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jueves, 31 de julio de 2014

El Cojo (8)


Todo por un beso
           Una ola de calor, llegó de repente a aquellos lares, superando todas las expectativas de temperatura que eran habituales en aquellos días.    
           La mañana despertó calurosa tras una noche en la que no corría ni una ligera brisa que pudiese entrar por las ventanas abiertas para calmar aquellos sudores que no les dejaban pegar ojo.
    Allá a las once, los hombres y mozos ya llevaban unas horas en el trabajo o atendiendo el ganado.  Las mujeres en la orilla del río junto al puente lavaban la ropa y las niñas extendían esas prendas lavadas sobre los matojos para que se secasen al sol.    En la otra orilla, los enanos jugaban con su torso descubierto y los más atrevidos se quitaban el pantalón y se bañaban en aquel agua gélida debido a la proximidad de su nacimiento.
    Desde hacía unos días, Felipe andaba a la defensiva.  Había prometido un sopapo a otro niño mayor que él, si le volvía a hacer una aguadilla cuando se bañaban.
    Con aquel cermeño en el río, bañarse allí, puede que fuera armarla directamente y provocar un gran revuelo entre las madres.  Felipe tenía muy claro que no se iba a dejar ningunear por muy grande y fuerte que fuera y que quien da primero da dos veces.
    Se dirigió andando vereda abajo para encontrar un sitio tranquilo donde refrescarse sin problemas.  Llegando a un sitio donde no iba nadie por la cantidad de piedras y lo escarpado que era el acceso al agua se empezaron a oír voces y risas.   Se agachó y aproximó arrastras para no ser visto y saber quién se estaba bañando en aquel recodo del río.
     Unas mozas disfrutaban desnudas de la soledad de aquel paraje.   Sobre las piedras de la orilla estaban sus ropas dobladas.   Allí, tras unos matojos permaneció todo el rato sin poder parpadear.  Cuando salieron del agua, las pupilas de sus ojos no daban crédito a lo que veían.   Demasiados cuerpos desnudos para fijarse en todos al mismo tiempo.
    Se vistieron y se fueron.    Él bajó hasta la orilla, quitó los hierros de su pierna y una vez desnudo se metió en el agua para calmar el calor que le provenía tanto de fuera como de dentro del cuerpo.
      Ciertas mañanas, no todas, las mozas desaparecían de cerca del puente ¡ja!, él sabía dónde iban, así que se despistaba de los demás y se marchaba a disfrutar del paisaje detrás de aquel matojo donde había preparado un tipo de colchón con un saco lleno de hojarasca para estar más cómodo.

      El domingo por la tarde los mozos hablaban sobre muchachas y los pequeños, agazapados al otro lado de la tapia intentaban escuchar lo que decían.   Esa pared era todo un símbolo; dependiendo de la edad estaban a un lado u otro del muro de piedras.  Saltar al otro lado era pasar de niño a mayor, cosa que ocurría el día de año nuevo para todos aquellos que tenían cumplidos ya los doce años. Desde aquel momento se consideraban mozuelos hasta cumplir los dieciséis, pero ya chuleaban en todos los sitios yendo con los mayores.
       Uno de ellos comentaba ante las demás:
           .-el otro día, me dio un beso la Cris en la boca que sentí como se me caían los calzoncillos
     .-hala, fantasma
               .-oye, que puede ser, conmigo hizo lo mismo la otra noche cerca de la casa del tío Demetrio
       .-joder con la mosquita muerta
   Todo eran risas en el grupo y los pequeñajos con las manos se tapaban su boca para no ser descubiertos.

