Imágenes en la pared
Los niños jugaban en su
rato de recreo. Don Federico, sentado en
una piedra en la puerta del colegio, liaba un cigarro del cuarterón con esmero, despacito,
le gustaba que quedase bien recto y disfrutar, fumándolo relajado antes de
entrar de nuevo a clase. No le gustaba fumar dentro. Allí en el aula siempre pretendía tener los
cinco sentidos alerta, vigilantes ante el menor movimiento de aquellas
fierecillas.
.-soooooooo
Frente a ellos paró un
carromato con cuatro grandes ruedas; un toldo semicircular bien tenso que hacía que
en la lona se marcasen los mimbres gruesos y curvados que lo sujetaban y daban forma. A cada lado de la larga lanza,
una mula marrón de gran envergadura.
Del
pescante se apeó un señor alto, de rostro serio. Un poblado bigote que se le unía
con sus largas patillas cubriendo el hueso de la quijada. Vestía un traje color gris de raya fina que
acompañaba con un sombrero de ala ancha
.-hola
buen hombre, ¿Qué se le ha perdido por estos lugares de dios?
.-me podría indicar
como llegar a la cantina
.-cogiendo esa calle, se la topa de frente,
justo en la plaza al lado del edificio del ayuntamiento
.-gracias, espero
verlo esta noche
Volvió a subirse agarrando con fuerza su
mano izquierda al respaldo del pescante, cogió las riendas de cuero y
agitándolas gritó:
.-arre mula
Después de un rato en la cantina, haber
tomado un refresco y una vez cerrado el trato económico con el dueño con
respecto a su novedoso negocio y ajustar el precio por tener posada para él y
sus dos animales esa noche, mandó al pregonero a dar la vuelta al pueblo.
En esos lugares señalados y tras hacer berrear
su distorsionada trompetilla:
.-se hace
saber, que hoy, a las diez de la noche, habrá, una gran sesión de cine sonoro
en la cantina.
La entrada cuesta dos pesetas para
adultos y seis reales para los menores de doce años; con la entrada, tendrán derecho a un
refrigerio en el mostrador.
Atención, gran sesión de cine sonoro esta
noche en la cantina.
Hasta aquel pequeño lugar recóndito y su
entorno, a diferencia de los que se encontraban más cerca de la capital, no
llegaba nada la señal de televisión, las ondas de radio nacional a veces. Decían
que dependía mucho de donde soplase el aire. “por decir algo”
.-madre, madre, que esta
noche hay cine
.-sí, el de las sabanas
blancas
.-que es verdad
.-claro y cuando lleguen
aquí tu padre y tu hermano les dices que hoy no se cena y entonces lo que hay
son títeres
.-pero si es después de cenar, a las diez
.-claro, se acuestan a
las tantas y mañana a trabajar
.-pues yo pienso ir
.-pues a ver de dónde
sacas el dinero para la entrada
.-en esta casa, no se puede hacer nada
.-anda, siéntate a
comer
.-no tengo hambre, voy a
sentarme al corral
.-mejor así mantienes
la figura, no sea que engordes
.-ja, ja, me haces una gracia
.-anda bobo, siéntate,
que seguro que sí que vamos
.- ¿te imaginas? cine y ha dicho el pregonero que tiene sonoro
.-hace ya años vino
por aquí un señor que traía un aparato; un manubrio y todos bajamos a oírlo. Él señor le daba vueltas a una manivela y
sonaba música alegre. Al
principio solo mirábamos como bobos, pero una vez que una pareja se animó a
bailar, todos fuimos detrás y nos lo pasamos genial. Tú eras pequeño y padre y yo todo el rato bailamos con tigo en
brazos, mientras cerca Bernardo correteaba dando guerra. De
vez en cuando dábamos una vuelta y tú te partías a reír. Como pasa el tiempo
.- ¿entonces esta noche vamos a ir?
.-pues claro
.- ¿y si padre no quiere?
.-pues que se acueste
y que descanse bien
.-gracias madre, te quiero más
.-vamos come que
tienes que hacer los deberes e ir al aserradero
Había un rato, después
de la comida en que Felipe dejaba de inventar y
dedicaba toda su mente solo a los quehaceres del colegio, pero una vez que
salía de casa, la maquinaría se ponía en marcha. Calle
abajo se le iba ocurriendo una idea que seguro daría una alegría a su familia.
.-muy buena tarde truhán,
que, ¿dispuesto a cargar unos tablones?
.-vale, ¿usted sería capaz de saber que tuerca hay que ajustar
para que no vibre la cinta trasportadora?
.- ¿qué coño sé yo de
tuercas?
.-lo mismito, lo mismito, que quiero yo saber de cargar tablones
.-mira que siempre
tienes respuesta para todo
.-adiós, voy a ver al señor Celedonio, que ya me estará esperando
con la llave inglesa en la mano
Efectivamente, cuando
entro a la nave, allí estaba aflojando el tensor de la polea para cambiarla.
