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viernes, 29 de noviembre de 2024

El Resurgir - Cap.- 16

 

"Ver con los ojos cerrados" 16

 

 

        El veintiséis otra vez a la tarea, tenían tantas cosas que contarse:

   Lo que habían hecho en Nochebuena, los que se habían juntado para la cena, los sitios a los que habían ido el día de navidad y sobre todo los regalos que les había traído Papá Noel; no paraban de hablar entre unos y otros; la cocina era un no parar de conversaciones cruzadas, hasta que Gervasio descubrió una caja en el almacén llena de bolsas de colores, cada una con una tarjeta de navidad con un nombre.

Gervasio.- ro, ro, ro, Roberto, mi, mi, mira lo que he encontrado (la emoción no le dejaba articular claras las palabras)

Roberto.- pero qué es eso

Gervasio.- y está el nombre de todos

         Hasta la puerta del almacén se acercaron todos a la carrera

Tomás.- yo los reparto
Gervasio.- yo, que las he encontrado

Roberto.- tranquilos, cada uno que vaya cogiendo la suya, pero esperar a que llegue Julia

       Roberto abrió un pasillo para que llegase hasta la caja Julia, luego cogió la bolsa que le correspondía y se la dio para que la abriera; ella iba abriéndola con cuidado para no romper el papel.

Nerea.- vamos, que es para hoy

Antonio.- a ver si adivinas que es

             Julia se puso a tentar la textura y la forma

Julia.- qué bonito, es un gorro de lana, me viene muy bien para estas frías  mañanas

        Los nervios no les dejaban parar quietos, entonces Roberto puso a un lado a Julia, y todos se lanzaron a la caja como fieras hambrientas.

Tomás.- este es el mío (rasgando el papel de un solo tirón) un jersey ¡BIEN!

Antonio.- a ver ¿dónde está el mío?   .- ¡ay!  Que me has dado con la silla

Carolina.- si es que siempre estás en medio

Gervasio.- unos guantes y una bufanda

Nerea.- dejar paso que os atropello

Antonio.- lo encontré, a ver que es.    .- una gorra de visera con orejeras

Carolina.- pero si es un chal bordado, lo que yo quería

Nerea.- pues vaya, me ha tocado colonia

Roberto.- eso es porque eres muy presumida

Nerea.- pues seguro que huele muy rico

Paco.- ¿habéis acabado ya de dar guerra?

Roberto.- mira a ver qué es lo tuyo

Paco.- mirar chavales, el mejor regalo el mío, un reloj

Nerea.- como te han conocido que siempre eres el último en llegar

Paco.- bueno ahora faltas tú Roberto
Roberto.- pero aquí quedan dos bolsas

Tomás.- pues la que sobra para mí

Roberto.- de eso nada, en la que sobra pone Manuel

Julia.- pero abre la tuya a ver que te ha tocado

Roberto.- unas gafas de sol muy bonitas

Antonio.- pero si estamos en invierno

Carolina.- pero a Roberto le molesta a veces mucho la luz

Gervasio.- el de Manuel, lo guardo yo en el almacén hasta que venga

Nerea.- ¿lo abrimos a ver qué es?

Tomás.- no, eso no se hace

Carolina.- ¿y quién los habrá traído?

Roberto.- vamos dejar los regalos en un sitio que no se manchen que tenemos que seguir.

      La ilusión les salía por cada poro de su piel, quien hubiera sido había tenido una idea genial;  sabían que era un cuento lo de papá Noel.     Pero…      ¿Y si en realidad sí existía?

           A las dos y diez llegó Manuel; ya estaban sirviendo la comida, así que no le dirían nada hasta terminar, querían ver que le había tocado y observar su cara de sorpresa.

       Recogieron los platos y acomodaron la mesa y los bancos para ellos.

          Una vez cada uno en su sitio (el último que se sentaba era Roberto después de servirles) Roberto en vez de salir con el carro con la cazuela, salió con la bolsa y se fue hasta donde estaba Manuel.

Roberto.- han dejado aquí esto para ti

Manuel.- muchas gracias ¿pero por qué me habéis comprado nada?

Antonio.- pero si no hemos sido nosotros

Manuel.- entonces ¿Quién lo ha comprado?