     Por la noche Felipe, no era capaz de dejar de pensar: ¿qué se sentiría al notar que se te caían?      Se levantó sin hacer ruido de la cama y se puso a mover con ritmo las caderas, pero la goma no cedía, el calzoncillo seguía en su sitio.
    ¿Qué fuerza tendría que tener un beso para que se cayesen con el pantalón puesto y todo?
      Tuvo una idea:
           Cuando en la mañana vio a Julita, le propuso que  se dieran un beso.
      .- ¡ah!, que asco
.-por favor, solo quiero saber que se siente cuando se te caen los calzoncillos,  tú también puedes sentir como se te bajan las bragas
       .-marrano, cerdo, vete a la mierda y  que ni se te ocurra volverme a hablar
.-no te pongas así
       .-a que se lo cuento a mi madre y verás
           Luego se alejó corriendo.    Vaya chasco, si solo le había pedido un beso.
       A la noche, él y su madre, esperaban sentados en el poyo de la puerta a que llegasen de la cantera su padre y su hermano. Aprovechaban aquellas horas más de luz, para acumular horas extra que estaban bien pagadas.
    A lo lejos calle adelante se aproximaban dos lucecitas en la oscuridad, seguro que eran ellos.
     Guardaron las bicicletas en el corral.  Como cada día, sobre una mesa estaba preparada una palangana con agua, una pastilla de jabón y la toalla limpia, para que se aseasen antes de entrar a cenar.
      .-vengo reventado, vaya día de calor, y allí el sol cae de plano
   .-entrar, tengo las botellas de vino y gaseosa en agua para que estén fresquitas
        .- esa marra de cinco kilos, le hace polvo los brazos a cualquiera.   Tenias que ver a Bernardo que manejo le da. Mejor que ningún hombre.  Ya le he dicho que no se emocione partiendo piedra, hay alguno que es un poco perro y a fin de mes la bonificación es a repartir, así que quien quiera peces que se moje el culo.
  .-pues nada, ya sabes, haz caso a tu padre que es zorro viejo y los cala a la legua
        .- y tú Felipe ¿que tal?
.-bien padre.  Hoy hemos desmontado la sierra y hemos estado afilándola con una lima fina. Ah espera, antes le hemos pasado una lija de grano pequeño.   Ha quedado como si fuera nueva. Pero luego al montarla, se le ha caído una tuerca y si no llega a ser porque yo tengo el brazo fino y la he podido coger, nos toca desmontar la mitad de la maquina.  Vaya como se ha puesto el señor Celedonio, hasta que la he sacado han bajado todos los santos en procesión.
   .-ya, pero le pasa algo. Está desde que vino demasiado callado y pensativo
      .-estará inventando algo, su mente no le para quieta ni de dormido
.-que pesada te pones, que no me pasa nada
             Hacia la media noche, se aproximó a la cama de su hermano.
.-Bernardo, despierta
          .- ¿Qué pasa ahora?
.-tengo que hablar contigo
         .-déjame en paz, tengo sueño y mañana me espera otro día de sudar a chorro. Maldito calor
.-si es un momento
         .-a ver pesado que quieres
.- ¿Qué se siente cuando te dan un beso?
        .-y yo que sé
.-anda dímelo
       .-entre tú y yo, nunca he besado a nadie
.- ¿y te gustaría?
       .-pues claro
.-hacemos una cosa: Cerramos los ojos, tú piensas que soy Cris y yo pienso que eres Julita, nos besamos y a ver qué pasa
        .-vete a la cama no sea que te de un puñetazo en los dientes esos de rata que tienes, pues no quiere que nos demos un beso este mierda
.-solo era para ver lo que se siente
        .- ¿lo que se siente?, anda tira, no sea que sientas el haberme despertado para oír sandeces
           Pues como fuera, él tenía que sentir eso de lo que hablaban los mozos.
               La siguiente mañana en que desaparecieron de la zona del lavadero las mozas, Felipe se dirigió hasta su escondite.   Se fue arrastrando de arbusto en arbusto sin ser visto hasta llegar cerca de las ropas, esperó el momento oportuno y cogió unas al azar, esas que más cercanas quedaban de su mano y regresó despacio a la parte de arriba.
       Las mozas, salieron del agua como siempre, alegres y contentas mostrando sus exuberantes cuerpos.  No se habían percatado de nada de lo sucedido.
       .- ¿Dónde está mi ropa?
          .-no sé, ¿Dónde la has dejado?
      .-sobre esta piedra, ¿no será una broma?
             .- ¿Cómo? Todas estábamos en el agua
.- ¡eh! ¿Buscáis esto?
        .-baja aquí inmediatamente y dame la ropa
                 -Mientras, las demás la rodeaban escondiendo su cuerpo-.
.-con una condición;       que Cris me dé un beso de esos que dicen los mozos que da
               .-como me hagas subir a por ti, lo que te voy a dar van a ser dos guantazos, enano
.-pues no hay ropa, nos vemos en el puente
        .-espera, espera
.- ¿sí o no?
        .-vale baja con la ropa y te doy yo un beso de tornillo
.-mejor dejo la ropa aquí arriba
       .-vale, pero el beso te lo doy aquí abajo
          Cuando llegó a su altura, lo que se encontró fue un guantazo que lo quedó sentado en el suelo
        .-ahora escucha atentamente: la próxima vez que te acerques por aquí o si le dices algo de esto a alguien, te rebano el pito y se lo echo de comida a los peces
.-vale, vale, entendido
       Cuando se iban, Cris se volvió.
        .- ¿en serio quieres que te de un beso?
.-bueno
        .-ponte de pie y cierra los ojos
      Felipe tardó un segundo en levantarse.   -Cuando ella se acercó-.
       .-ahora cierra los ojos
             En el momento en que cerró los ojos, Cris, de un empujón lo tiró al agua.
       .-bueno, pues ya sabes lo que es un beso de Cris, de esos que dicen los mozos
            Todas se marcharon riendo a carcajadas.
.-putón, esta me la pagas
      .-  primero tendrás que explicarle a tu madre porqué  te has bañado en el río vestido.
.- ¿pues como se lo diga a mi hermano?
     .-ja, ja, ja, me parece que ese pito, tiene un peligro...  Tu veras la que haces renacuajo.
       Allí quedó cubierto de impotencia, desnudándose y tendiendo sus ropas sobre las piedras para intentar que se secasen antes de la hora de comer.

1 comentario:

  1. Cuánta imaginación y facilidad para el relato. Me encantó tanto que imaginé muy vivas todas las escenas y recordé también cuando mi madre me contó que iba a lavar al río de San Martín De Valdeiglesias en la Serranía de Madrid. ✨💖😘🫂

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