Translate

martes, 19 de noviembre de 2024

El Resurgir - Cap.- 12

 

"Ver con los ojos cerrados" 12

 

 

      Terminaron de comer y los chicos salieron aprisa hacia la biblioteca como cada tarde

Manuel.- ¿te molesta si me voy al comedor antes de que se vayan?

Verónica.- tira, que te está comiendo la impaciencia de contárselo

  --Ella, se pensaba quedar recogiendo antes de irse a jugar la partida, pero se lo pensó mejor.  De todas formas, nadie le ponía tiempo para hacer las cosas-

Verónica.- espera, que me cambio rápido y vamos juntos

Manuel.- yo creo que aún llegamos antes de que marchen, seguro estarán todavía recogiendo.

     Fueron caminando rápido, los dos estaban ilusionados esperando ver la cara de aquellos que recibirían la buena nueva.

   Las grandes puertas aún permanecían abiertas; entraron derechos a la cocina y al verlos, a todos se les iluminó la cara.

 

Tomás.- a buenas horas llegas, ahora que ya está todo recogido

Nerea.- pero que haces aquí, que hoy no es sábado

Roberto.- vienen a contarnos una cosa, terminamos rápido y nos sentamos para que nos lo cuenten ¿os parece?

Gervasio.-  a mí, solo me quedan que colocar unas cajas para mañana

Manuel.- vamos que te ayudo

Julia.- yo seco estos platos y en cuanto los coloque Antonio ya está
verónica.- ¿me dejáis ayudaros?

Antonio.- pero con cuidado, no se rompa ninguno

 --poco a poco fueron terminando y sentándose en la larga mesa para oír lo que les tenían que contar—

     Una vez todos reunidos, Manuel comenzó a repetir el discurso dado a sus hijos durante la comida.   Igual que ellos, todos estaban atentos a cada una de sus palabras y asentían con la cabeza en cada parada entre frase y frase.

Roberto.- Que os parece que Manuel venga unos días más a ayudar

Gervasio.- a mi me va a ve, ve, venir de perlas, los sacos cada día me pesan más

Carolina.- claro, a mí no me pesan

Paco.- pero si tú vas motorizada

Roberto.- bueno, ayudará donde tenga que ayudar, como todos

Verónica.-  y tú qué piensas, que te veo muy pensativo (mirando a Tomás, que era raro que permaneciera tan callado)  

Tomás.- pues no sé, como solo viene de vez en cuando, pues que siga haciendo lo mismo de siempre, ayudando unos ratos y estorbando otros; así no se puede

Manuel.- ¡ah! que yo estorbo

Nerea.- no es que estorbes, es que muchas veces estás en medio

Roberto.- que paciencia hay que tener con esta gente

Verónica.- pues cuando esté en medio, le decís que se quite y ya está

Julia.- pues a mí no me estorba 

Carolina.- porque tú apenas te mueves del sitio

Roberto.- ¡vale ya! Que vosotros lleváis aquí ya mucho tiempo, os acordáis de cuando empezamos;  Paco dejaba las muletas en cualquier sitio y hubo que pintar las líneas del suelo, porque estas con las sillas eran un peligro

Antonio.- estás siguen siendo un peligro

Nerea.- y tú sigues sin aprender a tocar la flauta

Julia.- no le hagas caso Antonio, ella sí que no sabe ni silbar

Paco.- como levante yo la muleta, vais a dejar de decir tonterías

Roberto.- bien dicho, así, imponiendo autoridad

Tomás.- y esto ¿se va a alargar mucho?

Gervasio.- pe, pe, pero ya tienes hambre

Tomás.- ¡leche! habrá que ir a merendar, o tú no meriendas

Verónica.- si llamáis por teléfono y os dan permiso vuestros padres, y claro si a Roberto le parece bien, porque luego os tendrá que llevar uno a uno a vuestra casa, esta tarde os invito a todos a chocolate con churros

Tomás.- tranquila, que a mí, mi madre sí me deja

Manuel.- mira que eres zampón

Roberto.- pues venga, todos a llamar a casa a ver qué os dicen

     Cerraron las puertas y acera adelante, cogidos de la mano de dos en dos, cogieron el camino a una churrería cercana;  allí juntaron varias mesas y las rodearon con sillas, mientras el camarero hacía una gran jarra de chocolate que diese para todos y sobrase por si a alguno le apetecía repetir. 

      Tras llenar las tazas, puso en el centro de cada mesa un plato con porras, para que todos llegasen a coger las que les apeteciese

Tomás.- como me voy a poner, hacía un siglo que no comía porras

Antonio.- a cuantas tocamos cada uno

Roberto.- cada uno cogemos dos

Julia.- yo solo comeré una, que luego el aceite me da ardor y más con el chocolate

Tomás.- pues la que no quiere Julia, para mí

Verónica.- a ver si te van a hacer daño

Gervasio.- este tiene el estomago a prueba de bombas, no ves lo lustroso que está

Tomás.- pues tú estarás “esmirriao” pero también le das bien de trabajar a la dentadura, no para el tío

Manuel.- porque es muy alto y tarda mucho en llegarle la comida a los pies

Verónica.- y qué están ¿siempre así?

Roberto.- si no están discutiendo, no están a gusto

Verónica.- pues como los nuestros, sabemos que están llegando por las voces en la escalera

Paco.- nada que ver, a veces son insoportables

Julia.- qué tenéis ¿dos hijos?

Manuel.- sí, un hijo que se llama Samuel y una hija que se llama Lourdes

Carolina.- ¿y son pequeños?

Verónica.- ¿pequeños?…  diecinueve y diecisiete

Nerea.- que bien así irán juntos a todos lados

Gervasio.- y ¿cuando los vamos a conocer?

Verónica.- eso mismo dicen ellos, pero esa decisión la tiene que tomar este que tengo aquí al lado

Manuel.- Tomás ¿tú no hablas?

Roberto.- tiene la boca ocupada.

Tomás.- oye, estas porras llenan

Verónica.- pero cuantas llevas

Tomás.- no sé, creo que con esta cinco

Camarero.- ¿a alguno le apetece repetir de chocolate?

    ---  Todos negaron con la cabeza ---

Camarero.- usted, que parece que tiene buen saque

Tomás.- no puedo más

Paco.- que bestia y luego en casa cenará, vamos, por no hacerle un desprecio a su madre

Tomás.- pues no sé yo si cenaré hoy

Roberto.- seguro que aunque haya que hacer un esfuerzo… No te vas a acostar sin cenar, que luego tienes pesadillas

Tomás.- tranquilos que aquí nos conocemos todos y seguro que no soy el único que algo “marrusca” antes de ir a la cama

Roberto.- poniéndose las cazadoras y arreando para casa que ya va siendo hora

    --otra tarde inolvidable, rodeada de gestos de amistad y palabras sinceras.  Una familia a la que no le hacían falta lazos de sangre para sentirse hermanos, unidos por sus deficiencias y las ganas de vivir.   Distintos, para todos aquellos que nunca se preocuparon de conocerlos;  corazones limpios de polvo y paja que iluminaban la oscuridad de aquellos que nunca aprendieron a ver con los ojos cerrados.

 

 


 

 

 

1 comentario:

  1. Bendita sea la inocencia del que sabe ver con los ojos cerrados. 🌹

    ResponderEliminar