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martes, 5 de noviembre de 2024

El Resurgir - Cap.- 07

 

"Ver con los ojos cerrados" 07

 

    Nada más entrar por la puerta de casa, lo primero era cambiarse de ropa, “sobre todo los zapatos que iban encharcados”.     Directamente decidieron ponerse el pijama y las zapatillas de andar por casa, no sin antes darse una ducha de agua caliente para entrar en calor.

  Lo que menos les apetecía era ponerse a hacer ningún tipo de cena, por lo que pusieron cuatro tablas sobre la mesa y en el centro varios embutidos de los que ir cortando al gusto de cada uno. (Queso, jamón, salchichón, chorizo)

     Como siempre a esperar a que llegasen estos dos, que nunca parecían tener prisa por llegar.

Samuel.- hola, ya estamos aquí

Lourdes.- Qué, dónde apareció al final

Verónica.- estaba dando una vuelta

Samuel.- buena cena para desengrasar

Verónica.- sentaros y calladitos, quien no quiera cenar, hoy a dieta

Manuel.- poner el móvil boca abajo y en silencio

Verónica.- Samuel. Que dejes el móvil y atiendas

Samuel.- que le estaba quitando el volumen para que no moleste

Verónica.- eso me parece bien.

Manuel.-  ayer me pareció muy mal la forma de decir las cosas;  de lo que te dijo la cotorra esa, hay partes de verdad y partes de mentira y lo peor, es que no sé si es por maldad o desconocimiento, aunque me inclino por las dos cosas.

 Vuestra madre, ha dejado de ir a tomar café y  jugar la partida un par de días a la semana, eso es verdad, pero porque ha decidido que esas tardes son tan solo para nosotros, para salir a dar un paseo juntos que ya hacía mucho tiempo que no lo hacíamos.

Verónica.- lo he decidido yo, y bien a gusto que estoy con papá haciendo lo que nos da la real gana

Manuel.- pero no es verdad que sean cuestiones de dinero; en realidad entre ir algún día al cine, los vinos y las tapas en el bar, la cena en un restaurante con la que nos dimos un capricho la otra noche y cosas varias, nos gastamos más, de lo que le cuesta el café de todo el mes.

Lourdes.-  y por qué vas a comer a ese sitio

Verónica.- caya y escucha

Manuel.-  ves, es verdad que he comido allí algún día que otro, pero lo que tú no sabes, es que también he colocado el almacén, he sacado las bandejas, he barrido el comedor, he fregado los cacharros y sobre todo, aprendido muchas cosas que nunca podría haberme imaginado

Samuel.- ¿que tú has barrido y has fregado?

Manuel.- sí, y no se me han caído los anillos

Lourdes.- y por qué, qué necesidad tienes

Manuel.- ninguna, precisamente por eso.  He encontrado a una gente especial, maravillosa, que me ha hecho ver la vida de otra manera, que desde el primer día me tendió la mano y me hizo saber que la vida puede ser preciosa; tan solo depende de aprender a vivir

Samuel.-  ahora sí que no entiendo nada

Verónica.- ¿tú lo ves contento?

Samuel.- sí, está mucho mejor que antes

Verónica.- entonces, que más te da entender o no

Samuel.- a ver, igual, igual, no me da, pero bueno

Manuel.- que sepáis que debido a mi trabajo solo puedo ir los fines de semana; por eso me voy temprano y no vengo a comer.   Esos días sí, como allí con ellos después de que hayan comido las personas que llenan el comedor, luego juntos charlamos un rato, recogemos todo y con un abrazo nos despedimos hasta que el próximo fin de semana nos vuelva a juntar.

Samuel.- o sea que en realidad, vas a ayudar a la gente que trabaja allí

Manuel.- digamos, y ya lo entenderás algún día, que voy a dejarme ayudar

      Lourdes, parecía atenta a la conversación, pero en realidad por dentro, se la estaban llevando los demonios.

