Contestó.........levantándose el velo y mirando a los ojos de Enrique:
.- ¿tú me quieres?
.-mucho; ¿lo dudas?
.-pues en nombre de ese amor tengo que decir NO
Su rostro palideció
y sus ojos empezaron a vidriarse; el
shock detuvo su mente durante unos segundos;
los pómulos se le enrojecían, sus mandíbulas se apretaban entre si, según
sus ojos se secaban, para dar paso a una excéntrica mirada de ira, que
resaltaba las venitas rojas, queriéndose salir de sus globos aculares.
.- ¿por amor?, haz lo
que quieras, a partir de hoy para mí, es como si estuvieras muerta
Su padre se abalanzó
sobre ella, como una fiera para pedirle explicaciones sin hallar contestación.
El cuerpo de su madre
semiinconsciente en el banco apoyado en el pecho de su abuela se empapó en
sudor y se llenó vergüenza.
Ella, se volvió a
bajar el velo y con paso marcial y la cabeza alta, se dirigía hacia la puerta
por el estrecho pasillo. Entre aquel
murmullo intenso lleno de palabras (algunas mal sonantes), predominaba
desquebrajada la voz de su padre:
.-eres la
desondra de la familia; ni pienses
volver a pisar mi casa; a partir de
ahora que te mantenga otro
Se paró de repente y se
dio media vuelta:
.-señoras, señores, todos estáis invitados a la comida, al fin y
al cabo ya está pagada; ¡ah! y brindar
con la copa alzada por la libertad de mi padre; parece que con esta boda lo que pretendía
era que me mantuviese otro. Y
tú. Sí tú; disfruta del viaje al Caribe, diviértete y
ojalá que vuelvas con algún bicho que no te llevas.
Otra media vuelta y
ya todos callados, pudieron oír claramente el chirriar de las bisagras al abrir
la puerta y el portazo al cerrarla de golpe
La iglesia se quedó
vacía en un momento. En ningún momento nadie prestó atención al sacerdote, que
allí, frente al sagrario de rodillas, solicitaba a su señor, una respuesta a sus contradictorios
sentimientos.
Olga, daba paseos
por la calle sin rumbo fijo. Lucía su precioso vestido de novia ante la
expectación atónita de los transeúntes que simplemente observaban como deambulaba por las
calles. Nadie la podía reconocer sin ver
su rostro gracias al velo; nadie podía imaginar aquel estado anímico sin
apreciar la sonrisa que dibujaban sus labios y la sensación de libertad que
proyectaba su bella y tranquila mirada.
Durante un momento, recordó con rabia las palabras despreciables de su
padre y también pensó arrepentida en las que salieron de su boca hacia aquella
persona que a esas horas ya sería su marido, si el sacerdote no hubiera
pronunciado aquellas simples dos primeras palabras antes de la pregunta y su moral
sincera no hubiese modificado el desenlace previsto.
Al final de la tarde,
unas luces llamaron su atención; era un bar de copas; por suerte recordó, que
su madre le había puesto doblado, sujeto por su liga de la pierna derecha un
billete de doscientos euros, como amuleto de buena fortuna.
El sitio no estaba
mal; pero la música era infame y estaba
a un volumen desproporcionado. Se
dirigió al extremo final de la barra, se sentó en un taburete junto a la pared,
acto seguido se arrancó el velo y lo dejó caer al suelo; con un gesto avisó al camarero,
(señor de pelo canoso y aspecto de profesional experimentado).
.-por favor, póngame un coñac en vaso de tuvo
.- ¿desea usted
alguno en especial?
.-Torres diez, por favor sin hielo
Un joven apuesto se
acercó y cogió el velo del suelo.
.-perdone,
¿es suyo esto señora? Bueno o tal vez señorita (con una sonrisa maliciosa en
sus palabras)
.-como prefiera caballero, pero sin cachondeo, si no quieres
llevarte una ostia
.-menos ostias
¡eh!
.- ¿si lo prefieres? Digamos un rodillazo en los huevos por
listillo
.-anda y que te
den por culo tía
.-gracias. Y a ti con la misma herramienta que te operen de
anginas
.-aquí tiene su
coñac, tómeselo y pase de buscarse problemas
.-no se preocupe, no era mi intención
Uno, otro, otro
más, el tiempo pasaba y los coñac iban haciendo efecto en su cuerpo.
