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martes, 5 de agosto de 2014

El Cojo (9)


 ¡Las mujeres de la sierra!

             En una tarde de sábado, se encontraban en la era tres niños de la misma edad: Andrés, Manuel y Felipe.   Correteaban de un lado a otro jugando al pilla, pilla; sin esperar que la buena suerte pudiera pasar a darse una vuelta por aquel lugar.
            A lo lejos se veía una cortina de polvo que se acercaba por la carretera.  Un poco antes del llegar a su altura, aquella vieja camioneta que había aprovechado la cuesta abajo para así poder coger velocidad, fue disminuyéndola poco a poco hasta pararse junto a ellos.
     Un tipo algo agrio de carácter, sacó la cabeza  por la ventanilla, y les gritó:
                   .- ¡eh! chavales
         Ellos ni caso, hicieron como que no lo habían oído; entonces se bajó y volvió a gritar:
                   .- ¡eh! oye chaval
            Manuel, que demostrando tener bastante más educación que él, le contestó:
             .- ¿que desea, señor?
                  .- ¿voy bien por aquí a Tragacete?
              .-siga todo recto y en el cruce a la izquierda, no tiene perdida
                 .- ala, a seguir jugando
            El muy cenutrio no les había dicho ni adiós.
      .-ojalá pinches, pedazo de borrego, (replicó Andrés)
.-no, si con ese trasto demasiao pinchao va ya
      .-lo teníamos que haber perdido mandándolo a la derecha en el cruce
            .-pobre hombre, demasiado hasta el gorro debe ir, conduciendo por estas carreteras, seguro que lo que le pasa, es que está deseando llegar y descansar.
 .-sigamos a lo nuestro, ¿qué más da?
      .-eso digo yo, pero que pinche
             .- que mala leche tienes
       Los tres siguieron jugando como si nada hubiese pasado, correteando por la era y revolcándose por el suelo seco y polvoriento.
      Al salir dirección a casa, algo de color negro, estaba caído junto a la carretera.  Vaya, era una cartera de cuero, envuelta con una goma ancha.
      Nadie más que ellos estaban allí, nadie en sus alrededores, pero el primer impulso de Manuel, fue agacharse y meterse la cartera bajo el pantalón rápidamente para evitar ser visto y después salir corriendo hacia un sitio escondido donde ver su contenido.
     Rodeando la cartera como si fuera un gran tesoro, quitaron la goma;  documentación, papeles escritos; nada cosas que no tenían ningún valor para ellos y encima la cartera que era lo que más valía estaba vieja y rota.
         .-lo mejor será dejarla otra vez donde estaba y alguien la encontrará y saber lo que hacer con ella para que vuelva a su poder
.- ¿y ahora, hay que volver otra vez?
    .-que leche, la tiramos por ahí y punto
.-o la echamos al rio y que siga su curso
     .-trae
         Andrés la cogió de las manos de Manuel y la tiro por el aire, haciendo que todo se desperdigase.
          .-que mala leche tienes; vamos a recoger todo y la dejamos con la goma puesta en un sitio visible
.-podemos dejarla en el buzón del ayuntamiento
    .-recogerlo vosotros si queréis, yo me voy, anda y que se joda
         .-desde luego es igual que toda su familia
.-que más da, vamos a recoger los papeles
       Intentaron colocar todo igual de doblado como estaba.  Cuando lo estaban colocando un extraño papel azul asomaba por la parte de atrás, saliendo de un bolsillo que re toda la parte de atrás, eso que a ellos les había parecido un roto. 
         Era un billete de quinientas pesetas, casi  el jornal de todo un mes de un trabajador.   Ese billete seria solo para ellos dos, el resto lo meterían como habían pensado en el buzón, por lo menos recuperaría algo el señor.
     Con aquel billete, empezaron a surgir las discusiones: ¿quién de los dos lo guardaría?, ¿quien desvelaría primero el secreto y fastidiaría al otro?, ¿cómo lo gastarían?.  Al final decidieron en que cada uno lo tendría un día, cuidándolo,  mirándolo solo cuando estuvieran muy seguros de no ser vistos.
         Cada atardecer a la misma hora y en el mismo sitio para antes de que cambiase de guardador, embelesarse observando aquel señor con gorra y leyendo en voz alta como si eso fuera la frase mágica: El banco de España, pagará al portador quinientas pesetas.
      Días más tarde se dieron cuenta que se les habían pasado por alto unas letras de la parte inferior derecha:
 Ignacio Zuloaga, seguro que era el señor de la foto.
