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viernes, 4 de julio de 2014

El Cojo(1)


Los huevos del señor cura

       Allá por los años sesenta y pico, el hambre, como las risas se repartían por barrios. Por su puesto que el barrio más grande era el del hambre, pero también el de las risas.  Era lo único que salía gratis y servía para distraer el cerebro para no hacer caso al estomago.
        .-Este mozalbete, pequeñajo y deforme, me la ha vuelto a liar
         (Marruscaba el cura de aquel pequeño pueblo de la serranía de Cuenca).
      Ese pequeño bicho, era Felipe, un zagal de diez años tan querido, como temido por sus travesuras en el lugar y alrededores.  Nadie le tenía en cuenta sus trastadas y su padre ya se había cansado de darle palos, para nunca conseguir nada.
     En sus primeros años de vida, le había afectado una grave enfermedad: la temida Polio, que le había dejado  deformaciones  físicas claramente visibles.
     Bajo aquel pantaloncillo corto se apreciaba su pierna derecha, mucho más delgada y corta, con unos hierros a sus lados y una calza en la bota para intentar corregir su cojera;  pero eso no le impedía  ser el más valiente a la hora de realizar proezas; su constitución escuálida, le permitía entrar por cualquier rendija.
   Esa mañana, se había introducido por un ventanuco que daba al gallinero de la casa del cura, dejando a este sin desayuno, dos huevos bien hermosos.
    No era un acto malvado, solo era cuestión de decidir: desayuna uno u otro. La respuesta estaba clara; a él, su estomago le rugía demasiado, mientras que el  párroco  estaba gordo, tenía reservas de sobra y además, seguro que al medio día comería abundantemente.  Solo pensó en cuidar la salud de los dos cuerpos, pensando en todo momento en el bienestar del cura, no fuera que aquella obesidad le propiciara un acigorrio que se lo llevase al otro barrio.
      Don Claudio (el cura) salió a la puerta, allí frente a él  sentado en el portalón de la iglesia, estaba Felipe y  a su lado, lo que  quedaba como prueba del delito:   junto a las escaleras de entrada, las cascaras de los huevos.
           .-quieto traidor, al fin y al cabo, tarde o temprano sabes que te voy a pillar y va a ser peor
.-por favor señor cura, para un día que desayuno, no me vaya a alterar la digestión
         .-pues de postre te voy a hartar a palos
         Lo agarró por al brazo y cuando se disponía a darle un guantazo, Felipe le replicó llorisqueando:
 .-por favor, no me pegue, ¿podíamos  arreglar esto de otra manera?
       .-yo no sé qué hacer con tigo
.-por las cáscaras no se preocupe que ya las recojo yo
        .- ¿pero?,  ¿te has comido los huevos crudos?
.-pensé en freírlos, pero por no molestarlo más…
      .-pues hoy te toca tocar a misa y ayudarme como monaguillo
.- ¿y me dará la comunión?
       .-para comulgar, primero tendrías que confesarte
.-pues confiéseme
        .- ¿ahora? no nos va a dar tiempo.  Tendríamos que estar toda la mañana y tú luego media tarde frente al altar de rodillas cumpliendo la penitencia
.-pues vaya, para una vez que me decido
      .- entra, que vamos hacer una cosa
       Don Claudio, se sentó en el confesionario y Felipe se arrodilló en la celosía lateral.
.-ave María purísima
        .-sin pecado concebida
.-padre, yo me confieso que desde la última vez, que me  confesé, he cometido las siguientes travesuras
        .-alto, para un momento, ¿te arrepientes?
.-tanto como eso
        .-de igual, yo te absuelvo en el nombre del padre del hijo y del espíritu santo
.- ¿y de penitencia?
       .-reza un padre nuestro
.- ¿y ya está?
       .-sí, pero como me vuelva a faltar un huevo, no vas a tener sitio donde esconderse ¿entendido?
.-sí, ni un huevo más de su gallinero
