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lunes, 2 de diciembre de 2024

El Resurgir - Cap.- 17

 

"Ver con los ojos cerrados" 17

 

      Tras un par de días, a la hora de cenar, Manuel esperaba impaciente que llegasen y estuviesen todos sentados a la mesa.

    El estar de vacaciones del instituto, era un no parar de recorrer la ciudad con los amigos viendo los adornos navideños y belenes puestos en distintos sitios;  aparte de las visitas a bares y fiestas diversas.

Manuel.- atender bien, tengo que hablar una cosas muy seria con vosotros

Verónica.- no nos asustes

Manuel.- cambio de planes para Nochevieja

Samuel.- venga, que ya sabemos que hoy es el día de los inocentes, pero dentro de nada son las doce y ya no vale

Verónica.- pues casi me la das

Manuel.- nada de inocentes; la noche de Nochevieja, no hagáis planes hasta las doce y media

Lourdes.- pues yo he quedado en ir a tomar las uvas a la plaza con mis amigas

Manuel.- pues lo anulas

Samuel.- yo también he quedado

Manuel.- pues ya sabes, queda anulado

Lourdes.- porque tú lo digas

Manuel.- pues mira sí, porque lo digo yo

Verónica.- no te parece que te estás pasando, ya está bien de tanta tontería; si quieres que comamos las uvas este año con ellos, pues nos vamos también a la plaza y ya está

Manuel.- no, esta Nochevieja, vamos a cenar todos juntos en el comedor social, luego allí tomaremos las uvas y después quien quiera que se vaya de fiesta

Samuel.- entonces por fin ¿vamos a conocer a tus nuevos amigos?

Manuel.- esa es la intención, a ellos y a sus familias

Lourdes.- claro, y no había otro día

Verónica.- no me parece bien que no hayas avisado a los chicos antes, pero me parece una idea excelente, veréis que bien lo pasamos

Lourdes.- desde luego, como soy la pequeña, aquí mi opinión no cuenta

Samuel.- ¡oye! que yo también he quedado con mis amigos, pero me parece que esto es importante    

Lourdes.- pues nada, se jodieron los planes; me voy a la cama que ya no tengo hambre 

Manuel.- siéntate y cena

 Lourdes.- que te he dicho que no

Verónica.- déjala, que luego hablo yo con ella

Manuel.- es que es cabezona la tía

Samuel.- vale eh, que tiene a quién parecerse

Manuel.- pues se parecerá a su madre

Verónica.- para el carro que te estás metiendo en terreno resbaladizo

Samuel.- ¿y cómo has pensado que lo hagamos esa noche?

Manuel.- los padres vamos a las seis a preparar la cena y a las nueve ya aparece la gente joven; me han dicho que ninguno va arreglado, llevan la ropa y se cambian allí, para salir de fiesta después de tomar las uvas y brindar juntos.

    Después los padres nos quedamos allí un rato hablando y luego recogemos para  el día siguiente estar todo en orden para la comida.

Samuel.- ¿y van ellos por la mañana después de la noche de fiesta?

Manuel.- y quién va a ir sino, en días de fiesta también llora el estómago

Samuel.- la verdad es que son dignos de admirar

Verónica.- cuando los conozcas te vas a llevar una sorpresa

Samuel.- no me extraña que tú los valores tanto

Verónica.- terminar que me voy a hablar con esta mocosa

Samuel.- no, déjame que voy yo, es normal que ahora esté un poco enfadada

Manuel.- dile que antes de irme a dormir, paso a darle un beso

Samuel.- pero con cuidado, no te clave las uñas

Verónica.- tampoco será para tanto.

         Samuel estuvo bastante rato en la habitación con Lourdes y la puerta cerrada para que no se oyese lo que hablaban.

  Manuel y Verónica, esperaban pacientes sentados, para ver con qué cara salía, y si les hacía algún gesto que les diese una pista de cómo estaba la fierecilla.

Samuel.- todo arreglado

Verónica.- ¿ya lo ha entendido?

Samuel.- no, pero ha dicho que sí, que entres a darle un beso antes de dormir

Verónica.- es igual que tú, mucho genio y al final no sois nadie

Manuel.- perdona que no lo haya consultado, pero según me lo dijo Roberto, le dije que sí directamente, me acabo de enterar hoy

Verónica.- y qué somos, muchos

Manuel.- pues un montón, bueno a los padres ya los conoces, falta por conocer a los hermanos

Verónica.- seguro que lo pasamos bien, de todas formas nosotros, tampoco es que esa noche hagamos nunca nada especial después de cenar

Manuel.- es verdad, hace años que no salimos

Verónica.- desde que a ti te dio la tontería de encerrarte en ti mismo

Manuel.- bueno, eso mejor no recordarlo

Verónica.- tienes razón, vete a darle un beso a tú parte de hija y a dormir

        Manuel entró despacito en la habitación; Lourdes se hacía la dormida;  se acercó a ella y le dio un beso en la frente

Manuel.- hasta mañana princesa

Lourdes.- hasta mañana, pero que sepas que sigo enfadada

Manuel.- me parece bien, que tengas felices sueños

Lourdes.- que te vayas, que te he dicho que sigo enfadada

Manuel.- hasta mañana

Lourdes.- adiós

     --Entraba en su dormitorio riéndose y negando con la cabeza—

Verónica.- que dice la fiera

Manuel.- que sigue enfadada

Verónica.- ya lo entenderá cuando crezca

Manuel.- déjala así, que no crezca muy rápido

 

         Verónica no podía dormir, estaba nerviosa, aunque sin motivo aparente; tal vez, el saber que reacción tendrían al ver a esos chavales y chavalas, y como les impactaría el que todos fueran diferentes a lo que podían imaginarse.

        Se levantó y se fue a la cocina, calentó un vaso de leche y se apoyó en la encimera entreteniéndose mirando las luces de la ciudad por la ventana.

          Algo brillaba a la luz de las farolas, comenzaban a caer los primeros copos de nieve;  si cuajaba, sería un incordio para andar por la calle, pero hacía tanto tiempo que no vivía unas navidades blancas, que no le importaría que estuviese cayendo toda la noche.

     Después de un largo rato, los coches y el asfalto comenzaron a teñirse de blanco;  no tenía pinta de caer mucho más, pero para ella eso era suficiente.

      Bajó a la calle en pijama, descalza, tan solo a hacer una pequeña bola de nieve, para después sentarse en los peldaños de la escalera y comérsela a mordisquitos pequeños, como hacía cuando era niña; entonces nevaba mucho más, y no era una cosa tan extraordinaria.

     Se subió de nuevo a casa y se acostó con cuidado de no hacer ruido y no tocar a Manuel con los pies, porque los tenía helados; estaba dormido como un niño,  soñando con algo hermoso, pues su rostro tenía un gesto risueño.

 

 


 

 

 

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