 ¿Pero quién sería ese señor tan importante como para que estuviese su rostro en un billete?     Solo había una manera de averiguarlo.
    Quedaron al día siguiente en ir a ver al alcalde, pero este seguro que sospecharía algo y relacionaría la pregunta con la cartera que depositaron en el buzón;  luego pensaron en el cura; mala opción era esa, la iglesia siempre barre para sus adentros, al final si se descubría el pastel  se quedarían sin pan y sin perro, aquel billete seguro serviría para dar misas que limpiasen sus almas y conciencias.
     La tercera opción pasaba por casa del maestro, fijo que le extrañaría tanto interés por aquel personaje en cuestión, pero se sentiría contento de que dos de sus alumnos se interesasen por la vida del tal Ignacio. Pues decidido, a casa del maestro.
     .-buenos días Don Federico
         .-dichosos los ojos que os ven, os olvidáis de mi, en cuanto que se os dan las vacaciones y no aparecéis ni si quiera por el patio del colegio
.-andamos en otras cosas
          .- ¿y qué os trae hasta mi casa?
.- el otro día, Manuel oyó hablar de un tal Zuloaga, que salía en un billete
           .-si señor; Ignacio Zuloaga y Zabaleta
      .-es que no sabemos quién es y hemos pensado que usted seguro que nos lo explicaba
           .-malo, fijo que andáis tramando algo, ¿ese interés tan repentino?
.-cuestión de adquirir cultura
           .-Felipe, mejor callado, que prefiero no averiguar la verdad para no estar implicado en los hechos y sus consecuencias
      .- ¿y quién era ese señor tan importante?
          .-Zuloaga, era un pintor, que nació en Éibar, creo que en 1870 y murió en Madrid en 1945. Expuso por todo el mundo, incluso por América. Hizo muchos cuadros de paisajes, retratos y desnudos.  ¿Qué más os puedo decir a grandes rasgos? bueno, pues que por su puesto y debido a salir en el billete de quinientas pesetas, la gente lo que más conoce es uno de sus autorretratos;  también retrató a varios personajes de la época entre otros a: José Ortega y Gasset, al mismísimo generalísimo Francisco Franco, a Doña Rosita Gutiérrez y a Valle-Inclán.    De sus desnudos de mujer, yo destacaría: la mujer de la mantilla y el clavel o la Oterito en su camerino.   También pinto cuadros religiosos y relacionados con el mundo del toreo, pero si queréis que os diga la verdad, nunca les presté demasiada atención. ¡Ah! se me olvidaba, a mí el que más me gusta es un dibujo que parece inacabado que tiene por nombre mis amigos; no sé, pero siempre me ha parecido que tiene algo raro y  especial en su composición.   Por cierto creo que tengo una copia de esa lamina por algún sitio, mejor esperar un momento
.-no Don Federico, si no hace falta
      .-si lo que queríamos saber era solo quien era
           .-si es un momento, seguro que está por aquí, me pareció verlo el otro día entre estos papeles
.-pero no se preocupe
      .- ¿para qué vendríamos? vaya peñazo
.-caya que te va a oír
           .-mirar, aquí está, ¿qué os parece?
     Los dos se quedaron sin decir ni palabra, pensando en que podían contestar.
           .-me parece a mí, que esto no os dice nada, pero esto otro puede ser que sí
         Se volvió a ir a la habitación contigua.
.-déjelo, no se moleste
             .-si no es ninguna molestia
      .-hoy no llegamos hasta la hora de la cena a casa
.-Sssss. que ya viene
         En su mano traía el desnudo de la tal Oterito en el camerino.
           .- ¿y este que os parece?
     Los dos miraron la lámina, se miraron entre sí y se pusieron rojos como tomates.
      .-joder vaya tía
           .-esa boca Manuel
     .-perdone Don Federico creía que solo lo estaba pensando, se me habrá escapado
           .-no la miréis como una mujer desnuda, la tenéis que ver como una obra de arte
.-bueno Don Federico, que es una obra de arte se ve a la legua nada más mirarla, pero que es una mujer desnuda y que está de toma pan y moja  también
            .-siento reírme, tenía que seguir con rostro serio ya lo sé, pero es que Felipe queramos o no tiene razón.  Ojo, pero yo esto os lo he enseñado como representación de la faceta artística de Zuloaga
     .-claro, claro, ¿por qué iba a ser si no?
.-además todos saben que usted, es una persona muy recta y estricta con los temas de educación
           .-venga, a comer que os estarán esperando
.- ¿y podíamos llevarnos la lamina para seguir estudiándola al detalle?
