Jaime entró a recoger como cada noche la
bandeja de la cena.
.- ¿Cómo te encuentras?
.-nervioso,
mañana hay que apoyar al director, ¿pero cómo?
.-no sé, tal vez ¿si le dijese que entrase
por aquí antes de la reunión?
.-
¿y que, puedo hacer yo?
.-nada solo darle le mano y desearle
suerte, él contará con toda tu energía
.- ¿si yo
pudiera estar allí con él?
.-pero no puedes, él confía en ti, tú confía en él
.-bueno
intentaré dormir un rato
.-hasta mañana, al medio día todo será oK,
seguro
.-gracias,
confianza, confianza
A las ocho menos diez, el doctor
Fernández, estaba en la habitación.
.-me han dicho que querías verme
.-sí, hoy es un
día clave
.-ya lo sé, pero creo que sé cómo hacerlo
.-cuando tenga
algún lapsus, piense en lo que yo les diría para embaucarlos, utilizando sus palabras
Estrechándose las manos con fuerza, se
dejaron oír un par de susurros:
.-pensaré en ti Paco
.-llévate mi
energía y confianza Ramón
El que lo llamase por su nombre, le
administro una gran dosis de seguridad a la hora de dirigir sus palabras a los
componentes de la directiva en la sala de juntas.
Las cosas salieron según lo previsto,
debería seguir ingresado; hasta realizar
la entrevista estaría conectado, después el proyecto estaría en vigor hasta
agotar el presupuesto asignado; realizando mejoras en todas las prestaciones de
la habitación y así esa inversión repercutiría directamente en el
aprovechamiento de las instalaciones por parte de la fundación.
La clausura del proyecto ATENEA, tuvo como
colofón una multitudinaria rueda de prensa, donde se explico el trabajo
realizado, se leyeron discursos de agradecimiento y después de contestar a las
preguntas de los asistentes, terminó con la entrega del alta médica por parte
de todo el equipo a Francisco. Gracias
a su difusión y las invitaciones a distintos programas de radio y televisión
para su promoción, en dos meses captaron socios y donativos para proseguir con
investigaciones, proyectos de distinto
índole y contratar a profesionales de seguridad, administrativo y atención
especializada a todos aquellos que demandaban su ayuda, aparte de el
voluntariado extenso y variado con que contaban desde el primer día de
apertura.
Han pasado ya dos años; todos siguen
activamente vinculados, excepto Andrea, a la que por fin le concedieron plaza
en su ciudad natal; Elvira pasa como prometió,
su jubilación como coordinadora de psicólogos y ayudando ella misma a los que
deben tener en su seno familiar a un enfermo mental.
Al doctor Andreu, se le diagnostico, una
enfermedad degenerativa, por lo que tuvo que abandonar la cirugía, en ese
instante, se ofreció como voluntario, para investigaciones; en estos momentos
ocupa la habitación, que en su día inauguró Francisco.
Waldo presentó la solicitud al equipo de
la doctora Santos, para que diseñasen un programa de seguimiento eléctrico a
través de las redes neuronales, que está en fase de perfeccionamiento
El doctor Benítez, consiguió le
concedieran el permiso para efectuar su forma de anestesia en todas aquellas
intervenciones que le fueran asignadas, logrando un gran éxito y terminando
siendo implantada por todos los anestesistas.
Linda sigue buscando el antídoto al efecto
K+A, sin fortuna virtual, si lo hallase, tampoco podría probarlo en nadie, a no
ser que volviese a recuperar toda su investigación en otro paciente. Ahora las tardes las dedica a pasear con su
marido y algún que otro domingo por la tarde, se ven con Carmen y Felipe en una
terracita de un bar donde preparan unas tapas excelentes y ya van cenados para
casa.
Francisco, trabaja en la misma empresa en
la que comenzaron a trabajar su padre y hermano, se ha echado una novia muy
maja, enfermera a la que conoció, haciendo labores de terapia de grupo en la
fundación, que como el doctor Fernández propuso, lleva su nombre: Fundación Francisco Gómez.
Los demás, están todos bien, coinciden
alguna que otra vez y recuerdan con cariño el tiempo que vivieron juntos tan
agradable experiencia y saben que cada año el mismo día, tienen una cena
pendiente, donde acuden todos para celebrar el aniversario de creación; el único
día que pueden ver a Andrea y al que este año, el Doctor Andreu asistirá quizás
por última vez, ayudado por sus compañeros.
Su madre y su hermano, no salieron muy
mal parados del juicio por agresión, les costó la broma dos mil setecientos
euros y las costas, pero mereció la pena.
Desde aquel lejano miércoles, gracias a
Linda, dejo de ser para el barrio Paco el loco y gracias a la caja de
herramientas, dejaron de llamarlo sus “amigos” en las redes sociales: El
Coballa con (LL)
Carta a
Francisco
Amigo,
Francisco;
Me dirijo a ti,
para darte las gracias por haber sido capaz de transformar a todo un equipo de
gente acostumbrada a anteponer los resultados a los medios y sin ninguna
vinculación afectiva, en un grupo de seres vivos, personas con sentimientos
afines a tu persona, entre los que como no podía ser de otra manera, me
encuentro yo.
Cuando comencé a escribir tu historia,
tenía claro: el principio, el final y los derroteros por los que iba a
trascurrir el desenlace.
Al igual que a los demás, fuiste
conquistándome desde el primer momento; he podido sentir la confusión y la
falta de criterio que el doctor Fernández ha ido experimentando, estamos todos
locos, cada vez que un nuevo camino parecía el correcto a seguir, la decisión,
se veía truncada por nuevas bifurcaciones que me volvían a confundir,
provocando la duda y no quedando más remedio que seguirte, para saber donde
querías llegar.
Todos los bocetos que hice para situar a los
auxiliares dependiendo del color que vestían en situaciones diferentes y
cometidos diversos dentro del equipo, no sirvieron de nada.
Todo lo que las redes sociales, influirían en
tu estado anímico y emocional, se desvaneció, cuando decidiste no incluirlas en
tu tiempo.
Todas las incomodidades que a cualquier
otro habrían causado: ventosas, cables, intervenciones y el propio aislamiento,
las hiciste formar parte de ti.
Los que tenían que hacer de malos, no les
diste oportunidad y los que debían actuar como buenos, no les ha resultado nada
difícil su actuación.
Todo un proyecto científico, lo has
convertido en una lección de humanidad y yo aquí, solo he podido narrar el
desenlace de las circunstancias.
Esos discursos que escribí como colofón para
ser pronunciados por los doctores y por ti mismo, así como las preguntas y
respuestas a la rueda de prensa, han resultado innecesarios ante la necesidad
de verte en el exterior junto a tu
familia viviendo la vida felizmente.
Tú, solo tú, has escrito tu propio relato.
Gracias, por permitirme darlo a
conocer.
C.A.R.L.
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