¡Las mujeres de la sierra!
En una tarde de
sábado, se encontraban en la era tres niños de la misma edad: Andrés, Manuel y
Felipe. Correteaban de un lado a otro
jugando al pilla, pilla; sin esperar que la buena suerte pudiera pasar a darse
una vuelta por aquel lugar.
A lo lejos se veía una
cortina de polvo que se acercaba por la carretera. Un poco antes del llegar a su altura, aquella
vieja camioneta que había aprovechado la cuesta abajo para así poder coger velocidad, fue
disminuyéndola poco a poco hasta pararse junto a ellos.
Un tipo algo agrio de
carácter, sacó la cabeza por la
ventanilla, y les gritó:
.- ¡eh! chavales
Ellos ni caso, hicieron como
que no lo habían oído; entonces se bajó y volvió a gritar:
.- ¡eh!
oye chaval
Manuel, que
demostrando tener bastante más educación que él, le contestó:
.- ¿que desea,
señor?
.- ¿voy bien por aquí a Tragacete?
.-siga todo
recto y en el cruce a la izquierda, no tiene perdida
.- ala, a seguir jugando
El muy cenutrio
no les había dicho ni adiós.
.-ojalá pinches, pedazo
de borrego, (replicó Andrés)
.-no, si con ese trasto demasiao pinchao va ya
.-lo teníamos que
haber perdido mandándolo a la derecha en el cruce
.-pobre hombre,
demasiado hasta el gorro debe ir, conduciendo por estas carreteras, seguro que lo que le
pasa, es que está deseando llegar y descansar.
.-sigamos a lo nuestro,
¿qué más da?
.-eso digo yo, pero
que pinche
.- que mala
leche tienes
Los tres siguieron
jugando como si nada hubiese pasado, correteando por la era y revolcándose por
el suelo seco y polvoriento.
Al salir dirección a
casa, algo de color negro, estaba caído junto a la carretera. Vaya, era una cartera de cuero, envuelta con
una goma ancha.
Nadie más que ellos
estaban allí, nadie en sus alrededores, pero el primer impulso de Manuel, fue
agacharse y meterse la cartera bajo el pantalón rápidamente para evitar ser
visto y después salir corriendo hacia un sitio escondido donde ver su
contenido.
Rodeando la cartera
como si fuera un gran tesoro, quitaron la goma;
documentación, papeles escritos; nada cosas que no tenían ningún valor
para ellos y encima la cartera que era lo que más valía estaba vieja y rota.
.-lo mejor será dejarla otra vez donde estaba
y alguien la encontrará y saber lo que hacer con ella para que vuelva a su
poder
.- ¿y ahora, hay que volver otra vez?
.-que leche, la tiramos
por ahí y punto
.-o la echamos al rio y que siga su curso
.-trae
Andrés la cogió de
las manos de Manuel y la tiro por el aire, haciendo que todo se desperdigase.
.-que mala leche
tienes; vamos a recoger todo y la dejamos con la goma puesta en un sitio
visible
.-podemos dejarla en el buzón del ayuntamiento
.-recogerlo vosotros si
queréis, yo me voy, anda y que se joda
.-desde luego es
igual que toda su familia
.-que más da, vamos a recoger los papeles
Intentaron colocar
todo igual de doblado como estaba.
Cuando lo estaban colocando un extraño papel azul asomaba por la parte
de atrás, saliendo de un bolsillo que re toda la parte de atrás, eso que a
ellos les había parecido un roto.
Era
un billete de quinientas pesetas, casi
el jornal de todo un mes de un trabajador. Ese billete seria solo para ellos dos, el
resto lo meterían como habían pensado en el buzón, por lo menos recuperaría
algo el señor.
Con aquel billete,
empezaron a surgir las discusiones: ¿quién de los dos lo guardaría?, ¿quien
desvelaría primero el secreto y fastidiaría al otro?, ¿cómo lo gastarían?. Al final decidieron en que cada uno lo
tendría un día, cuidándolo, mirándolo
solo cuando estuvieran muy seguros de no ser vistos.
Cada atardecer a la
misma hora y en el mismo sitio para antes de que cambiase de guardador,
embelesarse observando aquel señor con gorra y leyendo en voz alta como si eso
fuera la frase mágica: El banco de España, pagará al portador quinientas
pesetas.
Días más tarde se
dieron cuenta que se les habían pasado por alto unas letras de la parte
inferior derecha:
Ignacio Zuloaga, seguro que
era el señor de la foto.
¿Pero quién sería ese señor
tan importante como para que estuviese su rostro en un billete? Solo había una manera de averiguarlo.
