Me notificaron tu partida, que no tu marcha; aunque no puedan verte,
estás aquí, en los mismos sitios, incluso en más, con todos tus sentidos en
excelentes condiciones, solo que en otra dimensión.
No he sentido pena por ti, más bien la he
sentido por los tuyos. He recordado,
aquellos días que siendo un chaval, cuando volvía a mi ciudad natal, pasaba a
saludarte, no sé muy bien porqué, algunas veces iba yo solo; bueno, si lo sé,
porque allí en tu casa, me sentía querido, aun no siendo nada ni nadie.
Me preguntabas que tal me iba y al
responder: bien, te alegrabas por mí.
Qué cosa tan pequeña y que inmensa era mi gratitud hacia ti por aquel
gesto de buena voluntad.
Hacía ya tiempo que no te visitaba, podría
poner mil escusas pero serian inventadas, ahora estás en posesión de la verdad,
de nada valdría mentir, simplemente pasó, sin haber ningún porqué y ahora ya no
será posible mi visita.
No hará falta que me acerque a tu casa,
con estar cerca de uno de tus nietos o nietas, se que estarás allí a nuestro
lado.
Cuida mucho de ellos, para que en esto
que la mayoría han querido denominar como vida, les vaya lo mejor posible. Cierra los ojos, ante aquello que hagan, que
no te apetezca ver y ábrelos para disfrutar a su lado, de todos esos momentos
felices que seguro están por venir, tanto colectiva, como individualmente y
abrázalos, así como tú sabes, para que sientan el cariño de su abuela, en los
días en los que por circunstancias, que también los habrá, elijan la soledad
como única compañía.
De mi parte, ni un adiós, ni un hasta
luego, solo un beso, ¿para qué más?
C.A.R.L.
amen
ResponderEliminar