"Ver con los ojos cerrados" 08
Tardaron un rato en quedarse dormidos
entra charla y risas; comentaban lo sucedido por la tarde, el susto que les
había dado, lo decididos que eran esas
personas sin temor a mojarse con tal de encontrarlo, lo que se preocupaba de todos Roberto, y
también el cabreo que tenía Lourdes por no poder soltar unas espantadas, dando
coces, ante las malas lenguas.
Llevaban ya un rato dormidos cuando
Lourdes entró en la habitación.
Se acercó despacio a la cama por el
lado de su madre, se puso de rodillas junto a ella y le tocó la cara con
suavidad.
Verónica.- qué pasa
Lourdes.- Ssssss.
Nada
Verónica.- ¿quieres algo?
Lourdes.- tú, ¿sabes ver con los ojos cerrados?
Verónica.- es solo una frase, pero estoy aprendiendo, bueno,
por ahora solo se chocarme con las farolas
Lourdes.- pues vaya, entonces ¿lo has intentado?
Verónica.- claro, y es alucinante
Lourdes.- y qué se ve
Verónica.- Como te digo, por ahora nada, primero tengo que
saber oír
Lourdes.- y qué se oye
Verónica.- muchas cosas, cosas que hasta hace poco, nunca
había escuchado
Lourdes.- ¿pero vas andando?
Verónica.- no, por ahora estoy empezando a practicar sentada
en el banco del parque, pero el primer intento, hay que hacerlo caminando, para
darse cuenta de lo que se puede lograr
Manuel.- qué pasa, habéis comido lengua o qué
Verónica.- caya y duérmete
Lourdes.- me voy a la cama, ya os dejo dormir
Manuel.- qué le pasa a esta ahora
Verónica.- nada, mira
que está tonta tu parte de hija
Manuel.- ¡ya! Tu parte es muy lista, voy a la cocina a
tomar un vaso de agua y vuelvo
--
Samuel que también estaba intranquilo, al oír movimiento se levantó a ver qué
pasaba---
Samuel.- ah, pensaba que era mamá
Manuel.- pues soy yo
Samuel.- me voy hacer leche con cola-cao
Manuel.- al final no hemos cenado casi nada
Samuel.- oye ¿Pero tú de verdad estás bien? Mira que nos has mentido muchas veces y al
final…
Manuel.- estoy mejor que he estado nunca
---A verónica le extrañaba que tárdese
tanto ---
Verónica.- ¿qué hacéis aquí los dos?
Samuel.- nada, llenando un poco la tripa
Manuel.- ¿te apetecen unas galletas?
Verónica.- mira, pues sí
Samuel.- que me decía a mí, no a ti
Verónica.- pero ya que las saca, aprovechamos todos
Manuel.- entonces ¿preparo un vaso de leche con cola-cao
para ti también?
Verónica.- no, yo mojo en el vaso de este
Samuel.- prepárale uno a ella, que es una torpe y se le
caen la mitad de las galletas dentro al mojar
Verónica.- ¿me estás llamando torpe?
Samuel.- estoy diciendo que luego lo que queda de leche,
me gusta bebérmelo sin tropezones
Un
ruido se oyó por el pasillo (un jarrón
decorativo rodaba por el suelo)
Manuel.- ¡Quién anda en el castillo!
Samuel.- algún fantasma
---Lourdes apareció en la puerta de la
cocina---
Samuel.- qué; parece
que ataca el hambre
Lourdes.- que no, que no soy capaz de ver con los ojos
cerrados
Verónica.- que no hay que tener prisa
Samuel.- te digo yo, que no están bien las cabezas
Lourdes.- inténtalo tú, que eres muy listo
Samuel.- pues es bien sencillo
Lourdes.- vamos demuéstralo
Samuel.- cuando termine la leche
Verónica.- verás como al final me joden el jarrón
Manuel.- vamos pasa, tú también querrás comer algo
Lourdes.- pues ya que te pones
La noche tenía la pinta de ser larga; bromeaban y se preguntaban sobre cómo iban de
amoríos esos dos, que no daban ninguna explicación.
Entre pregunta
y silencio, ellos se interesaban por esa gente del comedor, pero Manuel no
soltaba prenda. De los que allí trabajaban no quería dar detalles por ahora y
de los que iban a comer, mejor preservar su identidad en el anonimato no se les
fuera la lengua, y era algo muy delicado como para lanzarlo a cuatro
vientos.
Lourdes quería enterarse de aquellos que
había comentado que andaban embargados, “por si tenía que poner a alguna en su
sitio”, pero como buen profesional su respuesta era el silencio.