Lourdes.- pues mañana cuando pille a esa imbécil, le voy a cantar las cuarenta y tú con su madre deberías de hacer igual, que lo han difundido por medio barrio y todo ha salido de esas dos, que son iguales

Manuel.- de eso nada, por mucho que os cueste y os disgusten estos rumores, no me gustaría que dijerais nada

Lourdes.- pero por qué no, pues yo no me voy a callar

Verónica.- tú te vas a callar y yo también, aunque me cueste

Manuel.- esto quiero que sea un secreto entre nosotros, porque yo necesito que así sea

Lourdes.- claro y que sigan hablando de nosotros en todos sitios

Manuel.- antes de desvelar este secreto, os tengo que enseñar varias cosas y yo tengo que aprender muchas más. Sé que no lo entendéis, pero es el precio que hay que pagar para verme por fin libre de pastillas, lejos de psiquiatras y psicólogos, y sobre todo que sigáis viéndonos a vuestra madre y a mí felices del brazo paseando. Ojala que alguna de estas tardes vosotros también os apuntéis al paseo.

Samuel.- pues yo creo que merece la pena callar

Verónica.- esta tarde estuve con ellos y gracias a ellos encontré a papá, que andaba deambulando por el casco antiguo; son una gente maravillosa y que sepáis que quieren mucho

Lourdes.- ¿y cuándo voy a poder cantarles las cuarenta?

Verónica.- cuando aprendas a...

Manuel.- tranquila hija, que todo llegará, en esta vida no hay que correr

Lourdes.- pero qué tengo que aprender

Manuel.- lo primero de todo…

              ---Manuel se quedó callado, sonriendo y mirando a su mujer---

Manuel.- díselo tú, acaba la frase de antes

Verónica.- pues sí, lo primero que tienes que aprender es a ver con los ojos cerrados, por eso no hay que correr

Samuel.- tú te librarás de los psicólogos, pero nos vemos todos ingresados en un manicomio a este paso

Verónica.- que papá no está loco, que es algo precioso

Samuel.- papá no sé, pero tú vas de camino

Lourdes.- la verdad, no os entiendo; no voy a decir nada de lo del comedor, pero sin una contestación no se va,  la puta envidia que tienen de que seamos una familia normal

Verónica.- ellas también son una familia normal

Lourdes.- calla, que desde que se separaron y la hija está un mes en cada casa eso parece la selva; son como fieras, pero además los tres

Samuel.- eso a ti no te importa, allá ellos, tú estás aquí en casa y lo que pase de puertas para afuera, quien se lo guise, que se lo coma

Verónica.- muy bien dicho, que cada uno se solucione sus problemas

Lourdes.- ¿me puedo ir ya a la cama?

Manuel.- dame un besico princesa

Lourdes.- pesado, toma un beso grande

     -----Muacksssssssss----

Verónica.- descansa bien

Lourdes.- hasta mañana

Samuel.- y allí a comer, que va, mucha gente

Manuel.- más de la que te puedes imaginar

Samuel.- pues eso tiene que ser duro

Manuel.- pues creo que bastante.   Muchos toda la vida trabajando para verse ahora sin tener que comer, pero para eso está la gente especial, para regalarles un poco de comida caliente, una sonrisa al entrar y un abrazo al salir

Samuel.- pues me alegro de que pongas tu granito de arena

Manuel.- a ti también te enseñaré cosas que voy aprendiendo, tal vez te sirvan algún día en la vida

Samuel.- bueno me voy a la cama

Verónica.- hasta mañana

Manuel.- un besico mi príncipe

Samuel.- anda ya, que yo ya pincho

Manuel.- pobre papá

Samuel.- mira que eres pesado

          ---Muacksssssssss---

Samuel.- a ti también celosona

       ---Muackssssssss---

Verónica.- ven aquí mi niño

Samuel.- pero no chupes marrana

Verónica.- asqueroso, pues te lavas

Samuel.-  adiós, adiós.

  -- Se quedaron sentados los dos solos.

Manuel.- ¿tienes sueño?

Verónica.- no mucho

Manuel.- ¿te apetece un vaso de leche con magdalenas?

Verónica.- mejor leche sola en plan rapidito, que se está mejor en la cama; allí estamos más tranquilos

 

 

 


 

6 comentarios:

  1. ¡Cuánto amor! Hablando se entiende la gente, nada mejor como la familia. ¡Qué bonito!

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  2. Cuando 'se quiere' todo es mejor. 🌹

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  3. Entrañable familia, me tienen expectante capítulo a capítulo…A ver si aprendo a ver con los ojos cerrados 😉

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