     .-eso, eso
           .-anda guasón, que al final me buscáis un problema con vuestros padres y el cura
     Se marcharon a comer, jolín vaya tía más espectacular, habría que buscar más cuadros de ese pintor de la boina: el Zuloaga; según el maestro, había pintado muchos desnudos.
       Seguían teniendo una grave problema; era demasiado dinero en un solo billete, si intentaban comprar algo con él o cambiarlo, irían cogidos por las orejas directamente a sus padres.  Solo podían guardarlo día tras día y espera a que algún mozo mayor accediera a cambiárselo; aun a costa de compartirlo con él, pero tenían que pensar en quien estaría dispuesto a hacerlo y guardar silencio.
      Pasó una semana y ocurrió lo inevitable.  El padre de Manuel, lo pillo cuando estaba mirando su tesoro en la cama, antes de meterlo debajo de la almohada, como hacía cada noche que le tocaba guardarlo.
           .- ¿Qué es eso?
      .-nada padre
          .-dámelo ahora mismo
     .-que es solo un papel
         .- ¿un papel? Que me lo des te he dicho
    .-toma, pero es de Felipe
        .- ¿de Felipe? Vaya par de ladrones
    .-que no lo hemos robado
        .-vamos ahora mismo a su casa
   .-que estarán acostados
       .-ponte el pantalón y tira
      Por el camino el padre llevaba al niño descalzo y sin camiseta sujeto fuertemente por el brazo, mientras en la otra mano, portaba una correa de cuero doblada a la mitad, con la intención de utilizarla a la vuelta si este le había mentido.
              .-Artemio, abre la puerta
     .- ¿Quién será a estas hora?
          .-no sé, voy a ver
              .- ¿Dónde está Felipe?
        .-pues acostado ¿qué pasa?
             .-que se levante, nos tienen que explicar los dos de donde han salido estas quinientas pesetas
       .-un día de estos lo mato; Felipe, levanta ladrón
        Al oír tal vocerío se levantó la madre para ver que pasaba.
             .-a ver Felipe, ¿es tuyo este billete?
.-este muchacho es bobo
         .- ¿es tuyo o no?
.-sí, ¿Qué pasa? Es de los dos, nos lo encontramos en la carretera
             .- ¿de dónde lo habéis robado?
.-ya me tenéis arto, ¿a quien se lo vamos a robar? si en esta mierda de pueblo no habéis visto nunca uno como este
        .-no te pongas chulo que…
                La madre le agarró el brazo.
.-cree el ladrón que todos son de su condición (mirando fijamente al padre de Manuel)
   En vista de los derroteros que cogía aquella discusión, Justina decidió cortar por lo sano para no llegar a males mayores.
     .-si dicen que se lo han encontrado, es suyo. Además tienen razón donde iban a encontrar un billete de tanto dinero junto.
              .-pues si es así, ya está todo arreglado Artemio, doscientas cincuenta para ti y otro tanto para mí
          .-está bien, así lo haremos
     .-alto el carro. De momento este dinero es de ellos. Trae ese billete; por lo pronto lo guardo yo y mañana le dices a tu mujer que venga y juntas les compraremos lo que veamos que les puede hacer falta
                 .- ¿pero….?
      .- ¿queréis guerra?, ¿algún problema?
           .-mujeres
      .-seguro que ella piensa como yo.      Y Ahora vamos, todos a dormir; ¡ah! Y que no me entere yo que le tocas al muchacho de vuelta a casa.      Toma hijo, ponte estas zapatillas mías aunque te queden grades;  sinvergüenza traer así a un niño
     A la mañana siguiente se juntaron las madres; con el billete en el bolsillo y cogidas del brazo fueron hasta la tienda.   Compraron una cartera para el nuevo curso del colegio, un plumier de madera lleno de lapiceros un par de gomas de borrar y un sacapuntas, aparte de un par de cuadernos de los gordos para cado uno.
    Aún sobraban unas perrillas.
           .- ¿y con esto que hacemos?
      .-mira, un día es un día
           Las dos al instante se quedaron mirando hacia unos frascos de colonia de mujer.
       .- ¿y si cogemos uno para cada una?
            .-me imagino que a nuestros hijos les encantará que sus madres huelan bien
     Después de pagar la cuenta sobraban veinte pesetas justas.
      .-vamos a juntar a los padres y a los hijos, les damos lo comprado y luego repartimos entre los cuatro lo que ha sobrado, cinco pesetas para cada uno, así todos contentos
      Y así lo hicieron.     No sabemos lo pensaba cada uno de los ellos;   porque ninguno se atrevió a contradecir lo que ellas habían acordado.

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