Notas, fotos
y palabras,
se entrelazan
entre sí,
frases que musicalizan
imágenes,
sentimientos
que en mi
infancia percibí.
Lejanas como
tambores
a los que
un día escribí,
recuerdos de
aquellos tiempos
que túnica
y capuz vestí,
sensaciones,
que ahora lejos,
quiero volver
a sentir.
El sonido
de la horquilla
golpeando sobre
el suelo
cual
retumbar de campanas
que van
repicando a duelo.
Tintineo de
una tulipa
que hace
llorar al cristal
entre el
silencio de un claustro,
las calles
de mi ciudad.
La opacidad
de las marchas
que fúnebres
al pasar
acompañan a
los pasos.
El ronquido
de tambores
vestidos de
negro luto,
sin bordones
adornados.
La tristeza
de la noche.
La alegría del
nazareno
que erguido
bajo los banzos
siente el
hombro desgarrarse
al crujir
de la madera,
y él más
derecho se pone
ocultando el
sufrimiento
tras el
capuz que lo cubre
y que su
mirada encierra.
La satisfacción
a gritos
al decir ¡misión
cumplida!
cuando de regreso al templo
cuando de regreso al templo
sueltan por
fin las horquillas.
Con un
abrazo sentido
el hombre
se vuelve niño.
Se desquebraja
en un llanto
la temblorosa
emoción,
el sudor se
queda frió
al poner
rodilla al suelo
para rezar
la oración.
Hermanos que
al otro año
portarán de
nuevo el paso
con la
misma devoción.
Veo que has comenzado con el tema semanasantero. Adelante. Pablo ya me comentó que llevas la música avanzada.
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