Hace unos días escuche en la
radio del coche que proponían el hacer y mandar un micro-relato a RNE para un
concurso.
La verdad es que no me paré a
apuntar la dirección ni las bases, solo me quedo claro cuál debía de ser el
final de dicho micro-relato.
(Desde aquel día, me gusta escuchar la radio con los ojos cerrados.)
Hoy me decido a escribirlo.
No lo mandaré a ningún sitio, pero servirá para publicar algo en mi blog (que está adormilado) y así sabréis que sigo aquí, aunque no me deje
apenas ver.
---- PASOS
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Dos escalones para acceder al portal. Tres pasos largos. Cuatro
peldaños y otros dos pasos hasta el ascensor.
En ese habitáculo siempre recuerdo la
imagen de mi anciana abuela contando con los dedos. Qué cosas, ahora yo cuento con los pies.
--- planta
ocho. - Abriendo puertas ---
Seis pasos a la derecha y un séptimo
un poquito corto, para no darme de bruces contra la puerta de mi apartamento.
Una vez dentro, cinco pasos hasta
mi habitación y dos más haciendo un ángulo de treinta grados, para que la punta
de mi zapato roce levemente la pata del somier.
Tumbado en la cama boca arriba. Mi gran
compañía, son las voces que salen de mi viejo transistor.
Hay que “ver”.
Desde aquel día, me gusta escuchar
la radio con los ojos cerrados.
Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España)
A mi me gusta escuchar la radio tranquila, especialmente de noche. Había un programa radial en Chile que me embriagaba. Era nocturno, se llamaba "Para los que están solos o se sienten solos". El contenido era de música instrumental exquisita y comentarios de alto contenido cultural universal, incluyendo reflexiones. Ya no existe y es una pena, porque la mayoría de las emisoras saturan con el reggeton, comentarios cachondos y muchos comerciales. Me encantó tu poesía Carlos. Un beso querido amigo. America Santiago.
ResponderEliminarPues es precioso. Busca la dirección y envíalo. Será ganador
ResponderEliminarGracias Maestro por compartirme sus letras que siempre dejan un sin fin de enseñanzas para seguir adelante. Ahora desde un inicio me enseña que el escribir no lo debe impulsar un certamen sino la intención suprema a quien y por quien se escribe desde el corazón y la mente.
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