Nada tienen en la vida,
solo les queda la fe.
Angelitos que en el suelo
antes de echarse a soñar,
juntan sus manos rezando
por un lindo despertar.
Días y noches, noches y días,
tiempo que corre, sin un horizonte,
calamidad a su alrededor,
las nubes abren el cielo
luciendo por fin el sol.
Sin esperar ni un abrazo
llegaron las bendiciones.
Unos guardianes del cielo
que por la cruz se han guiado
para encontrar el camino
de esperanza e ilusiones.
Llegada de allá a lo lejos,
una caja de pinturas
con que dibujar un dios,
al que rezar cada noche
estudiando el catecismo,
para el próximo domingo
recibir la comunión.
Campanas suenan a fiesta
al despertar la mañana.
En fila de uno caminan
por el pasillo en silencio
hasta llegar al altar.
De rodillas, bendecidos,
el cuerpo de Cristo toman
y elevando la mirada
con las alas regaladas
aprendieron a volar.
Para: Alvaro, Isabel, Mauricio y Francisco.
(( Sin Fronteras en Acción))
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