     .-pues ala, a rezar y a repicar, que se nos echa la hora encima
       Después de terminar la misa marchaba caminando a casa pensativo hablando en voz alta:    .-Vaya un tipo más tacaño, el se come la hostia grande y a mí, me da la pequeña y encima no sabía a nada.    Vaya mierda, digo yo que podía haberme dado un chupetín de vino para endulzar el paladar;  tragón, más que tragón, esto no es ni un pelín justo.
.-Hola madre
       .- ¿donde andas malandrín?,  han estado esperando un rato tu padre y tu hermano para ir a la viña
.-he estado en misa
      .- ¿en misa tú?
.-sí, me he confesado,  tocado las campanas, ayudado al cura y comulgado.
    .-esto me suena raro, ¿qué has armado esta mañana?
.-que desconfiada, pues nada, para una vez que voy por la iglesia
     .-ya me enteraré yo;  ahora mientras hago la comida, tú, sal a limpiar el corral y déjame de pamplinas
     Mientras Felipe recogía las porquerías del suelo con el escobón y limpiaba la jaula de los conejos, la madre en la cocina preparaba una sopa austera hecha a base de agua, pan duro, un poquito de sal y sus ingredientes secretos para que estuviese tan deliciosa: mucho amor y  el hambre  que pasaban. En parte por culpa de lo que costaban aquellos hierros y las revisiones periódicas del chaval.
.-Madre
     .- ¿qué?
.-  ¿hacemos como que se muere una gallina y le echas un cacho al caldo?
     .-claro, ¿y luego quien pone los huevos?
.-pero si nunca los comemos
      .-ya, pero con lo que nos dan por ellos, podemos comprar cosas que llenan más la barriga
.-como siempre, berza y garbanzos
       .-bueno tu deja en paz a las gallinas y no hagas que se alboroten, que si no luego no ponen.
  Tras la puerta de doble hoja abierta para ventilar, se oía una voz:
       .-Justina (refiriéndose a la madre)
   .- pasa Asunción (la vecina cotilla del pueblo)
       .-vaya sorpresa, esta mañana estaba ayudando a misa tu muchacho pequeño
   .-para que luego me critiquéis al niño
        .- ¿yo? yo no
   .-no mujer, como iba a pensar yo eso de ti, si somos vecinas de toda la vida
      .- ¿y qué estás haciendo de comida que huele tan bien?
   .-ya ves un cocido con un poco de ternera, chorizo, tocino y rellenos, lo normal
          .-bueno pues me voy a la tienda
     .-hasta la tarde
           .-adiós
.-madre, si te descuidas, engordamos y todo
    .-déjala, ya tiene para darle a la lengua esta mañana
.-tú dile eso muchas veces y cualquier día se nos apunta a la hora de comer
     .-si has terminado de limpiar, vete poniendo la mesa, que estarán a llegar estos.
     Al oír que se acercaban hablando a la puerta; Felipe salió a recibirlos para contarles lo que había “hecho”
    Según se acercó, sonó un guantazo que le dejó el carrillo colorado.
         .- ¿qué ha pasado esta mañana?
.-nada, que he estado en misa
        .- ¿se puede saber porque has ido a misa en vez de venir a la viña?
.- ¿no se?, me dijo el señor cura que le ayudase
        .-tira pá dentro que ahora hablamos
.-bueno, sin empujar
        .-a que te llevas otra
   .- ¿qué pasa ahora que entráis voceando?
                .-nada madre, ahora empiezan los tiros
         .-Bernardo, tú, cállate que hoy vengo caliente
      .-bueno Artemio, pues si un día va a oir misa el crio, tampoco pasa nada
         .- ¿a misa?, ya me he cruzado con Don Claudio
.- ¿con el señor cura?
          .- sí, ahora, cuéntanos tu versión de lo ocurrido
.- a ver como os lo explico
   .-no si ya sabía yo que me resultaba raro, yo te mato a palos, ¿es que no me vas a dejar de dar disgustos?
             .-déjalo que se explique, que para los palos hay tiempo
.-veréis:   Sabéis que hace meses que dejé las muletas, gracias a mi fuerza de voluntad para evitaros gastos
            .-bueno, bueno al grano
