--- Okupa ---
Se insertó en la mente como un inquilino
que ocupa un espacio deshabitado. Había
quedado un pequeño hueco abierto, un resquicio por donde sigilosamente entró,
se acomodó y quedó dormido, esperando una buena ocasión para apropiarse de
todo.
Los problemas se solucionaron, el estrés se
relajó, la actividad frenética dio paso a un descanso sin medida. Nada era urgente, nada tenía la premura
inminente de la prisa.
El nuevo inquilino fue conversando una
a una con las neuronas que allí habitaban hasta convencerlas de que la desidia
era una buena opción.
A la apatía no se le dio
importancia “bien merecidas eran aquellas vacaciones” vacaciones que no se dan
por terminadas. El cerebro ya enquistado
no quiere trabajar, solo dormir, ni tan siquiera soñar. No hay cirugía para la DEPRESIÓN.
Carlos Torrijos
C.a.r.l. (España) 04/09/2018.
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