Al final se fueron a dormir tras una noche
llena de preguntas y respuestas ausentes.
Acostados, todos cerraron los ojos y en
el silencio escucharon el latir de su corazón, la candencia de su respiración,
y el sonido de la oscuridad invitándolos a soñar con algo bonito.
A la mañana, aun habiendo dormido poco,
según iban sonando las distintas alarmas, se levantaban como si hubiesen
dormido diez horas. El sueño había
sido corto pero reparador. Manuel hacía
rato se había ido al trabajo, y los tres mientras desayunaban comentaban lo
bien que lo habían pasado esa noche.
Samuel.- esto hay que repetirlo más veces
Verónica.- sí, pero papá madruga
Lourdes.- seguro que a él no le importa
Verónica.- eso ya lo sé yo, con tal de estar con vosotros le
da igual el no dormir
Lourdes.- pues yo anoche cuando nos acostamos cerré los
ojos y escuché en silencio y sí que es raro, pero bonito
Samuel.- pues aunque me cueste reconocerlo, yo hice lo
mismo, parecía que tenía el corazón en los oídos, latía con tal fuerza
Verónica.- qué casualidad, hicimos todos lo mismo
Lourdes.- Samuel cuidado, a ver si el que anda más pa’llá
que pa’cá vas a ser tú
Samuel.- a este paso nos encierran a los cuatro
Verónica.- y qué más da; pues yo estoy muy a gusto
Samuel.- hacía tanto tiempo que no veía a papá tan feliz
Lourdes.- tengo ganas de conocer a esas personas tan
especiales
Verónica.- todo a su tiempo
Samuel.- mejor dejemos que él marque los tiempos, estoy
seguro que tiene muy claro cómo y cuando quiere hacer las cosas
Lourdes.- pero sin que nadie lo sepa, ¿Quiénes son mamá?
Samuel.- mira que eres pesada, a ver, cuéntale a mamá
quién es el chaval ese con el que saliste el otro día de la biblioteca, que
ibais tan acaramelados
Lourdes.- mira que eres payaso
Verónica.- pero eso no lo sabía yo, cuenta, cuenta
Lourdes.- me voy que se me hace tarde
Samuel.- mira como le entran las prisas
Verónica.- te acompaño a clase y me lo cuentas por el camino
Lourdes.- acompaña mejor a este parla en balde y que te
cuente él, quién es la rubia de bote esa, que anda detrás de él
Samuel.- mira que eres chiflata
Verónica.- ya hablaré yo con vosotros dos
Samuel.- para otro rato que llegamos tarde
--Entre tanto, en el trabajo, Manuel
había sido requerido por su jefe, para tener con él, una nueva conversación—
Manuel.- que habré hecho ahora mal
Jefe.- que yo sepa nada, he estado pensando…
Manuel.- malo, cada vez que piensa prepara alguna y a
veces gorda
Jefe.- ¿te importaría cambiar de puesto de trabajo?
Manuel.- pues sí, estoy muy a gusto donde estoy
Jefe.- sería un puesto más cómodo y lo mismo, hasta
ganabas un poco más
Manuel.- y dejar a todos en las manos de estos
funcionarios de dos más dos cuatro, no, no merece la pena
Jefe.- ya sé que hay muchos que solo quieren ser
atendidos por ti, pero aquí también van a cambiar ciertas cosas
Manuel.- paso, yo no quiero problemas
Jefe.- bueno piénsatelo y el lunes que viene me das la
contestación
Manuel.- bueno, pues me lo pienso, pero ¿Qué puesto sería?
Jefe.- estarías en atención al cliente, que es lo que a
ti te gusta
Manuel.- pero ahí siempre hay un simple empleado sin
experiencia y gana menos que yo
Jefe.- lo del sueldo es un problema mío y creo que el
resultado sería excelente
Manuel.- me lo pensaré, pero hay expedientes que no pueden
quedar por ahí dormidos
Jefe.- piénsalo, deja esos expedientes de mi cuenta, me
comprometo a dejarlos tramitados yo personalmente
Manuel.- pues el lunes hablamos, que ya tengo a uno esperando
Jefe.- y porqué no envías todos por correo, como hace el
resto
Manuel.- Algunos, prefiero que lo recojan aquí. Qué sé yo que es mejor.
Qué esperanzador tu relato. Una familia que comienza a ver con los ojos cerrados. Me gustan mucho los diálogos, te trasportan a una cocina de formica con olor a magdalenas. 🌹
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