     .-deja al niño que se explique
.-pues esta mañana cuando salí, notaba flojedad en la pierna y pensé que comiendo algo recuperaría  un poco las fuerzas, así que como no tenía nada a mano, salte al corral del cura y le cogí dos huevos;    claro me los comí en la puerta de la iglesia y ahí empezó todo
            .-mira ya no sé si matarte o echarme a reír; eres increíble, encima pones cara de dar pena
     .-pues a mí no me da risa, esta tarde vas a ir a casa del cura y vas a limpiarle el corral, para que aprendas
                   .- ¿comemos ya o qué?
       .-sí, mejor vamos a comer
.-hoy os vais a hartar, hay cocido y con un montón de sustancia
       .-que gracioso
.-madre, a mi me hechas chorizo y tocino, para untar en el pan
              .-que dice ahora el cojo
    .-nada que vino la cotilla de Asunción y le di algo de lo que hablar en la tienda
         .-esta es igual que el periódico, lo raro es que no se haya enterado de lo del cura
.-ves, porque me confesé y entonces no puede decir nada, aunque con tigo me ha fallado
           .- ¿qué te has confesado?
.-y he comulgado
           .-Justina, entonces quítale a este el plato, que ya ha comido hoy más que entre los tres
.-un engaño, un cachico de oblea, nada
         Con aquella aptitud, no tuvieron más remedio que comer entre risas, él les contaba los detalles con gracia,  daba pelos y señales de todo lo acontecido.   Imitaba al cura cuando leía el evangelio, las cabezadas que daba la señora Pepa, que parecía que se le iba a partir el cuello, como doña Merche en pie, cantaba el señor ten piedad con tal fuerza que solo se le oía a ella y recordaba todo aquello a lo que se le podía sacar punta.
      Después de comer Felipe bajó la cuesta, hasta llegar a la plaza y llamó a la puerta de Don Claudio.
.-buenas tardes señor cura, que me manda mi madre a limpiarle su corral, como castigo por lo que ha sucedido esta mañana
      .-tú, en mi corral; apártate de mí Satanás.    Casi que  mejor dedícate a quitar los hierbajos que hay alrededor de la iglesia, luego me pides un saco y vas a tirarlas a las afueras del pueblo en algún zopetero
.-que desconfiado es usted
     .- ¿desconfiado? como tú digas, pero el ventanuco ya está cerrado con unas tablas, para evitarte tentaciones. Toma esta azadita y a quitar verde.
         A media tarde había terminado, y  solo le quedaba recoger.
.-señor cura, el saco que ya está limpio
     .-toma este mismo, pero me lo traes luego junto con la azada; te espero que te tengo una sorpresa
      Llenó el saco, lo descargó en el primer barranco que encontró nada más salir del pueblo y volvió con tanta prisa como recelo con respecto a la sorpresa.
.-ya estoy aquí
     .-que rápido eres cuando quieres
.-pues usted dirá
     .-pasa y siéntate, te has ganado la merienda
        Sobre la mesa había dos tazones de café con leche y una caja de galletas.
.-gracias Don Claudio, es el mejor cura que he conocido
      .-déjate de darme la coba y merienda, que se va a enfriar
.-que ricas están estas galletas
      .-con moderación, que tú, eres capaz de terminar la caja entera
        Estuvieron hablando un rato, mostraba su picardía hasta en la manera de expresarse, pero dejaba ver su buen corazón.
  Terminaron de merendar, luego se despidieron en la puerta amigablemente.
.-cuando necesite ayuda, solo tiene que decírmelo
        .-tranquilo, me acordaré de ti, aunque no sé yo si tenerte cerca no me traerá algún disgusto
.-sin problemas, yo merendando así soy más dócil que un perrito pequeño

1 comentario:

  1. Bien, ando pilladísima de tiempo, C.A.R.L, pero Felipe y sus desventuras, desde luego engancha, a por el segundo que voy.

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