Conmoción en las callejuelas solitarias
abarrotadas de silencio.
Abstractas sombras imaginarias
causan un crepitar de huesos.
La espalda se encoge.
Las cervicales giran a un lado y otro
buscando respuestas
sin preguntar.
Las pupilas se dilatan sin querer ver
y los
parpados se cierran con fuerza
atenazados por el miedo.
El agua sigue cayendo.
Los pasos apresurados no avanzan en la
distancia.
Aquella farola al fondo, aquella luz que
nunca llega.
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