Los Olvidados
.-madre que esta noche cenamos en la casona de Don Esteban, con su
señora y el señor Celedonio
.-entonces ¿todo ha salido
bien?
.-veras que sorpresa os espera
.-o me la cuentas o te
callas, siempre está hurgando el
mequetrefe este
.-entiéndelo, me hace ilusión que os enteréis mientras la cena
.-pues cállate y todo
arreglado, ahora me vas a tener en vilo toda la tarde
.-pero es que en parte, también quiero que tú lo sepas
.-déjame en paz, prefiero no
saber nada
.-bueno a ti te lo puedo contar
.-me tienes harta de tanta
mandanga y secretos de un lado para el otro
.-la idea le ha gustado a Don Esteban, pero eso no es lo importante
imagínatelo por un momento: ¿cómo verías a padre y a Bernardo como oficiales de
mantenimiento, trabajando de dos a ocho de la tarde y sin tenerse que reventar
el espinazo?
.-hijo mío pues como si me dijeses
que has visto a un burro volando; como
ayudantes vale, pero de oficiales como que no los veo
.-pues ya le puedes poner alas al burro, porque eso ya está conseguido,
padre estará como oficial de primera y trabajará con migo y Bernardo oficial de segunda para ayudar al señor Celedonio
.- ¿pero estáis locos?, ¿y
que ha dicho Don esteban?
.-que le parece muy bien y esta noche hablamos de los sueldos
.-para la próxima que me
coloque a mí de cocinera
.-de eso nada, tus manjares son solo para nosotros, ya bastante
trabajas en casa.
Empezaba a caer la
tarde:
.-Justina ¿cómo me ves?
.-bueno Celedonio, si vienes
hecho un pincel
.-la ocasión lo merece; usted también se ha
puesto de tiros largos; muy guapa
.-deja de llamarme de usted
que me haces mayor; al fin y al cavo eres tú mayor que yo
.-sí, pero
poquito
.-a ver si llegan estos pesados
.-mira ya ves, hablando del
rey de Roma por la puerta asoma
.- ¿pero qué pasa hoy que
estáis los tres vestidos de día de fiesta?
.-que hoy cenamos todos en
casa de Don Esteban
.- ¿y eso porqué?
.-por lo que a ti no te
importa, daros aire, a lavarse y rapidito;
la ropa la tenéis preparada encima de la cama y afeitaros no me seáis gochos
.-padre y échate
colonia
.-eso tú, que desprendes
olor a humanidad
.-vale de tonterías y al lio,
que nos están esperando
Los cinco bajaban calle abajo ataviados como
si fueran de boda, dando de qué murmurar
cada vez que pasaban por delante de algún corrillo de vecinas que ya a esas
horas estaban tomando el fresco.
Después
de llamar a la puerta, salió a abrirles el meapilas de Pascual (no le importaba
hacer de sirviente a cualquier hora, con tal de hacer la pelota)
.-pasar hasta el final
del pasillo, allí, Don Esteban y Doña Amparo os están esperando en el salón
.-pero que agrio eres majo
.-calla, déjalo
.-pues a mí que no me hinche
las narices
.-madre por favor
.-el día que lo pille a
solas, me va a explicar este a mi eso de milloneti
.-buenas
noches, espero que no lleven mucho tiempo esperado
.-Doña Amparo, cuánto tiempo
sin verla
.-ya ves hija, no
salgo demasiado, estas piernas ya no aguantan
.-pero si está usted hecha
una moza
.-sí, sí, menuda moza
.-vamos sentaros y a
cenar. Herminia por favor, ya puede
servir la cena
Durante la velada, explicaron sus planes a
Doña Amparo que se veía estaba encantada con la idea. Una vez ya en los postres, dijeron a
Artemio y Bernardo que eran los nuevos oficiales de mantenimiento y para su
sorpresa el sueldo era superior a lo que ganaban en la cantera ya que por la
edad, no podía poner a Felipe en nómina y así compensaba su sueldecillo.
Terminada la charla, Don
Esteban mandó traer unas copas y la botella de champán, que tenía guardada para
una ocasión especial. Descorcharon la botella para que saliese el
tapón con fuerza y sirvieron las copas.
Para sorpresa de todos, Doña
Amparo se puso en pie.
.-quiero que
brindemos por una persona en la que tanto confiaba mi padre que se decidió a
hacerle caso y construir la primera nave con la que empezó a funcionar el
aserradero; estoy hablando de Lisardo una persona brillante, como ahora es su
sobrino a la misma edad; él decidió marchar a recorrer mundo, pero aquí, en
esta casa siempre tendrá un sitio mientras yo viva.
Después de brindar por él,
un ratito de conversación y cada mochuelo a su olivo.
Al llegar el otoño, todo
estaba funcionando como un reloj suizo; aquella empresa no solo daba trabajo a
casi toda la gente del pueblo; algunos decidieron comprarse un camión para
transportar la producción por la zona y provincia; otros como Tomás, convirtió su paupérrima
cantina en un moderno bar con servicio de comidas y hospedaje, para todos
aquellos que pasaban a cargar y descargar madera; las viviendas poco a poco se fueron
acondicionando a los nuevos tiempos.
Ahora después de pasados
los años, todos tienen: cocinas de gas, calefacción, lavadoras, cuartos de baño,
una buena red eléctrica, calles asfaltadas...
Todos recuerdan a Don
Esteban y el impulso que le dio al pueblo esa fábrica, la que hoy ya es
bastante más grande y que ahora regenta un sobrino desde el día en que Doña
Amparo y Don Esteban, ya fallecidos tomasen la decisión de que era hora de
descansar; eso sí, todavía conserva colgado en la puerta el viejo cartel, un
gran tablón grabado a fuego donde se lee: ASERRADERO.
Pero ya nadie recuerda a
aquel niño cojo, que años después, marcho junto a su familia a cumplir el sueño
de su tío. (Dijeron que a un pueblo bien
situado de la zona de la Alcarria) donde su padre, su tío Lisardo y el señor
Celedonio, contando con lo que sacaron de mal vender su casa, la de Celedonio y
la de los abuelos, el dinerillo ahorrado en esos años y gracias a un jugoso préstamo que les hizo como
agradecimiento a sus ideas Don Esteban a fondo perdido, de quinientas mil pesetas
de las de entonces; montaron una pequeña fábrica para la elaboración de piensos
compuestos, como unos años antes había sugerido el tío Lisardo.
Que
yo sepa, nunca regresaron a aquel ensoñador lugar de la serranía de Cuenca.
Por mucho que se les deba
por sus ideas, en su lugar de nacimiento, ningún anciano se acuerda de ellos.
Ni de las picardías de aquel pequeño y delgaducho
cojo travieso.
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