Quedaron al día
siguiente en ir a ver al alcalde, pero este seguro que sospecharía algo y
relacionaría la pregunta con la cartera que depositaron en el buzón; luego pensaron en el cura; mala opción era esa,
la iglesia siempre barre para sus adentros, al final si se descubría el
pastel se quedarían sin pan y sin perro,
aquel billete seguro serviría para dar misas que limpiasen sus almas y
conciencias.
La tercera opción pasaba por casa del
maestro, fijo que le extrañaría tanto interés por aquel personaje en cuestión,
pero se sentiría contento de que dos de sus alumnos se interesasen por la vida
del tal Ignacio. Pues decidido, a casa del maestro.
.-buenos días Don
Federico
.-dichosos los ojos
que os ven, os olvidáis de mi, en cuanto que se os dan las vacaciones y no
aparecéis ni si quiera por el patio del colegio
.-andamos en otras cosas
.- ¿y qué os trae
hasta mi casa?
.- el otro día, Manuel oyó hablar de un tal Zuloaga, que salía en
un billete
.-si señor;
Ignacio Zuloaga y Zabaleta
.-es que no sabemos
quién es y hemos pensado que usted seguro que nos lo explicaba
.-malo, fijo que
andáis tramando algo, ¿ese interés tan repentino?
.-cuestión de adquirir cultura
.-Felipe, mejor
callado, que prefiero no averiguar la verdad para no estar implicado en los
hechos y sus consecuencias
.- ¿y quién era ese
señor tan importante?
.-Zuloaga, era un
pintor, que nació en Éibar, creo que en 1870 y murió en Madrid en 1945. Expuso
por todo el mundo, incluso por América. Hizo muchos cuadros de paisajes,
retratos y desnudos. ¿Qué más os puedo
decir a grandes rasgos? bueno, pues que por su puesto y debido a salir en el
billete de quinientas pesetas, la gente lo que más conoce es uno de sus autorretratos;
también retrató a varios personajes de
la época entre otros a: José Ortega y Gasset, al mismísimo generalísimo Francisco
Franco, a Doña Rosita Gutiérrez y a Valle-Inclán. De sus desnudos de mujer, yo destacaría: la
mujer de la mantilla y el clavel o la Oterito en su camerino. También pinto cuadros religiosos y relacionados
con el mundo del toreo, pero si queréis que os diga la verdad, nunca les presté
demasiada atención. ¡Ah! se me olvidaba, a mí el que más me gusta es un dibujo
que parece inacabado que tiene por nombre mis amigos; no sé, pero siempre me ha
parecido que tiene algo raro y especial
en su composición. Por cierto creo que
tengo una copia de esa lamina por algún sitio, mejor esperar un momento
.-no Don Federico, si no hace falta
.-si lo que queríamos
saber era solo quien era
.-si es un
momento, seguro que está por aquí, me pareció verlo el otro día entre estos
papeles
.-pero no se preocupe
.- ¿para qué
vendríamos? vaya peñazo
.-caya que te va a oír
.-mirar, aquí
está, ¿qué os parece?
Los dos se quedaron sin
decir ni palabra, pensando en que podían contestar.
.-me parece a mí,
que esto no os dice nada, pero esto otro puede ser que sí
Se volvió a ir a la
habitación contigua.
.-déjelo, no se moleste
.-si no es
ninguna molestia
.-hoy no llegamos
hasta la hora de la cena a casa
.-Sssss. que ya viene
En su mano traía el
desnudo de la tal Oterito en el camerino.
.- ¿y este que os
parece?
Los dos miraron la
lámina, se miraron entre sí y se pusieron rojos como tomates.
.-joder vaya tía
.-esa boca Manuel
.-perdone Don Federico
creía que solo lo estaba pensando, se me habrá escapado
.-no la miréis
como una mujer desnuda, la tenéis que ver como una obra de arte
.-bueno Don Federico, que es una obra de arte se ve a la legua
nada más mirarla, pero que es una mujer desnuda y que está de toma pan y
moja también
.-siento reírme,
tenía que seguir con rostro serio ya lo sé, pero es que Felipe queramos o no
tiene razón. Ojo, pero yo esto os lo he
enseñado como representación de la faceta artística de Zuloaga
.-claro, claro, ¿por qué
iba a ser si no?
.-además todos saben que usted, es una persona muy recta y
estricta con los temas de educación
.-venga, a comer
que os estarán esperando
.- ¿y podíamos llevarnos la lamina para seguir estudiándola al
detalle?
