte
y provoque la tormenta
que a los demonios ahuyente.
Las noches se hicieron largas
tras la ventana cerrada.
La cama que no se queja
la alcoba que no respira
almohada que ya no llora
y a nadie la manta abriga.
Las zapatillas descansan
junto a la puerta entreabierta,
sobre la cama una bata
en la mesita un reloj
que ya no marca las horas
pues se le acabó la cuerda.
Libre de vidas ajenas
donde regalar frescura
se entretiene paseando
entre gente sin cordura.
Marchita dobla su tallo
frente al mundo penitente.
Con el llanto contenido
a la rosa … Nadie entiende.
Muy tristemente bonito.
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