Tomás.- y que importa eso ahora; ábrelo pesado

Manuel.- a ver, a ver, con cuidado de no romper el papel

Nerea.- me enciendes, ábrelo de una vez

Manuel.- vaya chulo, un alfiler de corbata y lleva la “M” grabada

Gervasio.- es el más pequeño y el más bonito

Julia.-  ¿me dejas verlo?

Antonio.- pero como lo vas a ver

Manuel.- tú tranquilo, ella sabe ver con los ojos cerrados

    Manuel puso el alfiler en sus manos y ella empezó a tocarlo suavemente ante el silencio de todos

Julia.- qué bonito, es muy suave y el relieve de la letra está muy bien hecho

Manuel.- entonces te gusta

Julia.- mucho;   parece de oro, tiene un dorado muy clarito

Antonio.- ¿y cómo sabes que es dorado?

Julia.- porque el plateado, es más tosco

Antonio.- ¿y tú entonces, ves los colores?

Julia.- algunos sí y otros no

Antonio.- a ver ¿de qué color es mi jersey?

Julia.- déjame tocarlo

        Antonio le cogió la mano y la puso sobre su pecho

Julia.-  mira el color no te lo sé decir, pero sí que es de dos colores, no espera es de tres; porque las rayas son distintas, mira esta es más áspera, esta un poco más normal y esta muy suave.   Espera vete dando la vuelta.

     .- las espalda es del color de la más áspera, entonces si pensamos un poco ese color es el más oscuro y los otros dos, no termino de verlos bien.

Nerea.- yo alucino ¿y eso lo sabes tocando con los dedos?

Roberto.- claro, cuando alguien carece de uno de los sentidos, se le agudiza el resto

Nerea.- por eso aunque parezca que no está prestando atención siempre se entera de todas los conversaciones

Manuel.- y por el olor y el sonido de los pasos, sabe quién se acerca

Carolina.- a mí también me gustaría sentir eso

Julia.- Carolina, mejor tú, sigue viendo las cosas como son, sin tenértelas que imaginar

Manuel.- de todas formas es bonito intentarlo y oír cosas que nunca habías oído;   Muchas tardes mi mujer y yo, nos sentamos en ese banco que hay ahí enfrente en el parque, y nos pasamos tiempo intentando ver con los ojos cerrados

Julia.- esos sonidos en realidad los habéis oído siempre, pero nunca les habéis prestado atención, sencillamente, porque no os ha hecho falta

Paco.- esa es la diferencia entre oír y escuchar

Nerea.- entonces ¿todos tenemos desarrolladas otras habilidades dependiendo de lo que nos falta?

Antonio.- yo el otro día que salí con Manuel, cerré los ojos y llegué andando hasta la farola, y sabía que la tenía justo en frente

Tomás.- ¿y cómo lo ibas a saber?

Manuel.- pues sí que lo supo, lo que no supo fue esquivarla

Paco.- por qué te crees Nerea que tú y yo tenemos tanta fuerza en los brazos

Nerea.- porque tú con las muletas y yo venga a darle vueltas a las ruedas de la silla, hacemos mucho ejercicio

Paco.- pues claro, porque si no, a ver cómo nos movemos

Gervasio.- pero carolina no tiene los brazos tan fuertes

Tomás.- listo, pero Carolina tiene una silla motorizada y no empuja tanto

Gervasio.- claro, tienes razón

       -- Roberto y Tomás ya estaban terminando el primer plato y el resto ni habían empezado—

Roberto.- Yo voy a por el segundo, luego no me andéis con que si se ha quedado frío o que vaya a la cocina a nada.

Tomás.- a mí me lo traes ya, que yo también he terminado

Julia.- no, tú no te levantes que te cansas

Roberto.- vamos, dejar de cascar y a comer, que al final hoy nos dan las tantas aquí

           Al final, todos se fueron a casa sin averiguar  quién había podido dejar allí esos regalos.   Pero eso, qué más da.  Lo importante era saber que alguien, se había acordado de ellos en ese bonito día y que Papá Noel, se había acercado a regalarles un poquito de ilusión.

 

 

 


2 comentarios:

  1. Maravilloso, me encuentro inmersa en los que hacerse de ese comedor y espero aprender a ver un poquito con los ojos cerrados 😘

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  2. Qué maravillosa es la mañana en la que viene Papá Noel. Abrir el paquete sin romper el papel y descubrir un pequeño tesoro y, sobre todo verlo con los ojos cerrados. Un comedor realmente especial.

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