Fenómenos extraños
Después
de cenar, los vecinos salían a la puerta un rato a tomar el fresco. En
cada zona del pueblo, se formaban corrillos de sillas para aprovechar y echar
un parlao.
Los mozos bajaban un rato a la cantina y
las mozas daban una vuelta por el pueblo, terminando al final en la plaza,
donde se agrupaban todos e iban formándose las parejas a espaldas de sus padres.
Debido a estos encuentros primeros,
esporádicos, detrás de la iglesia y luego el típico paseo nocturno por la
carretera (como había ocurrido siempre), las madres mandaban a jugar a los
pequeños, donde pudiesen ver a sus hermanas para que hicieran de carabina.
Aquellos enanos se chivaban de todo incluso si alguna pareja se daba un
paseo por la carretera, acompañada como era natural de un par de amigas que
hiciesen de sujeta velas, para evitar habladurías.
Con todo y con eso, algunos se apostaban
encima del zopetero de la primera curva
para vigilar lo que hicieran dentro de lo que se podía apreciar. Escondidos tras la maleza con la exclusiva
iluminación del resplandor de la luna. Para después contar a los demás con
detalle todo aquello que habían visto cuando volvían a la plaza.
Por mucho que las chicas intentaban
distraerlos y entretenerlos con juegos, mientras los chicos bebían en la
cantina un tercio, como alguien se ausentase de ese entorno,
aun tratándose de una persona sola; siempre había alguno que marchaba detrás y más
todavía si esta era del género femenino.
De principio a finales de julio, se
notaba como los días se iban acortando. Los trabajadores iban volviendo un poco
antes a casa por la ausencia de luz. Igualmente, se adelantaba la hora de cenar
y salir al fresco, aunque fueran tan
solo diez minutos.
En la segunda quincena del mes, una
noche de luna nueva, hacía un aire de espanto. Todo el pueblo quedó sin luz.
Era algo habitual por otra parte, ya que no había mes en que no cayese algún
poste al suelo, por lo que seguían haciendo su vida normal.
Las mujeres con sus sillas, se
resguardaban en algún portal a la luz de un candil y seguían como si nada.
En la cantina en unas palmatorias,
ponían dos velas sobre el mostrador y en la plaza, todos hacían un corro
sentados en el suelo y contaban historias de miedo.
Después de aquello no había
moza que quisiese ir a dar una vuelta.
Las parejas de novios más mayores,
aprovechaban esa ocasión para ir a visitar los rincones oscuros y poder desahogarse, a sabiendas, que esa noche, fijo
que nadie los seguía; ni las sujeta
velas querían acompañarlos.
.-pues sí, pues sí, (comentaba uno de
ellos)
Dice mi padre que hace tiempo, sobre estas
alturas del año, una noche, se levantó un gran viento. Estaba raso como hoy y la luna no daba nada
de luz.
Un pastor volvía envuelto en su capote del
campo, cuando creyó ver como se movía algo entre los árboles, rápidamente echó
mano de su navaja cabritera, cuando de
repente algo brillante se interpuso en su camino, era la forma de los ojos de
un ser que estaba como colgado por hilos a unos palmos del suelo. Quedó parado
frente a él, con la sangre helada y de pronto: uuuuh, Vengo a por ti, con una voz terrorífica. (Todos juntos, pequeños y mayores, cerraban
el circulo y se abrazaban entre sí)
Con la otra mano, el pastor sacó el
cachorrillo de la faja y ¡BUM! (diciéndolo con fuerza y levantándose de golpe
alzando los brazos). El susto fue
tremendo.
.-tranquilos, que no pasa nada
Disparó su única carga contra aquella
silueta que ni se inmutó. Estiró hacia él pastor sus largos brazos a los que no
se le veían las manos cubiertos por las mangas de su negra túnica y sin
llegarlo a tocar lo levanto del suelo quedando este suspendido en el aire.
Ahora viene lo mejor.
.-lo mejor es que yo me voy a casa
.-y yo
.-os acompaño
.-esperar que yo no
quiero subir sola
En fin, que con aquella oscuridad, nadie
quería saber el final de aquella historia.
Todos a casa y a intentar no soñar con aquel pastor y aquella silueta
negra con ojos brillantes. A dormir
todo el mundo, la siguiente noche y con
luz arreglada ya bajarían de nuevo a la plaza.