.-Felipe, mira,
esta polea tiene que ser dentada, para evitar que se queme por frotación cuando
lleva la cinta demasiado peso
.-pues que no la carguen tanto
.-estos son como
bestias, no piensan ni aunque le ofrezcan un cacho de tocino a cambio
.-digamos, que tienen comido el cerebro por el bicho de la
ignorancia
.-espera, espera
Felipe, repítemelo, que esto me lo apunto
.-por favor señor Celedonio, que no se entere de esto, pero hablando de
ignorancia, ¿estará Don Esteban?
.-sí, a estas horas
ya habrá despertado de la siesta. Aprovecha ahora que todavía estará adormilado
.-gracias, ahora vuelvo
Subió agarrándose a
la barandilla, las escaleras por las cuales se accedía directamente desde la
nave hasta la oficina
.-Don Esteban, ¿se puede?
.-adelante
.-soy yo
.-hombre Felipe,
¿qué tripa se te ha roto ahora?
.- ¿se ha enterado? esta noche hay cine en la cantina
.-sí, algo he oído
.-pues yo, quería invitar a mi familia, pero no tengo ni una
peseta y había pensado, que si usted me
pudiese adelantar siete cincuenta de la soldada, pues ya estaba todo arreglado
.-aquí siempre se
paga todos los día uno de cada mes, puntualmente
.-ya, ¿pero me adelanta siete cincuenta o no?
.-un momento
Sacó del cajón
un cuaderno de pastas azules, lo abrió hacia la mitad y tras coger el lapicero,
empezó a escribir en él, diciendo en voz alta lo que plasmaba en aquellas
líneas.
.-día seis;
adelanto a cuenta para Felipe, siete con cincuenta. Total a descontar a fin de mes, ocho pesetas
.- ¿Cómo que ocho?
.-claro, esto
conlleva unos intereses
Felipe intentaba pensar algo rápido, lo había
cogido desprevenido. Aquellos
cincuenta céntimos parecían salirle del alma, tenía que ver la manera de
solucionarlo antes de abandonar aquella oficina.
Don
Esteban entre tanto, disfrutaba viendo la cara del muchacho. Por fin lo había cogido, dándole donde más
le dolía.
.-bueno, pues deme las siete cincuenta
.-te las doy en monedas
grandes si no te molesta. Dos cincuenta, cinco y siete cincuenta
.-gracias Don Esteban
Según abrió la puerta
para salir, dio un giro.
.-que sepa que esto me parece una estafa
.-a ver Felipe, ¿Qué
son cincuenta céntimos? nada, Lo importante es poder invitar a tu
familia a ese cine de la cantina
.-está bien, esta vez se ha salido con la suya, pero…
.-no seas rencoroso,
en la vida unas veces se gana y otras se pierde
.-tiene razón, no siempre
se puede ganar, pero la falta de astucia no justifica las trampas en el juego
.-mira chaval, si
alguien me llamase tramposo a la cara como lo estás haciendo tú, se tendría que
marchar del pueblo. Pero hoy, estoy de
buenas, viendo esa cara pensativa de sorpresa, no pienso dar importancia a tus
palabras, solo a que esta vez has perdido
.-pues así, no me gusta perder
.-si no fuera por lo que es, ahora mismo te
tacharía del cuaderno y te regalaría las siete cincuenta, pero no puedo
hacerlo. La vida es así de cruel y ya tienes edad para
empezar a aprender a encajar las derrotas
.-no, si encima me estará haciendo un favor
.-eso pretendo, sabes que te aprecio; algún día te acordaras de hoy y estas
palabras y me lo agradecerás
.-nada pues adiós y muchas gracias Don esteban
.-acuérdate los
prestamos siempre llevan intereses
Salió y cuando iba a
bajar la escalera, se dio la vuelta y volvió a entrar en la oficina sin llamar.
.-Don Esteban, me parece que no ha entendido usted a lo que yo
venía
.- ¿Qué pasa ahora
Felipe?
.-como usted ha dicho los
prestamos, tienen intereses; pero yo no
le he pedido nada prestado. Le he pedido un adelanto correspondiente a unos
días ya trabajados
.-mira déjalo, piensa
lo que quieras, ya no te pienso borrar del cuaderno y ahora a trabajar
.-esta vez los dos hemos ganado
.- ¿Cómo los dos?