.-eso, eso
.-anda guasón, que
al final me buscáis un problema con vuestros padres y el cura
Se marcharon a comer,
jolín vaya tía más espectacular, habría que buscar más cuadros de ese pintor de
la boina: el Zuloaga; según el maestro, había pintado muchos desnudos.
Seguían teniendo una
grave problema; era demasiado dinero en un solo billete, si intentaban comprar
algo con él o cambiarlo, irían cogidos por las orejas directamente a sus
padres. Solo podían guardarlo día tras
día y espera a que algún mozo mayor accediera a cambiárselo; aun a costa de
compartirlo con él, pero tenían que pensar en quien estaría dispuesto a hacerlo
y guardar silencio.
Pasó una semana y
ocurrió lo inevitable. El padre de Manuel,
lo pillo cuando estaba mirando su tesoro en la cama, antes de meterlo debajo de
la almohada, como hacía cada noche que le tocaba guardarlo.
.- ¿Qué es eso?
.-nada padre
.-dámelo ahora
mismo
.-que es solo un papel
.- ¿un papel? Que
me lo des te he dicho
.-toma, pero es de
Felipe
.- ¿de Felipe? Vaya
par de ladrones
.-que no lo hemos robado
.-vamos ahora mismo
a su casa
.-que estarán acostados
.-ponte el pantalón y
tira
Por el camino el padre
llevaba al niño descalzo y sin camiseta sujeto fuertemente por el brazo,
mientras en la otra mano, portaba una correa de cuero doblada a la mitad, con
la intención de utilizarla a la vuelta si este le había mentido.
.-Artemio,
abre la puerta
.- ¿Quién será a estas
hora?
.-no sé, voy a ver
.- ¿Dónde está
Felipe?
.-pues acostado ¿qué
pasa?
.-que se
levante, nos tienen que explicar los dos de donde han salido estas quinientas
pesetas
.-un día de estos lo
mato; Felipe, levanta ladrón
Al oír tal vocerío
se levantó la madre para ver que pasaba.
.-a ver Felipe,
¿es tuyo este billete?
.-este muchacho es bobo
.- ¿es tuyo o no?
.-sí, ¿Qué pasa? Es de los dos, nos lo encontramos en la carretera
.- ¿de dónde lo
habéis robado?
.-ya me tenéis arto, ¿a quien se lo vamos a robar? si en esta
mierda de pueblo no habéis visto nunca uno como este
.-no te pongas chulo
que…
La madre le
agarró el brazo.
.-cree el ladrón que todos son de su condición (mirando fijamente
al padre de Manuel)
En vista de los
derroteros que cogía aquella discusión, Justina decidió cortar por lo sano para
no llegar a males mayores.
.-si dicen que se lo
han encontrado, es suyo. Además tienen razón donde iban a encontrar un billete
de tanto dinero junto.
.-pues si es
así, ya está todo arreglado Artemio, doscientas cincuenta para ti y otro tanto
para mí
.-está bien, así
lo haremos
.-alto el carro. De
momento este dinero es de ellos. Trae ese billete; por lo pronto lo guardo yo y
mañana le dices a tu mujer que venga y juntas les compraremos lo que veamos que
les puede hacer falta
.- ¿pero….?
.- ¿queréis guerra?,
¿algún problema?
.-mujeres
.-seguro que ella
piensa como yo. Y Ahora vamos, todos
a dormir; ¡ah! Y que no me entere yo que le tocas al muchacho de vuelta a
casa. Toma hijo, ponte estas zapatillas mías
aunque te queden grades; sinvergüenza traer
así a un niño
A la mañana siguiente
se juntaron las madres; con el billete en el bolsillo y cogidas del brazo
fueron hasta la tienda. Compraron una
cartera para el nuevo curso del colegio, un plumier de madera lleno de
lapiceros un par de gomas de borrar y un sacapuntas, aparte de un par de
cuadernos de los gordos para cado uno.
Aún sobraban unas
perrillas.
.- ¿y con esto
que hacemos?
.-mira, un día es un
día
Las dos al
instante se quedaron mirando hacia unos frascos de colonia de mujer.
.- ¿y si cogemos uno
para cada una?
.-me imagino que
a nuestros hijos les encantará que sus madres huelan bien
Después de pagar la
cuenta sobraban veinte pesetas justas.
.-vamos a juntar a los
padres y a los hijos, les damos lo comprado y luego repartimos entre los cuatro
lo que ha sobrado, cinco pesetas para cada uno, así todos contentos
Y así lo
hicieron. No sabemos lo pensaba cada
uno de los ellos; porque ninguno se
atrevió a contradecir lo que ellas habían acordado.
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