Un mozo, al que llamaban Villalba desde
pequeño, por descender su padre de esa localidad. Estaba picado a la verdina con la tal Cris, pero
al final por unas cosas u otras, cada noche, nunca podía pasar de irse para casa con un
gran calentón por culpa de aquellos mocosos.
Aunque Cris era algo reacia a pasear cerca
de aquel sitio y más de noche, él la convenció como única forma de esconderse
de todos. No había manera, según ella lo abrazó y se empezaron a besar, un ruido
salió de entre aquellos arbustos de enfrente.
.-vámonos, me entran escalofríos por la
espalda
.-pero si no pasa nada
.-ya
te dije que no era una buena idea venir hasta las tapias del cementerio
.-bueno pero ya que estamos aquí
.-yo me voy, tú haz lo que quieras
.-espera, que voy a ver quien coño
hay tras esos matojos
.-no me dejes aquí sola, déjate ahora de
tonterías
.-mira que siempre igual con estos
enanos
Cuando llegaron a la plaza, allí
faltaban algunos de los mozalbetes que junto a un par de diablillos, llegaron
justo detrás de ellos.
Se sentaron al pie de la puerta del
ayuntamiento y empezaron a sonreírse con sorna. De pronto una voz se oyó salir de aquel
grupo de mangurrianes.
.-Alguien hoy se va con la calentura pá
casa
Villalba, se mordió la lengua para ni
descubrir el pastel. Cris, miro fijamente a Felipe y solo le hizo
falta para que se pusiese a temblar, verla cómo hacía con los dedos índice y
corazón de la mano derecha, una ligera pantomima representando una tijera.
Se puso la mano sobre la bragueta y
retiró su mirada hacia un lado.
Ya
estaba advertido por segunda vez.
Eso había que solucionarlo de alguna
manera. A Cris, le iba más la juerga que
a los chivos la leche y el tal Villalba, no estaba dispuesto a que algún espabilado
le levantase esa liebre.
Unas noches, y pidió ayuda
a un par de amigos ya con novia para poder alcanzar su objetivo sin que nadie
lo siguiese.
Una
pareja, salió de la plaza dirección a la parte baja del pueblo; unos pocos se apresuraron a seguirlos.
A los pocos minutos, otra salió, se dirigió en sentido contrario; el resto de
muchachada fue tras ellos.
Villalba
y Cris, con todo despejado y nadie que se percatase de su huida, fueron hasta
la tapia trasera del cementerio.
A Felipe, aquella estrategia, le olía
mal, aunque dos parejas salieran de la plaza, normalmente iban juntas y con
alguna amiga de apoyo, por muy novios que fuesen y estuviese reconocida ya su
relación.
Se volvió a la plaza y sin entrar en ella
observó: Allí faltaba alguien. ¡Ajá!,
esa era la ocasión para vengarse de la mala pécora de la Cris.
Estaba seguro de donde podía
encontrarlos. Se fue hasta el cementerio, una vez cerca, en
silencio, pudo oír que hablaban en voz baja.
Entre abrazo y beso, beso y abrazo; alguna palabra con el aliento entrecortado,
con la que intentaba tranquilizarla, pues
Cris, no paraba de mirar a todos sitios, ya que seguía teniendo demasiado
respeto aquel lugar.
Felipe que era un experto en arrastrarse
por el suelo sin hacer ruido, se fue aproximando, hasta llegar al sitio desde
donde poder observar sin ser visto. Tenía que tener un poco de paciencia, no
moverse lo más mínimo y esperar el momento oportuno para al fin llevar a
cavo la venganza; esa que le debía desde
el día del rio y que tanto tiempo llevaba con ganas de cobrarse.
El desenlace, no podía retrasarse más,
daba igual el sitio por tétrico que fuese; los dos, estaban empapados en sudor
e embriagados de deseo. Cris, aprovechó
un pequeño montículo de arena para dejarse caer sobre él, al tiempo que se
terminaba de desabrochar la camisa. Villalba,
tiró de cinturón y se echó sobre ella.
Su mente solo repetía: .-calma Felipe.
Pero ya estaba aburrido de tanto esperar.