Allá,
a las mil y monas tan solo quedaban en el bar: el camarero y dos mujeres con
signos de embriaguez, o mejor dicho borrachas; apoyadas sujetando la pared, a
ambos extremos de la barra.
La música apagada y
dos luces encendidas sobre la barra por no dejarlas a oscuras.
.-perdonen, pero
si no les importa voy a cerrar ya
.-otra media copa y me
voy
.-yo también
.-de acuerdo pero
rapidita, que ya es muy tarde y tampoco es que anden demasiado sobradas de
lucidez
Las dos se juntaron
en el centro de la barra.
.-sus copas y si
me permiten, a estas las invito yo
.-gracias son dos minutos
.- ¿qué celebras?, ¿te
han dejado plantada?
.-no; he sido yo la que lo ha dejado en el altar, a última hora he
dicho no
.-si señor, con dos
ovarios
.- ¿y tú?
.-hace tiempo que me
enteré que mi marido, estaba liado con una zorra de su oficina, diez años más
pelleja que él y hoy por fin he recibido los papeles del divorcio, ya estoy
soltera
.- ¿y tenéis hijos?
.-por suerte no
.-mejor, menos problemas
.-vámonos a casa, este
señor quiere cerrar
.-yo no tengo casa, mi padre me ha echado
.- ¿qué pasa, ibais a vivir
con tus padres?
.-peor, hasta encontrar un piso a su gusto (en fin, es un poquitín
pijo) viviríamos con los suyos
.-pues yo, vivo sola y
cada noche cuando llego, se me cae la casa encima
.-caballero, perdone
usted, ya nos vamos
.-gracias y
cuidado, que no lleváis el cuerpo para ir con prisas
.-guárdame este dinero, que no he traído bolso
.-es que me vienes con
unas pintas
.-por no cambiarme.
¡Coño, que se me olvida el velo!
Cogiditas del brazo
salieron a la calle y en el primer sitio que encontraron (un rectángulo de
granito, puesto en la acera como adorno urbano) se sentaron apoyadas espalda
contra espalda.
.- ¿dónde vives?
.-en la urbanización
“los pinares”
.-lo mismo que yo
.-en la calle la liebre
.-justo al lado en la del gamo
.- ¿a que imbécil se le
ocurriría esa idea de ponerle nombre de animales a todas las calles?
.-pues a alguien que esa noche estaría tan jodido como estamos
nosotras ahora
.-entonces vamos a
seguir la fiesta; yo aún no pienso en chorradas tan absurdas
.-yo, ya no puedo con el alma
.-habrá que llamar a un
taxi, estamos algo lejos
.-mejor vamos andadito y que nos dé el aire
Con los zapatos de
tacón en la mano e intercalando sus apoyos entres paredes, farolas y bancos,
escaparon del centro de la urbe.
Un kilometro o así de
carretera y llegarían de nuevo a una zona bien iluminada. Ahora ya, no hacía falta la luz artificial,
cuando llegaron el sol empezaba a asomar por el horizonte.
.-por cierto ¿cómo te
llamas?
.-yo Olga, ¿y tú?
.-Josefa, pero todos me
llaman Pipi
.-o sea, en vez de Pepi, Pipi
.-en realidad es porque
era medio pelirroja de cría y mi madre tenía la manía de hacerme coletas
.- ¡ah! ya me acuerdo, aquella que tenía un caballo de lunares
.-entonces, te vienes a
dormir a casa y cuando nos levantemos, ya pensarás que hacer
.-Gracias porque no pensaba dormir en ningún sitio, lo que menos a
estas horas es dar a nadie explicaciones y andar con broncas
Soltaron los zapatos de
la mano, nada más cruzar la puerta; subieron al dormitorio, y se dejaron caer
sobre aquella enorme cama. Ni siquiera
les dio tiempo antes de cerrar los ojos a decirse ni hasta luego.
Cuando despertaron a
media tarde y fueron al aseo, el espejo les recordó la cruda realidad de lo que
había pasado el día anterior.
.-perdona Pipi, ¿te importaría que me diese una ducha?
.-creo que es algo
necesario para las dos; mientras te saco algo de ropa decente, ayer ya diste
bastante cante con ese vestido
Por suerte gastaban la
misma talla. El pantalón, la blusa y los zapatos, le quedaban perfectos.
.-bueno Pipi, voy a casa a ver cómo está el patio
.-espera Olga; si te hago
falta para algo, aquí estoy
.-lo tendré en cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario