El suelo pretende alzarse
para alcanzar esa
fruta.
El cielo se precipita
para ganar la
carrera.
Su brillo deslumbra al aire
que se acerca a
acariciarla.
Las hojas hacen un corro
protegiendo su
hermosura,
no la vaya a ver
el diablo
y le dispute su
amor
al señor de las
alturas.
Un gorrión que está a su lado
empieza a
picotearla,
para romper su
belleza.
Pero la perra le ladra:
.-.- Espera solo
un momento
que está llegando
mi dueña.
Llega la dama luciendo
dorados tirabuzones.
Alarga el brazo con gracia
para acceder al
manjar
y antes de
apartar las hojas,
vuelve la mano al
bolsillo
para sacar un
pañuelo
con que lustrar
la pureza.
Luego le pone una red
con el fin de
protegerla.
.-.- Que nadie
rompa su hechizo
.-.- Que nadie
ose el tocarla
.-.- Dejemos… que
llegue a vieja.
Me encanta
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