Cogió dos buenos guijarros y los golpeó tres
veces entre sí: tac, tac, tac. Al momento, los hizo sonar otra vez, pero un
poco más fuerte: tac, tac, tac.
.- ¿has oído eso?
.-yo no he oído nada
Otra vez: tac, tac, tac.
.- para, para que he oído un ruido
.-déjalo, no es nada
De nuevo: tac, tac, tac.
Al
escuchar aquel sonido, ella, se incorporó de repente muerta de miedo al tiempo que se ponía
como podía la ropa interior y se abrochaba la camisa deprisa, de cualquier
forma.
Él, enfadado se puso en pie. Mirando a su
alrededor. En un alarde de valentía, con una ridícula estampa y los pantalones
en los tobillos gritó:
.- ¿quien anda ahí?
Solo obtuvo por respuesta: tac, tac, tac.
.-vámonos venga, ya te decía yo que
este sitio no me gustaba
Se subió los pantalones, apretó con
fuerza el cinto y volvió a mirar a su alrededor preguntando:
.- ¿quién eres?
Esta vez Felipe, se tapó la boca con la palma
de la mano y puso la voz lo más grave posible:
.-soy yo
En ese instante la valentía, se trasformó
en no poder tragar ni saliva.
.-vamos, vamos, esto ya no me hace gracia
.-espera, esa voz la conozco
Felipe empezó a sudar al verse descubierto, le iban a caer manotazos por
todos lados si averiguaban el lugar donde estaba escondido.
.- ¿eres tú, abuelo?
Al oír esto, respiró aliviado el chaval, se
volvió a tapar la boca con la palma de la mano, tapándose esta vez la nariz cogiéndola
entre sus dedos índice y pulgar, luego, contesto pausadamente lo más bronco
posible:
.-sí.... soy yo
Cris, pareció tranquilizarse,
arrepintiéndose de lo que estaba haciendo junto a aquella tapia. Pero él, no veía el momento de marchar,
tiraba con toda su fuerza del brazo de ella
.-vamos Cris, date prisa
.-tranquilo, es mi abuelo
.-por eso mismo, lo llamaban el capador
.-perdona abuelo
.-déjate de chácharas ahora y vamos. O te
quedo aquí sola
.-adiós abuelo. Villalba, oye de esto ni una palabra a
nadie
.-de mi boca no va a salir, por
eso no te preocupes
.-vaya valiente de mierda
.-no, si quieres con ese apodo me pongo a
echar una partida de cartas con él
Por suerte para Felipe, aunque
Villalba, intentaba acelerar el paso. Cris,
bajaba tranquila, burlándose de aquel hombretón y del acojone que llevaba
encima.
Mientras, las dos parejas, hacían tiempo
paseando para no llegar a la plaza antes que ellos. Acordaron un tiempo
razonable, como media hora o así.
Cuando Felipe pasó por la esquina de la
plaza, volvió a respirar. Los demás aún
seguían en su puesto, así que se fue hasta el zopetero de la curva y se quedó
sentado a unos metros, hasta que estos se decidieron a volver.
.-jolín, que royo
.-tienes razón, encima para dedicarse a
pasear arriba y abajo todo el rato
.-pues vaya, ni un triste beso, vaya
sosos
.-pero si hacen más, cuando traen a las
sujeta velas
.-ya te digo, yo como ya estaba
arto me he sentado aquí y por lo menos he estado más tranquilo
.-venga vamos a la plaza a ver si han
llegado los otros
Esa noche, todo eran caras de decepción. Llegó la hora de volver a casa. Subían siempre todos juntos y cada uno se
iba quedando en su puerta.
A medio camino, antes de que Cris
llegase a su casa, Felipe se acercó a ella.
.-oye, ¿te puedo decir una cosa?
.- ¿qué quieres ahora mocoso?
.-entre tú y yo, perdona, pero
hueles a un sudor fuerte y raro que tira pá tras
Ella se puso colorada como un tomate y se
metió en casa. Que vergüenza, todos se
habrían dado cuenta de aquel olor.
Felipe siguió hasta casa riendo sin que
nadie supiese el porqué de aquella maliciosa sonrisa
.- y ahora cuando tenga ganas, que busque
otro sitio, que ya sabré yo como encontrar a esta.
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