.-sí, usted me ha ganado en el trato cincuenta céntimos y yo me ha quedado a gusto
diciéndole lo que pensaba, aunque me haya costado solo dos reales, que dicho
así parece menos dinero aún siendo lo mismo
.-mira que siempre
tienes que quedar tú diciendo la última
palabra. Anda tira, que aún te descuento el rato de
ausencia de tu puesto de trabajo
.-hasta luego. ¡Ah! Y gracias Don Esteban
De vuelta a casa pasó por la cantina y
compró las entradas, tres de mayor y una de niño. Allí se entretuvo un rato
viendo como el señor ponía sobre una mesa de casi dos metros de alta con patas
de hierro un artilugio con dos ruedas grandes, una llena y la otra vacía. Justo al lado, otra mesa normal con otro
aparato también con dos ruedas, pero mucho más pequeñas. Un cable gordo
atravesaba el suelo desde el mostrador hasta el centro, justo debajo de las
mesas, donde había puesta una caja como la de los músicos pero en pequeño y en
la pared, estaban poniendo una sábana blanca, pero de aspecto, más como
brillante.
Eran las diez menos veinte y estaba escondiéndose
el sol por el horizonte. Felipe
y su madre picotearon un cacho de pan untado con grasa roja. Dejaron la mesa
preparada, para nada más llegar, cenasen rápido y así llegar a tiempo para la hora de empezar.
.-por fin, ya están
aquí
.-padre vamos, cenar rápido, que nos vamos al cine
.-vengo yo para
cines
.-oye, cenar deprisita
y arreando, que Felipe ya ha sacado las entradas y las ha pagado él para
invitarnos
.-a sus ordenes
.-coño,
cualquiera rechista
.-caya Bernardo,
que cobramos los dos
En la
cantina, habían colocado las sillas haciendo dos filas en la parte de adelante. Estaban
ocupadas por la gente respetable del pueblo y sus señoras. Detrás de pie, el resto de personal situado
por altura, para poder ver todos bien la pantalla.
Los hombres entregaban
su entrada en el mostrador a cambio de una caña de vino, los mozos cada uno con
un tercio de cerveza y las señoras, mozas y niños con la botella de gaseosa de
sabor naranja. El refresco que la marca
Aguirre, había puesto de moda ese año.
En la puerta, atrás del todo, la pareja de la
guardia civil con su tricornio negro bajo el brazo, para mantener el orden y el
silencio durante la proyección.
Salió el señor; se
puso junto a la parez mirando a los asistentes y se quitó el sombrero.
.-señores y
señoras, jóvenes y niños, hoy tengo el honor de presentarles la película más
vista en todas las salas de España y parte del extranjero.
Dirigida por: Nicolas Ray y protagonizada
por: Charlos Heston, Ava Gardner y David Niven.
Espero que sea de su agrado y por
favor mantengan silencio.
Se dirigió hasta el
centro de la cantina.
.-apague las
luces. Todo se quedo en completa oscuridad. Sobre la pared, se veían unas rayas blancas
y negras borrosas que fueron modificándose, según él, tocaba en la parte
delantera del proyector. Una vez se
veían nítidas, en voz alta y expresivamente:
.-silencio. Con todos
ustedes:
Cincuenta
y cinco días en Pekín.
Todos
aplaudieron mientras los números iban retrocediendo en la pantalla.
10, 9, 8,7 6, 5, 4,
3, 2, 1, entonces de nuevo se hizo el
silencio y comenzó el espectáculo.
Cada cierto tiempo,
se dejaba de oír el sonido unos segundos y después se volvía a recuperar. Las bobinas del magnetófono, giraban un poco más rápidas que las del viejo
pero bien conservado proyector de cine mudo, por lo que era la única manera de poder
sincronizar la imagen con el sonido del doblaje.
Como
habían acordado, a mitad de la película se hizo un descanso al finalizarse el
primer royo.
El público estaba entretenido, lo que hizo que
al encenderse las luces, muchos se dirigiesen al mostrador para pedir otro
piscolabis. Mientras el señor cambiaba la bobina, el
cantinero ayudado por su esposa, se daban vidilla, para que no quedase nadie
sin servir.
.-
a ver según vais pidiendo, me vais pagando, que luego siempre se despista
alguien.
Quince minutos
y cada uno a su sitio para seguir disfrutando de la velada.
Al finalizar la
película, todo eran felicitaciones para aquel proyeccionista itinerante. Nadie parecía tener prisa por marchar. Aunque hubiese que madrugar al día siguiente muchos volvieron a pedir
otra ronda. Para el cantinero, había sido una gran noche, la de más caja y
menos problemas, debido tal vez, a la presencia de la guardia civil. A algunos, ya un poquito perjudicados, se les empezaba a trabar la lengua a la hora
de pronunciar ciertas palabras, pero sin alzar la voz ni discutir, por una vez
estaban de acuerdo, hacía tiempo que no
pasaban una noche tan cordial entre todos los vecinos.
.-Artemio, Bernardo, pá
casa a dormir, que este niño se cae ya de sueño
.-me
termino el vino y nos vamos
.-deja de terminar nada
que por hoy ya has bebido bastante
.-padre vámonos, acabemos la noche en paz.
Y
así acabó para ellos aquella noche en fraternidad con todos viendo aquella gran
película que recordarían y comentarían durante mucho tiempo.
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