"Ver con los ojos cerrados" 16
El veintiséis otra vez a la tarea, tenían
tantas cosas que contarse:
Lo que habían hecho en Nochebuena, los que
se habían juntado para la cena, los sitios a los que habían ido el día de
navidad y sobre todo los regalos que les había traído Papá Noel; no paraban de
hablar entre unos y otros; la cocina era un no parar de conversaciones cruzadas,
hasta que Gervasio descubrió una caja en el almacén llena de bolsas de colores,
cada una con una tarjeta de navidad con un nombre.
Gervasio.- ro, ro, ro, Roberto, mi, mi, mira lo que he
encontrado (la emoción no le dejaba articular claras las palabras)
Roberto.- pero qué es eso
Gervasio.- y está el nombre de todos
Hasta la puerta del almacén se
acercaron todos a la carrera
Roberto.- tranquilos, cada uno que vaya cogiendo la suya,
pero esperar a que llegue Julia
Roberto abrió un pasillo para que
llegase hasta la caja Julia, luego cogió la bolsa que le correspondía y se la
dio para que la abriera; ella iba abriéndola con cuidado para no romper el
papel.
Nerea.- vamos, que es para hoy
Antonio.- a ver si adivinas que es
Julia se puso a tentar la textura
y la forma
Julia.- qué bonito, es un gorro de lana, me viene muy
bien para estas frías mañanas
Los nervios no les dejaban parar
quietos, entonces Roberto puso a un lado a Julia, y todos se lanzaron a la caja
como fieras hambrientas.
Tomás.- este es el mío (rasgando el papel de un solo
tirón) un jersey ¡BIEN!
Antonio.- a ver ¿dónde está el mío? .- ¡ay! Que me has dado con la silla
Carolina.- si es que siempre estás en medio
Gervasio.- unos guantes y una bufanda
Nerea.- dejar paso que os atropello
Antonio.- lo encontré, a ver que es. .- una gorra de visera con orejeras
Carolina.- pero si es un chal bordado, lo que yo quería
Nerea.- pues vaya, me ha tocado colonia
Roberto.- eso es porque eres muy presumida
Nerea.- pues seguro que huele muy rico
Paco.- ¿habéis acabado ya de dar guerra?
Roberto.- mira a ver qué es lo tuyo
Paco.- mirar chavales, el mejor regalo el mío, un reloj
Nerea.- como te han conocido que siempre eres el último
en llegar
Tomás.- pues la que sobra para mí
Roberto.- de eso nada, en la que sobra pone Manuel
Julia.- pero abre la tuya a ver que te ha tocado
Roberto.- unas gafas de sol muy bonitas
Antonio.- pero si estamos en invierno
Carolina.- pero a Roberto le molesta a veces mucho la luz
Gervasio.- el de Manuel, lo guardo yo en el almacén hasta
que venga
Nerea.- ¿lo abrimos a ver qué es?
Tomás.- no, eso no se hace
Carolina.- ¿y quién los habrá traído?
Roberto.- vamos dejar los regalos en un sitio que no se
manchen que tenemos que seguir.
La ilusión les salía por cada poro de su
piel, quien hubiera sido había tenido una idea genial; sabían que era un cuento lo de papá Noel. Pero…
¿Y si en realidad sí existía?
A las dos y diez llegó Manuel; ya
estaban sirviendo la comida, así que no le dirían nada hasta terminar, querían
ver que le había tocado y observar su cara de sorpresa.
Recogieron los platos y acomodaron la
mesa y los bancos para ellos.
Una vez cada uno en su sitio (el
último que se sentaba era Roberto después de servirles) Roberto en vez de salir
con el carro con la cazuela, salió con la bolsa y se fue hasta donde estaba
Manuel.
Roberto.- han dejado aquí esto para ti
Manuel.- muchas gracias ¿pero por qué me habéis comprado
nada?
Antonio.- pero si no hemos sido nosotros
Manuel.- entonces ¿Quién lo ha comprado?
Tomás.- y que importa eso ahora; ábrelo pesado
Manuel.- a ver, a ver, con cuidado de no romper el papel
Nerea.- me enciendes, ábrelo de una vez
Manuel.- vaya chulo, un alfiler de corbata y lleva la “M”
grabada
Gervasio.- es el más pequeño y el más bonito
Julia.- ¿me dejas
verlo?
