Tarde calurosa en la alameda.
Cerca de la chopera,
a la orilla del arroyo,
hay una sombra especial.
Las hojas del sauce
que lloran sus ramas
acariciando el agua.
El tronco suave
donde la espalda se apoya
acomodando los recuerdos.
Las piedras de la orilla
tantos años como testigos
de un amor de adolescencia.
Nuevos polluelos de gorrión
con sus picos amarillos
abiertos a la esperanza.
Aquellos juegos,
aquellos besos,
aquel amor,
rememorado por siempre.
El corazón tatuado en la corteza
con las iniciales talladas
a punta de navaja.
Aquellas lagrimas tras la despedida,
años, verano tras verano, acudiendo,
tardes repetidas esperando tu regreso.
Miradas clavadas en el sendero
esperando volver a ver tu silueta.
Ojos cerrados, con la ilusión
de escuchar el crujir de unos pasos.
Cincuenta y tres años,
diez meses y doce días.
Se acerca una falda bailando
meciendo parisinas blancas,
una blusa resplandece
junto a cabellos de plata.
Mil historias que contarnos
de caminos recorridos.
Cien lagrimas de emoción
acariciando juntos
con la yema de los dedos
el corazón desgastado.
Las letras difusas.
La flecha afilada,
con que Cupido nos empuja
a un beso infinito.
Beso,
de adolescentes con canas.
Amor de adolescencia
tantos años soñado,
tanto tiempo dormido.
Carlos Torrijos@2024.
C.a.r.l.
(España)
Amores vividos con tanta intensidad que nunca serán olvidados
ResponderEliminarEl primer amor, ese que, por muchos años que pasen, siempre despertará una sonrisa nostálgica en una cara llena de surcos vividos. 🌹🌹
ResponderEliminarTiempo que duerme en los corazón aún despiertos. Gracias maestro por compartir 🙏🏻💖✨
ResponderEliminarGenial tocayo. Aquellos tiempos.amor de estudiantes...mi primer amor.
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