"Ver con los ojos cerrados" 07
Nada más entrar por la puerta de casa, lo
primero era cambiarse de ropa, “sobre todo los zapatos que iban
encharcados”. Directamente decidieron ponerse el pijama y
las zapatillas de andar por casa, no sin antes darse una ducha de agua caliente
para entrar en calor.
Lo que menos les apetecía era ponerse a hacer
ningún tipo de cena, por lo que pusieron cuatro tablas sobre la mesa y en el
centro varios embutidos de los que ir cortando al gusto de cada uno. (Queso,
jamón, salchichón, chorizo)
Como siempre a esperar a que llegasen
estos dos, que nunca parecían tener prisa por llegar.
Samuel.- hola, ya estamos aquí
Lourdes.- Qué, dónde apareció al final
Verónica.- estaba dando una vuelta
Samuel.- buena cena para desengrasar
Verónica.- sentaros y calladitos, quien no quiera cenar, hoy
a dieta
Manuel.- poner el móvil boca abajo y en silencio
Verónica.- Samuel. Que dejes el móvil y atiendas
Samuel.- que le estaba quitando el volumen para que no
moleste
Verónica.- eso me parece bien.
Manuel.- ayer me
pareció muy mal la forma de decir las cosas;
de lo que te dijo la cotorra esa, hay partes de verdad y partes de
mentira y lo peor, es que no sé si es por maldad o desconocimiento, aunque me
inclino por las dos cosas.
Vuestra madre, ha dejado de ir a tomar café
y jugar la partida un par de días a la
semana, eso es verdad, pero porque ha decidido que esas tardes son tan solo
para nosotros, para salir a dar un paseo juntos que ya hacía mucho tiempo que
no lo hacíamos.
Verónica.- lo he decidido yo, y bien a gusto que estoy con
papá haciendo lo que nos da la real gana
Manuel.- pero no es verdad que sean cuestiones de dinero;
en realidad entre ir algún día al cine, los vinos y las tapas en el bar, la
cena en un restaurante con la que nos dimos un capricho la otra noche y cosas
varias, nos gastamos más, de lo que le cuesta el café de todo el mes.
Lourdes.- y por qué
vas a comer a ese sitio
Verónica.- caya y escucha
Manuel.- ves, es verdad
que he comido allí algún día que otro, pero lo que tú no sabes, es que también
he colocado el almacén, he sacado las bandejas, he barrido el comedor, he
fregado los cacharros y sobre todo, aprendido muchas cosas que nunca podría
haberme imaginado
Samuel.- ¿que tú has barrido y has fregado?
Manuel.- sí, y no se me han caído los anillos
Lourdes.- y por qué, qué necesidad tienes
Manuel.- ninguna, precisamente por eso. He encontrado a una gente especial,
maravillosa, que me ha hecho ver la vida de otra manera, que desde el primer
día me tendió la mano y me hizo saber que la vida puede ser preciosa; tan solo
depende de aprender a vivir
Samuel.- ahora sí
que no entiendo nada
Verónica.- ¿tú lo ves contento?
Samuel.- sí, está mucho mejor que antes
Verónica.- entonces, que más te da entender o no
Samuel.- a ver, igual, igual, no me da, pero bueno
Manuel.- que sepáis que debido a mi trabajo solo puedo ir
los fines de semana; por eso me voy temprano y no vengo a comer. Esos días sí, como allí con ellos después de
que hayan comido las personas que llenan el comedor, luego juntos charlamos un
rato, recogemos todo y con un abrazo nos despedimos hasta que el próximo fin de
semana nos vuelva a juntar.
Samuel.- o sea que en realidad, vas a ayudar a la gente
que trabaja allí
Manuel.- digamos, y ya lo entenderás algún día, que voy a
dejarme ayudar
Lourdes, parecía atenta a la
conversación, pero en realidad por dentro, se la estaban llevando los demonios.