Antonio.- pero como lo vas a ver
Manuel.- tú tranquilo, ella sabe ver con los ojos cerrados
Manuel puso el alfiler en sus manos y ella
empezó a tocarlo suavemente ante el silencio de todos
Julia.- qué bonito, es muy suave y el relieve de la letra
está muy bien hecho
Manuel.- entonces te gusta
Julia.- mucho; parece de oro, tiene un dorado muy clarito
Antonio.- ¿y cómo sabes que es dorado?
Julia.- porque el plateado, es más tosco
Antonio.- ¿y tú entonces, ves los colores?
Julia.- algunos sí y otros no
Antonio.- a ver ¿de qué color es mi jersey?
Julia.- déjame tocarlo
Antonio le cogió la mano y la puso
sobre su pecho
Julia.- mira el
color no te lo sé decir, pero sí que es de dos colores, no espera es de tres;
porque las rayas son distintas, mira esta es más áspera, esta un poco más
normal y esta muy suave. Espera vete
dando la vuelta.
.- las espalda es del color de la más
áspera, entonces si pensamos un poco ese color es el más oscuro y los otros
dos, no termino de verlos bien.
Nerea.- yo alucino ¿y eso lo sabes tocando con los dedos?
Roberto.- claro, cuando alguien carece de uno de los sentidos,
se le agudiza el resto
Nerea.- por eso aunque parezca que no está prestando
atención siempre se entera de todas los conversaciones
Manuel.- y por el olor y el sonido de los pasos, sabe
quién se acerca
Carolina.- a mí también me gustaría sentir eso
Julia.- Carolina, mejor tú, sigue viendo las cosas como
son, sin tenértelas que imaginar
Manuel.- de todas formas es bonito intentarlo y oír cosas
que nunca habías oído; Muchas tardes mi
mujer y yo, nos sentamos en ese banco que hay ahí enfrente en el parque, y nos
pasamos tiempo intentando ver con los ojos cerrados
Julia.- esos sonidos en realidad los habéis oído siempre,
pero nunca les habéis prestado atención, sencillamente, porque no os ha hecho
falta
Paco.- esa es la diferencia entre oír y escuchar
Nerea.- entonces ¿todos tenemos desarrolladas otras
habilidades dependiendo de lo que nos falta?
Antonio.- yo el otro día que salí con Manuel, cerré los
ojos y llegué andando hasta la farola, y sabía que la tenía justo en frente
Tomás.- ¿y cómo lo ibas a saber?
Manuel.- pues sí que lo supo, lo que no supo fue
esquivarla
Paco.- por qué te crees Nerea que tú y yo tenemos tanta
fuerza en los brazos
Nerea.- porque tú con las muletas y yo venga a darle
vueltas a las ruedas de la silla, hacemos mucho ejercicio
Paco.- pues claro, porque si no, a ver cómo nos movemos
Gervasio.- pero carolina no tiene los brazos tan fuertes
Tomás.- listo, pero Carolina tiene una silla motorizada y
no empuja tanto
Gervasio.- claro, tienes razón
-- Roberto y Tomás ya estaban terminando
el primer plato y el resto ni habían empezado—
Roberto.- Yo voy a por el segundo, luego no me andéis con
que si se ha quedado frío o que vaya a la cocina a nada.
Tomás.- a mí me lo traes ya, que yo también he terminado
Julia.- no, tú no te levantes que te cansas
Roberto.- vamos, dejar de cascar y a comer, que al final
hoy nos dan las tantas aquí
Al final, todos se fueron a casa sin
averiguar quién había podido dejar allí
esos regalos. Pero eso, qué más
da. Lo importante era saber que alguien,
se había acordado de ellos en ese bonito día y que Papá Noel, se había acercado
a regalarles un poquito de ilusión.
Maravilloso, me encuentro inmersa en los que hacerse de ese comedor y espero aprender a ver un poquito con los ojos cerrados 😘
ResponderEliminarQué maravillosa es la mañana en la que viene Papá Noel. Abrir el paquete sin romper el papel y descubrir un pequeño tesoro y, sobre todo verlo con los ojos cerrados. Un comedor realmente especial.
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