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jueves, 17 de abril de 2014

lineas divisorias

 
                          Este año, como tantos años en mi recuerdo,
 tu cumpleaños coincide con la semana santa.
  Aunque aún quedan unos días para el 17, cuando me acosté anoche, me empezaron a llegar a la mente muchos recuerdos; intente analizar el porqué de aquellas decisiones.
  Cuantas veces tuviste que darme la opción de intentar aquello que sabías que no tendría futuro.
     Un día; se me ocurrió (ni yo sé porqué) el apuntarme a la OJE. Seguro que cuando viste después de un tiempo, la camisa azul con aquel escudo bordado en el bolsillo del pecho y la boina roja sobra mi cama, preferiste no mirar; para evitar la tentación de ir a por las cerillas y prenderle fuego con migo dentro. (pienso)
   Otro, quise ir a la banda de música; entonces (creo yo) no es que aquella formación fuera santo de tu devoción. Empecé con la trompeta y viste que yo por mi constitución física no llegaría muy lejos, de todas formas, sin embargo, te esforzaste por dejar aquel instrumento viejo y mohoso, como los chorros del oro por fuera y sobre todo por dentro.  Si mal no recuerdo lo hiciste con leche templada y perdigones, para dejar virgen, aquel metal destemplado de tanto soplido de aprendiz y me aconsejaste hacer muchas notas tenidas, para domesticar aquella bestia y que mis enclenques pulmones aguantasen el tirón.
   Otro, el mayor disgusto de todos estaba a punto de llegar.  Te puse en evidencia delante de todos; aquel cumulo de incidentes que hasta a mí, me da vergüenza de recordar. Aunque aquello mirándolo con perspectiva, sé, que cambió mi vida y forma de hacer las cosas. Lo siento, pero me alegro de que ocurriese a tiempo de rectificar.
    Ya había cometido dos errores exageradamente gordos: el antes mencionado y dejar los estudios.
  Mira que insististe una y otra vez, explicándome las consecuencias, pero todo fue inútil.
   Tiempo más tarde: ¿Cómo intentar conocerte un poco más,  parecerme algo a aquella persona que tanto admiraba?   Otra ocurrencia. Intentaría ser músico como tú.
    No solo pusiste todo de tu parte para que fuera posible, me regalaste el recuerdo más grato, que guardo de aquella época.  Un día, muy temprano, aún era de noche, cogimos un tren dirección a Valencia, madre, tú y yo;  allí me comprasteis un trovador. Era un mueble al que se ponían unas patas a rosca, para que quedase como un órgano; en realidad era un acordeón con el motor de un aspirador de aire acoplado para que sonasen las lengüetas; metido dentro de un maletón que pesaba un huevo, sobre él yo, echado, dormido, como si fuera mi cama hice parte del viaje de vuelta.
    Enseguida viste que mis dotes para la música eran un poco escasas, tenía poco oído y tú querías que el teclado no se utilizase como una máquina de escribir; lo importante no eran las faltas, (que también) si no entender lo que tocaba para poder interpretarlo. Dirigiendo mi forma de tocar, era la única manera de que yo en un futuro, me pudiese ganar la vida, recurriendo a un sustento en el que no hiciesen falta demasiados estudios y estuviese “exento” de esfuerzo físico.
    Te esforzarte por hacer que dedicase mi tiempo en aprender a hacer bajos; para tapar los fallos de melodía ya estabas tú con el saxo.
    De tus enseñanzas, salió un teclista mediocre, pero en el reino de los ciegos, el tuerto es el que más ve; por lo que te sentías orgulloso de los bajos y acompañamiento.   No solo dejaste todo y a todos por estar a mi lado y protegerme, firmaste un montón de letras para comprar aquel órgano gris de marca: Farfisa “compat de luxe” que tenía las teclas con el color blanco y negro invertido en sus dos primeras octavas y aquel amplificador musicsón  120W para aquellos graves saliesen nítidos.
    Así de pronto, empezó nuestra andadura juntos por aquellas “carreteras” de dios; en el seiscientos blanco, cargado hasta los topes. Si la memoria no me falla, era su matrícula: CU-10420.  Lo habías comprado de segunda, cuando años antes vendiste la vespa.
    Durante seis años las cosas fueron cambiando; compraste la DKW y el Tenoxi rojo; hicimos el grupo, me saqué el carnet de conducir, también el de músico (que guardo en mi cartera como una joya). Siempre juntos, vendimos bragas de cuello alto por las plazas de los pueblos y  luego madre montó la frutería.  Al poco tiempo llegó la hora de tomar una decisión dura. Tenía que tomarla solo, yo solo, sin consultas ni marcha atrás.
     Los grupos “modernos” empezaban a imponerse en los pueblos. Aquellos primeros seres abstractos que se hacen llamar representantes, empezaban a salir a la carretera.  Los músicos que estaban con nosotros, pretendían meter en el grupo un bajista y un cantante. Tú, solamente por la edad que tenias parecías prescindible para ellos, no tenían ni idea; Ay ¿si no hubiera sido por que había quien nos sacaba las castañas del fuego? Que ilusos.
   Cualquier solución iba a hacer que me vieras fracasar.  Si seguía a tu lado, seguro buscaríamos gente nueva y los nuevos tiempos nos llevarían de nuevo al mismo sitio.   Si te dejaba por ellos, tal vez el grupo funcionase, pero mi fracaso como persona sería inasumible por mi parte.
   Mi solución: irme lejos, tenía claro que la opción de volver no estaba en mis planes, pasase lo que pasase; vivir de lo que me enseñaste, no a ser el mejor músico, pero siempre luchar por ser el mejor profesional. Gracias a eso he mal vivido de la música treinta y tantos años desde que empecé a tu lado; Gracias a lo que aprendí de ti, casi nunca durante todo ese tiempo me faltó trabajo, incluso cuando estuve durante ese tiempo con el brazo inmovilizado a raíz del accidente.
     De los ratos malos, mejor no acordarse, los viví yo solo, lejos, pero tú no tenías porqué enterarte; solo quiero que sepas que cada vez que subía a un escenario, sabía que tú te sentirías orgulloso de mí y siempre que la palabra músico, salía de mi boca, pronunciaba solo tu nombre, porque para mí, la música eres tú.
    A mis diecinueve años pensabais que yo solo buscaba mi libertad; no era cierto, en casa ya la tenía.  Tú me diste todo, yo solo pude devolverte eso mismo en la música, tu libertad, librándote de mis cadenas.
    Tendré razón o no, tal vez lo hice mal, pero es lo que pensaba y así te lo cuento.
    No sé si alguien habrá tenido a alguien mejor que tú como padre; pero seguro que jamás nadie, ha sentido a su lado un mejor amigo, como el que yo tuve y sigo teniendo, espero por muchos años.
A mi GRAN Amigo
FELIZ CUMPLEAÑOS
 
    Gracias, aún te queda mucha guerra que dar, solo son 89.
 

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