Lourdes.- pues mañana cuando pille a esa imbécil, le voy a
cantar las cuarenta y tú con su madre deberías de hacer igual, que lo han
difundido por medio barrio y todo ha salido de esas dos, que son iguales
Manuel.- de eso nada, por mucho que os cueste y os
disgusten estos rumores, no me gustaría que dijerais nada
Lourdes.- pero por qué no, pues yo no me voy a callar
Verónica.- tú te vas a callar y yo también, aunque me cueste
Manuel.- esto quiero que sea un secreto entre nosotros,
porque yo necesito que así sea
Lourdes.- claro y que sigan hablando de nosotros en todos
sitios
Manuel.- antes de desvelar este secreto, os tengo que
enseñar varias cosas y yo tengo que aprender muchas más. Sé que no lo
entendéis, pero es el precio que hay que pagar para verme por fin libre de
pastillas, lejos de psiquiatras y psicólogos, y sobre todo que sigáis viéndonos
a vuestra madre y a mí felices del brazo paseando. Ojala que alguna de estas
tardes vosotros también os apuntéis al paseo.
Samuel.- pues yo creo que merece la pena callar
Verónica.- esta tarde estuve con ellos y gracias a ellos
encontré a papá, que andaba deambulando por el casco antiguo; son una gente
maravillosa y que sepáis que quieren mucho
Lourdes.- ¿y cuándo voy a poder cantarles las cuarenta?
Verónica.- cuando aprendas a...
Manuel.- tranquila hija, que todo llegará, en esta vida no
hay que correr
Lourdes.- pero qué tengo que aprender
Manuel.- lo primero de todo…
---Manuel se quedó callado,
sonriendo y mirando a su mujer---
Manuel.- díselo tú, acaba la frase de antes
Verónica.- pues sí, lo primero que tienes que aprender es a
ver con los ojos cerrados, por eso no hay que correr
Samuel.- tú te librarás de los psicólogos, pero nos vemos
todos ingresados en un manicomio a este paso
Verónica.- que papá no está loco, que es algo precioso
Samuel.- papá no sé, pero tú vas de camino
Lourdes.- la verdad, no os entiendo; no voy a decir nada de
lo del comedor, pero sin una contestación no se va, la puta envidia que tienen de que seamos una
familia normal
Verónica.- ellas también son una familia normal
Lourdes.- calla, que desde que se separaron y la hija está
un mes en cada casa eso parece la selva; son como fieras, pero además los tres
Samuel.- eso a ti no te importa, allá ellos, tú estás aquí
en casa y lo que pase de puertas para afuera, quien se lo guise, que se lo coma
Verónica.- muy bien dicho, que cada uno se solucione sus
problemas
Lourdes.- ¿me puedo ir ya a la cama?
Manuel.- dame un besico princesa
Lourdes.- pesado, toma un beso grande
-----Muacksssssssss----
Verónica.- descansa bien
Lourdes.- hasta mañana
Samuel.- y allí a comer, que va, mucha gente
Manuel.- más de la que te puedes imaginar
Samuel.- pues eso tiene que ser duro
Manuel.- pues creo que bastante. Muchos
toda la vida trabajando para verse ahora sin tener que comer, pero para eso
está la gente especial, para regalarles un poco de comida caliente, una sonrisa
al entrar y un abrazo al salir
Samuel.- pues me alegro de que pongas tu granito de arena
Manuel.- a ti también te enseñaré cosas que voy
aprendiendo, tal vez te sirvan algún día en la vida
Samuel.- bueno me voy a la cama
Verónica.- hasta mañana
Manuel.- un besico mi príncipe
Samuel.- anda ya, que yo ya pincho
Manuel.- pobre papá
Samuel.- mira que eres pesado
---Muacksssssssss---
Samuel.- a ti también celosona
---Muackssssssss---
Verónica.- ven aquí mi niño
Samuel.- pero no chupes marrana
Verónica.- asqueroso, pues te lavas
Samuel.- adiós,
adiós.
-- Se quedaron sentados los dos solos.
Manuel.- ¿tienes sueño?
Verónica.- no mucho
Manuel.- ¿te apetece un vaso de leche con magdalenas?
Verónica.- mejor leche sola en plan rapidito, que se está
mejor en la cama; allí estamos más tranquilos
¡Cuánto amor! Hablando se entiende la gente, nada mejor como la familia. ¡Qué bonito!
ResponderEliminarLas cosas si se quiere, tienen solución.
EliminarCuando 'se quiere' todo es mejor. 🌹
ResponderEliminarMuackssss
EliminarEntrañable familia, me tienen expectante capítulo a capítulo…A ver si aprendo a ver con los ojos cerrados 😉
ResponderEliminarCuidado con las farolas
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